Tendencias

¿Cómo ser padre hoy? Así lo ven el cine y la literatura

'Aftersun', 'Pequeña flor', 'Ser padre' y 'Tengo sueños eléctricos' son algunas de las propuestas actuales, cinematográficas y literarias, en las que se piensa y redefine la figura del padre

Fotograma de ’Aftersun’, de Charlotte Wells.

Fotograma de ’Aftersun’, de Charlotte Wells.

Mientras seguimos a vueltas con las relaciones maternofiliales, tema clave de la ficción (y la no ficción) de los últimos años, gana terreno la exploración de la paternidad tanto en cine como en literatura. Igual que ha sucedido últimamente con los relatos en torno a las relaciones entre madres e hijos (sobre todo madres e hijas), lo interesante no es tanto la abundancia de propuestas sobre el tema como la variedad de perspectivas desde las que se aborda. Coinciden muchas obras que destacan por ofrecer enfoques de las relaciones padre-hijo que abarcan de lo poco habitual a lo radical y lo arriesgado. Hay que dejar claro que no son películas o libros en los que la paternidad sustituya una idea vieja y errónea de la maternidad, no van de hombres que asumen roles tradicionalmente atribuidos a la madre: el síndrome de Tres solteros y un biberón (1985) está superado. En un tono mucho más dramático, un equivalente mainstream actual de aquella película podría haber sido Ser padre (Paul Weitz, 2021), en la que Kevin Hart cría a su hija solo, y es otra cosa: en ella hay una huida evidente de la premisa “padre al que le toca hacer de madre y alucina”.

Kevin Hart, en un fotograma de 'Ser padre', de Paul Weitz.

Kevin Hart, en un fotograma de 'Ser padre', de Paul Weitz.

Estas propuestas que coinciden en el tiempo van al hueso, se hacen preguntas delicadas, describen escenarios complejos y plantean otros nuevos, y no temen meterse en algún que otro jardín. Es obvio que hay grandes excepciones en la historia, que los autores de estos libros y películas no son los primeros en revisar los modelos de paternidad, pero es significativa la coincidencia de tantas propuestas que redefinen al padre y rompen con las visiones más tradicionales y esquemáticas.

La herencia paterna

Este viernes se ha estrenado Aftersun, de Charlotte Wells, película en la que Paul Mescal es un padre joven que pasa un verano con su hija de 11 años. En una propuesta que remite a Somewhere (2010) de Sofia Coppola, otra película sobre la relación padre-hija con la que comparte su esencia autobiográfica y dialoga formalmente, Wells habla de algo tan difícil como construir al padre desde la ausencia, a partir de la memoria emocional y visual. Por extensión, habla de la herencia de una forma muy estimulante. Si muchos relatos recientes abordan la transmisión generacional entre mujeres de la misma familia, Aftersun abre una puerta nueva: ¿qué heredamos del padre? En concreto, ¿qué heredamos del padre ausente? ¿De lo que no sabemos de él? ¿De su, pongamos, leyenda? Porque no todas las ausencias son tan trágicas como la de 'Aftersun', pero todas son ausencias.

La idea de la herencia paterna como algo complejo también está presente, planteada de otras maneras, en novelas recientes de Mariana Enriquez y Selva Almada. La segunda aborda en No es un río (y en toda su trilogía de los varones que completan El viento que arrasa y Ladrilleros) el legado paterno como algo que pesa, condiciona y puede perpetuar una estructura patriarcal. En una propuesta de género, Mariana Enriquez también explora en Nuestra parte de noche, especialmente en la primera parte (el viaje por carretera de un padre y su hijo), las oscuridades del vínculo paternofilial y se atreve con un tema tan delicado como la fina línea entre proteger y dañar. Otra propuesta que aborda esa frontera entre el cuidado y la herida, llevándola aún más al límite (o así lo parece al ser una película realista) es Tengo sueños eléctricos, de la costarricense Valentina Muriel. Con estreno previsto en España en febrero, la película muestra –con la complejidad del ser humano en primer plano y sin ser moralista– la relación, a la vez afectuosa e imposible, entre una adolescente y un padre violento. Ese mismo tema también estaba, sublimado hasta el horror y en una propuesta de naturaleza fantástica, en la relación padre-hija de Annette (2021), el musical de Leos Carax.

Fotograma de 'Tengo sueños eléctricos', de Valentina Maurel.

Fotograma de 'Tengo sueños eléctricos', de Valentina Maurel.

Padres hay más que uno

Algunas de las expresiones más arriesgadas de la paternidad parten de situaciones excepcionales y ponen en suspenso lo real. Nuestra parte de noche, Annette, Titane (2021) o Pequeña flor (2022), de Santiago Mitre, serían ejemplos. A través del personaje de Vincent Lindon, Julia Ducournau propone en Titane, una película conectada a los discursos sobre cuerpo y transformación, una paternidad rota, mutante y capaz de adaptarse a todo antes que negarse a sí misma. Y en Pequeña flor, comedia negra (de naturaleza fantástica) que se estrenó la semana pasada, un padre exorciza su estrés matando y rematando al vecino.

Daniel Hendler, en una imagen de 'Pequeña flor', de Santiago Mitre.

Daniel Hendler, en una imagen de 'Pequeña flor', de Santiago Mitre.

No obstante, también hay propuestas recientes que arrojan miradas más realistas sobre la paternidad, con relatos más accesibles y en paisajes más reconocibles. Son obras, incluso si viajan a otra época, muy conectadas al presente. Serían claros ejemplos las novelas Lugar seguro de Isaac Rosa, Simón de Miqui Otero, Todo lo que importa sucede en las canciones de Fernando Navarro o Familia de Sara Mesa. Se trata de libros distintos pero en todos se piensa al padre. Otra novela en la que detenerse es Poeta chileno, de Alejandro Zambra, que abre aún más el espectro de “ser padre hoy” al abrazar la figura del padrastro quitándole toda connotación negativa.