FLAMENCO

Lo nuevo de Estévez y Paños lo bailan solo mujeres

La inusual pareja de bailaores y coreógrafos reivindican las obras de medio y gran formato en un momento dominado por las individualidades con el estreno del primer montaje íntegramente femenino de su compañía, en el que se mezclan 'Las españolas' de Picabia, la Niña de los Peines y las víctimas de la guerra de Ucrania

Imagen promocional con el elenco de baile de 'Flamenca391', la nueva obra de Estévez/Paños y compañía.

Imagen promocional con el elenco de baile de 'Flamenca391', la nueva obra de Estévez/Paños y compañía. / Cedida

Ángeles Castellano

Ángeles Castellano

Rafael Estévez (Huelva, 1979), bailaor y coreógrafo, Premio Nacional de Danza (junto a Valeriano Paños) 2019 en la modalidad de Creación, mantiene abierto siempre un cuaderno de trabajo. En él mezcla recortes de prensa, noticias, poemas, letras flamencas e imágenes, y lo hace de una manera artesana, estética, como una obra artística en sí misma. Cuando EL PERIÓDICO DE ESPAÑA visita los ensayos de su compañía de danza Estévez/Paños, lo abre por la página por la que empieza el capítulo dedicado a la obra en la que está trabajando y dice: "Toma, esto es Flamenca391". Y entonces van apareciendo, página tras página, el bombardeo ruso de una maternidad ucraniana pocas semanas después del inicio de la invasión con el titular "una guerra contra las mujeres", al que él ha añadido, de otro recorte, "libres". O las mujeres que protestan contra la opresión en Irán, bajo el rótulo "los derechos, amenazados". También hay flamenco. Estampas, siluetas y dibujos con una estética cercana a 'las españolas' de Picabia. Pastora Pavón, la Niña de los Peines, y la entrevista que le hizo la periodista Carmen de Burgos en 1916. Y algunas letras de escritoras como Zenobia Camprubí, Mercedes de Velilla, Carolina de Soto Corro, o Patrocinio de Biedma.

Flamenca391, que toma el nombre de la revista homónima dadaísta editada por el artista Francis Picabia, es el motivo por el que Rafael Estévez y Valeriano Paños (Barcelona, 1976), esto es, Estévez/Paños y compañía, llevan todo el mes de diciembre encerrados en los Teatros del Canal de Madrid. Es su nueva obra, que se estrena este 21 de diciembre en el Teatro Municipal de Coslada (Madrid), con la producción de GNP. Y supone la primera vez para la compañía en algunas cosas, como que ellos no bailan y que el elenco es completamente femenino. Cinco bailaoras (Rosana Romero, Raquel Lamadrid, Nadia González Tingherian, Macarena López y Nerea Carrasco), de edades y estética diversas, para ofrecer una obra que reflexiona y mira hacia la mujer sin pretender ninguna reivindicación.

"No es una obra feminista", aclara Estévez, que en el tándem profesional del que forma parte es quien lleva más peso en la investigación artística, la imagen e incluso la composición musical. "Al fin y al cabo no dejamos de ser hombres. Pero sí queríamos acercarnos a nuestro vínculo con las mujeres, en la danza y en la vida, y reconocer su importancia". El punto de partida es un útero convertido en máquina, el de la portada del número 3 de la revista de Picabia, y la estética que este artista vanguardista propone en La nuit espagnole, "esa cosa muy onírica dentro del españolismo". El año de publicación de la revista, además, juega un papel fundamental. En 1917, la Niña de los Peines grabó una serie de cantes que no se habían registrado antes, y de ese año son también las imágenes de la bailaora Juana Vargas, 'la Macarrona', que registró Léonide Massine para preparar la coreografía de El sombrero de tres picos de Manuel de Falla.

Sin embargo, no es esta una obra historicista. Estévez y Paños han tomado todos esos elementos, y algunos más, para construir una suite de música y danza, creada y configurada desde la investigación y el rescate de lo que propusieron bailaoras hoy en el olvido como María la Chata de la Jampona, María 'la Jardín' o Luisa 'la Buitrón', que aquí acompaña el cante de Sandra Carrasco, pero también una pieza de Chopin o la música electrónica que Estévez ha dado en llamar "una petenera techno o petecnera". "Tomamos esos pasos antiguos y los ponemos en otro contexto y es como un aquelarre, casi como un exorcismo", reflexiona el coreógrafo.

Importancia de lo colectivo

Esta es una compañía singular. Actualmente, las compañías de baile flamenco son en realidad un equipo técnico o artístico más o menos estable que gravita en torno a una figura del baile, pero que no suele contar con elenco fijo, sino con invitados que varían en función de la obra. En el caso de Estévez/Paños y compañía, la dirección y la creación son compartidas, dando tanta importancia a la coreografía como a otros elementos. Los dos se conocían desde antes, pero crearon su compañía en 2001. Y ambos comparten una cierta idea de la danza y el flamenco. En sus coreografías, que siempre surgen de un amplio trabajo de investigación, la experimentación se mezcla con elementos de la danza española, el folclore, la escuela bolera y la danza contemporánea.

A Estévez, además, le gusta reivindicar las compañías de elenco que ofrecen obras de mediano o gran formato, hoy en decadencia. Como explicaba en una entrevista reciente con este diario la catedrática de Antropología Social de la Universidad de Sevilla e investigadora del flamenco Cristina Cruces, la producción está marcando la creación actual en el flamenco: los presupuestos reducidos condicionan creaciones en las que participa un elenco mínimo, con un vestuario y escenografía que puedan caber prácticamente en una maleta. Estévez coincide y cree que debería darse más impulso a la diversidad de formatos. Siente que su compañía nada a contracorriente. "A nosotros nos encanta trabajar con otros artistas, nos interesa mucho la creación y esa parte didáctica de hacer que el bailarín o la bailarina crezca, que se enriquezca y aporte su impronta al conjunto".

En línea con esto, le preguntamos por la tendencia hacia la introspección en las obras más actuales. "Los espectáculos que pueden ser una sesión de psicología a mí personalmente no me llaman la atención", indica. Su trayectoria lo confirma. Estévez y Paños han bailado a Stravinski (La primavera), han reflexionado sobre el flamenco (La confluencia, Bailables), sobre la obra El sombrero de tres picos de Manuel de Falla (El sombrero, El cuaderno)... Sólo por citar algunos de sus trabajos más recientes.

Algunas de sus obras tienen conexiones entre sí. El sombrero se centra en la figura del bailaor sevillano Félix Fernández, mal llamado 'el Loco'. Sergei Diaghilev, director de los ballets rusos que estaba en España cuando estalla la I Guerra Mundial y decide quedarse, lo descubrió e incorporó a su compañía mientras preparaba El sombrero de tres picos creado por Manuel de Falla, aunque luego nunca contó con él. "Es una historia que nos ha acompañado casi desde nuestros inicios. Teníamos la idea de hacer un cortometraje en 2002, pero cuando supimos que el Ballet Nacional iba a hacer un montaje sobre el personaje, abandonamos la idea. Años después pensamos hacer algo ya para baile e hicimos una investigación muy exhaustiva que dio lugar a El sombrero. Tanto, que seguimos investigando y más tarde creamos otra obra, El cuaderno, que se centra en las clases de baile flamenco que dio Félix Fernández al coreógrafo Léonide Massine para preparar la obra".

El pasado 9 de diciembre el Ballet Nacional reestrenaba El loco, coreografiada hace 18 años por Javier Latorre y que ahora retoma el director actual, Rubén Olmo (en cartel en Madrid hasta el 22 de diciembre). "La vi en su momento, cuando la estrenaron", confiesa Estévez, "pero yo veo la historia desde otra perspectiva. Es un personaje apasionante, muy frágil, que no estaba loco y se aprovecharon de él y de su talento".

En busca de nuevo talento

Estévez y Paños son, además, coreógrafos al servicio de otros bailaores. Han creado y dirigido a artistas como Rocío Molina, Ana Morales, Olga Pericet, Manuel Liñán, Patricia Guerrero, Pastora Galván o el propio Rubén Olmo, actual director del Ballet Nacional. En la más reciente Bienal de Flamenco de Sevilla coincidían en cartel tres coreografías suyas: La Confluencia, de su compañía, pero también el Flamenco: Espacio Creativo de Alfonso Losa e Insaciable, de Lucía La Piñona. Estévez explica lo que les interesa de trabajar para otros bailaores: "Es como elegir si quieres un traje a medida o si prefieres entrar tú en uno de tu talla que venden en unos grandes almacenes. Nosotros somos esa sastrería que toma las medidas al bailaor y le crea una coreografía propia. Por eso sólo trabajamos con bailaores que creemos que quieren crecer, que admiramos y respetamos".

Durante y después del confinamiento que provocó la pandemia de coronavirus, cuando las restricciones eran aún muy duras para los teatros y casi no había posibilidades de trabajar para los artistas, Estévez y Paños decidieron concurrir a una línea de subvenciones del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y la Música (INAEM) pidiendo algo insólito: la posiblidad de formar y seleccionar un elenco de bailaores y bailaoras que les permitiera tener el doble de personal, para no cancelar las funciones en caso de tener algún positivo por coronavirus. Le llamaron Proyecto Cantera y, en lugar de hacer un casting al uso, lo organizaron desde un taller que les permitió observar y seleccionar con un conocimiento un poco más amplio. Aquel proyecto salió adelante, durante el tiempo para el que consiguieron la dotación económica funcionaron los dos elencos, y hoy, dos de esas personas se han incorporado a la compañía de manera permanente.

"Con Flamenca391 abrimos también una línea de trabajo en la que nosotros no tenemos por qué estar en escena ni tener el protagonismo", explica Estévez. "Nos gusta trabajar siempre con gente que tiene ganas de aprender, sobre todo jóvenes, por la energía que tienen. Pero también con bailaores de nuestra edad que no han tenido grandes oportunidades pero tienen mucho que aportar".

A pesar de que su planteamiento es el de la experimentación a partir de la investigación en la tradición, Estévez reivindica el flamenco sin argumento ni dramaturgia, que cree que está siendo relegado de las grandes programaciones. "Yo prefiero ver una sucesión de bailes tradicionales por gente que baile bien, a ver un espectáculo con mucho envoltorio, con mucho contexto y que no me está transmitiendo nada", explica. "Echo en falta que se junte a tres bailaores con una buena dirección desde fuera, que pongan una mesa bonita, sin más pretensiones, y que permita ver a bailaores que son excelentes en el baile siguiendo la estructura clásica de los palos".

Pero sobre todo, lo que a Estévez le pide ahora el cuerpo, es parar la creación. "Tenemos muchas obras en activo ahora mismo, más Flamenca391 que vamos a estrenar, y ahora hay que divertirse, cantar y bailar y dejarnos de complejidades. Yo creo que la gente necesita ahora cosas luminosas, más alegres o más divertidas o más accesibles. Más rítmicas y que les hagan vibrar".