CLÁSICO DE TEBEO

Carpanta, el hambriento que plantó cara a Franco

Una antología de historietas celebra el 75º aniversario del personaje creado por Escobar, muy subversivo en sus primeras andanzas

Dos dibujos inéditos de Carpanta, de Josep Escobar.

Dos dibujos inéditos de Carpanta, de Josep Escobar. / JOSEP ESCOBAR

Ramón Vendrell

Ramón Vendrell

En la España de Franco no hubo hambre, hubo una crisis alimentaria mayúscula que mató por inanición o por enfermedades derivadas de la malnutrición al menos a 200.000 personas. La diferencia es importante y tiene que ver tanto con la magnitud de lo sucedido como con su ocultación tras eufemísticas escaseces y sequías pertinaces. Esta tesis gana fuerza entre los historiadores y por ejemplo la desarrolla Miguel Ángel del Arco Blanco en Hambruna en España durante la dictadura de Franco 1939-1952, investigación publicada en 2020 en el Journal Of Contemporary History. Carpanta, personaje creado por Josep Escobar del que una antología celebra el 75º aniversario, fue un golazo al franquismo.

No pueden pasar más cosas en 13 en la mesa, la vertiginosa primera historieta protagonizada por el indigente, publicada en Pulgarcito en 1947. La baronesa repara en que son 13 las personas sentadas a la mesa y para evitar el mal fario ordena al mayordomo que haga algo. Carpanta, aún innominado, llama a la puerta para pedir sobras de comida y el mayordomo ve la luz: viste al vagabundo con frac y chistera, lo hace pasar por un marqués búlgaro y lo sienta al banquete. A partir de ahí el mendigo se desmelena: se sirve la fuente entera de canelones, se pimpla a morro una botella de vino, le tira los tejos a una comensal, se descalza y pone los pinreles sobre la mesa mientras se fuma un puro, noquea al barón cuando este le llama al orden, obliga a bailar con él a la baronesa y se balancea sobre la lámpara de araña al grito de "¡Soy Tarzán!" antes de saltar por el balcón. Un frenesí subversivo que quizá Felipe Borrayo y Miguel Gallardo tuvieran en mente 30 años después al hacer Revuelta en el frenopático, la presentación en sociedad del héroe del cómic underground Makoki y otro prodigio de acción salvaje.

Encarcelado

Es fácil interpretar 13 en la mesa como un episodio de lucha de clases desorganizada, por mucho que Marx despreciara al lumpenproletariado al que pertenece Carpanta, o al menos como un sopapo al orden establecido. La biografía de Escobar apunta en la dirección de que la historieta no es una gamberrada sin más y tiene fondo político. Nacido en Barcelona en 1908, Escobar dejó clara su adhesión a la República durante la Guerra Civil en revistas como L'Esquella de la Torratxa y La Campana de Gràcia. La militancia antifascista le costó ser condenado a prisión al término de la contienda. Al dibujante Méndez Álvarez le fue peor: fue ejecutado. Escobar cumplió casi dos años en la cárcel Modelo de Barcelona y fue purgado del cuerpo de funcionarios de Correos.

Pronto el energúmeno de 13 en la mesa fue bautizado como Carpanta ("hambre violenta", según el Diccionario de la Lengua Española) y ataviado con levita, alzacuello, pajarita y canotier, su indumentaria característica.

Pantanos

¡Oh los embalses!, historieta de Carpanta de 1949. A un potentado se le ha secado el pantano y acude a Carpanta en busca de ayuda, por consejo de su hijo, que lee Pulgarcito y sabe que el pordiosero siempre tiene remedio para todo, aunque por lo común se le vuelva su ingenio en contra en el gag final. Carpanta, en efecto, tiene solución: recluta de campamento en campamento a otros muchos como él, se ponen todos los desharrapados sobre el muro del embalse con un tubo en la boca, les pasan por las narices un pollo asado, se les hace la boca agua y llenan el embalse. El pollo que le dan a Carpanta como recompensa es de cartón piedra, chasco, como siempre, pero eso es lo de menos. Parece indudable la intención crítica de una escena tan grotesca, en la que se juntan miseria y pantanos, una negación y una bandera franquistas.

El álbum Carpanta. 75 aniversario no profundiza en lecturas políticas del personaje, por lo demás un pícaro entrañable y anacrónico a partir de cierto momento. A lo sumo escribe Paco Roca en el prólogo, titulado Humillación y desacato: "Carpanta se convirtió en el símbolo de esa España invisibilizada por la dictadura, que no aparecía en el Nodo ni en la prensa, y apenas en el cine y las novelas".

Brinda el volumen como golosinas dibujos inéditos de Escobar y reproducciones de páginas originales de Carpanta, cedidos por los herederos del artista. Pero lo importante son las planchas corrientes y molientes de un personaje que fue dinamita en el seno de la compleja editorial Bruguera. Casa de otros saboteadores del régimen al amparo del humor infantil como Doña Urraca, de Jorge (nombre artístico de Miguel Bernet), personificación de la negrura reconcentrada del franquismo.

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