IDENTIDADES DE FICCIÓN

Los asesores lingüísticos de series y películas: “Mi trabajo es que el espectador crea que un actor madrileño es andaluz”

Hablar con deje gallego o vasco en apenas unas semanas. Así trabajan los asesores lingüísticos en un país plurilingüe y con identidades territoriales muy marcadas, donde el tema de los acentos es un desafío en muchas producciones audiovisuales

En un país plurilingüe y con identidades territoriales muy marcadas, el tema de los acentos es un desafío en muchas producciones audiovisuales.

En un país plurilingüe y con identidades territoriales muy marcadas, el tema de los acentos es un desafío en muchas producciones audiovisuales.

Marta Alberca

Marta Alberca

La combinación de diferentes lenguas y acentos en una misma película o serie es cada vez más habitual. Ocurre en As Bestas, el último estreno de Rodrigo Sorogoyen, donde se mezclan francés, castellano y gallego. También en La boda de Rosa, de Icíar Bollaín, donde Candela Peña y el resto del elenco hablaban valenciano en determinadas escenas. O en Intimidad, la miniserie de Netflix, donde el euskera cobra un papel importante.

Pero esto no siempre ha sido así, si hacemos un repaso por la filmografía española, esta está llena de producciones en las que sus protagonistas interpretan papeles que exigen que tengan un acento diferente al suyo: Javier Bardem con acento gallego en Mar adentro o Inma Cuesta en El desorden que dejas, Penélope Cruz en andaluz en La niña de tus ojos, igual que Blanca Suárez y María Pedraza en El verano que vivimos. Si en estas misma películas nos fijamos en la letra pequeña de los créditos, todas ellas cuentan con la participación de un asesor lingüístico.

Ellos son los encargados de trabajar con los actores y actrices para que adquieran, en la medida de lo posible, el acento que la producción requiere. Uno de estos profesionales es Federico Pérez. Él fue el asesor lingüístico de Mar adentro, un proyecto en el que la mayoría de su elenco no era gallego. Sin embargo, sí que era importante que lo parecieran (al menos por el habla) para “dar mayor credibilidad a la historia”, apunta en una entrevista para EL PERIÓDICO DE ESPAÑA.

Amenábar no tenía en mente contar con la figura de un asesor lingüístico, pero Javier dijo que quería parecerse lo máximo posible a Ramón Sampedro"

Lo habitual es que sea el director o directora quien recurra a este servicio, pero en este caso fue el propio Bardem quién lo solicitó. “Alejandro Amenábar no tenía en mente contar con la figura de un asesor lingüístico, pero Javier dijo que quería parecerse lo máximo posible a Ramón Sampedro, y ahí el habla era fundamental”. Otra de las peculiaridades del rodaje fue el poco tiempo con el que contó para trabajar, apenas dos meses. “Él venía de hacer Antes de que anochezca, donde dio vida al poeta cubano Reinaldo Arenas, para lo que estuvo trabajando cerca de un año para adquirir el deje”.

Diferentes técnicas


En este proceso, como ocurre con otras muchas labores, no existe un único método de trabajo. Rosa Moledo lleva 30 años ejerciendo como asesora lingüística y ha sido parte de proyectos como Fariña, donde estuvo trabajando en el guion desde un primer momento. “No se trata solo del acento, sino la forma de hablar”, explica. Por eso, recuerda, lo primero que hizo cuando se enroló en la serie sobre narcotráfico fue tratar el texto sobre el papel para que la estructura fuera parecida a la lengua gallega.

La segunda parte fue el seguimiento con los actores, “la teoría ayuda a que se sitúen, porque cuando no se conoce el idioma se tiende a cambiar adverbios o pronombres”. Después se trabaja la fonética, que “ es la parte más difícil porque aquí depende mucho de la destreza de cada persona, el oído juega un papel muy importante”, apunta Moledo.

Muchos actores de 'Fariña', acostumbrados a trabajar fuera de su comunidad con acento neutro, tuvieron que recuperar su acento natural"

Una de las peculiaridades de Fariña fue que la mayor parte del elenco era natural de Galicia, pero esto, señala, es un arma de doble filo. “Muchos de ellos estaban acostumbrados a trabajar fuera de su comunidad, y en la mayoría de las producciones les pedían que tuvieran acento neutro”. En este caso, el proceso de trabajo fue a la inversa. "Tuvieron que recuperar su acento natural, lo que fue un reto, porque cada uno tiene su particularidad”, añade.

En el caso de Federico, recuerda que en Mar adentro primero trabajó la fonética y después el guion. “La labor consistió en hacer mucho oído, escuchamos un montón de grabaciones del propio Sampedro para después imitar su forma de hablar”, afirma. Ambos insisten en que no se trata tanto de una imitación del acento en sí como de entender, “es como aprender un idioma nuevo que no conoces”, añade. Molero añade que para ella lo más importante es “conocer la gramática y la teoría, y ya después el oído”.

Después de esta fase, llega el momento de trabajar en el rodaje. “Es uno de los momentos más importantes, porque es donde llegan los errores y donde hay que investigar nuevas fórmulas de trabajo para adquirir el deje”, argumenta Moledo. Sin embargo, en muchas producciones dejan fuera la función del asesor lingüístico en este punto, “algo que no se entiende, porque es fundamental”.

Otra de las peculiaridades del sector es que hay actores o actrices que siempre trabajan con el mismo preparador. Aunque esto suele darse más en las grandes producciones de Hollywood. “Ocurre sobre todo cuando se trabaja para mejorar el inglés y optar a participar en películas americanas”, añade Federico.

Actores con el acento de serie


“El acento es tu tesoro, no lo pierdas nunca”. Eso decía Lola Flores. Sin embargo, esto no siempre es así en la industria cinematográfica. Son muchos los ejemplos que evidencian que en un gran número de producciones, los cabezas de cartel son actores y actrices que interpretan un papel imitando un acento determinado, y no actores autóctonos, que ya lo tienen de manera natural. El motivo: una cuestión de marketing. “Un protagonista como Bardem, Penélope Cruz o Luis Tosar es garantía de éxito, y al fin y al cabo la industria cinematográfica como su propio nombre indica es un negocio”, explica Molero. Por tanto, como en todo negocio, siempre se busca un beneficio económico.

Pero para que la trama de determinadas producciones se entienda es necesario que se refleje la idiosincrasia de ese determinado lugar, y para eso la lengua es fundamental, aunque no siempre se tiene en cuenta, tal y como explica el actor canario pero criado en Málaga Salva Reina, protagonista de series como Allí abajo o películas como La isla mínima, para el que “evidentemente, cuanto más cercano sea ese acento para el actor, más credibilidad tendrá la historia”.

El actor Salva Reina.

El actor Salva Reina. /

Molero va más allá. “Yo soy partidaria de que las series y películas se hagan en la lengua propia. Hace unos años esto parecía más utópico, pero, ¿por qué vemos una serie coreana o turca y sin embargo, no se puede emitir una serie en gallego en una plataforma como Netflix o HBO?”.

Esta situación, sin embargo, podría dar lugar a otro problema habitual en la gran pantalla: los clichés identitarios y la discriminación por acentos. En el caso del andaluz, por ejemplo, en demasiadas ocasiones se le ha asociado a determinados papeles relacionados con los estratos sociales más bajos. “Todavía hay gente que considera que un andaluz no puede hacer un papel de un científico o un político”, apunta Salva Reina.

No solo con los andaluces. Los estigmas relacionados con los acentos son un mantra en nuestra sociedad y por ende en la producciones culturales. Vascos serios, gallegos tímidos, andaluces festivos o catalanes a lo suyo son solo unos pocos ejemplos. Aunque este escenario parece que se va diluyendo poco a poco, como explica la catedrática de Lengua Española, Lola Pons. “Puedes tener a un secundario haciendo un papel menor de farmacéutico que atiende a la actriz principal, que ambos tengan acento andaluz y que eso no sea significativo en la trama ni en la forma de comportarse los personajes”.

Otro de los problemas es que ese acento no se imite una de una forma adecuada o fiel, y de lugar a una parodia o burla. “Imitar acentos es una parte de lo que puede componer una recreación humorística, y la agresión al otro no está en ese acento sino en la validez que demos al personaje”, explica Pons.