HISTORIA

Francesc Cambó: biografía de un fracaso en seis capítulos

El historiador Borja de Riquer concluye tres décadas de investigaciones sobre la figura del líder de la Lliga con una biografía que coteja la historia oficial del personaje con la realidad que revela su correspondencia personal

Francesc Cambó, retratado por Zuloaga.

Francesc Cambó, retratado por Zuloaga. / ARCHIVO

Ernest Alós

Ni la imagen de Francesc Cambó que crearon sus enemigos ni la que él mismo reconfiguró en sus memorias resisten el cotejo con la torrencial documentación que ha manejado el historiador Borja de Riquer a lo largo de tres décadas y que desemboca en su último libro, Francesc Cambó. L'últim retrat (Edicions 62/Editorial Crítica). Después de publicar monografías que iluminaban aspectos parciales de su figura (Argentina, su relación con Alfonso XIII, la caída de la monarquía, la guerra civil) a partir de materiales inéditos que iban surgiendo de su trabajo de investigación, el historiador Borja de Riquer acaba de publicar la que será la biografía de referencia sobre el catalán más influyente de la primera mitad del siglo XX, libre de las restricciones y condicionamientos de obras anteriores redactadas bajo la inspiración del mismo político o, tras su muerte, de su familia, en especial la canónica de Jesús Pabón.

Tras sacar petróleo de millares de cartas, De Riquer prefiere exponer las numerosas contradicciones del personaje que vivió la imposibilidad de ser "nacionalista catalán y gobernante español, reformista y conservador", en "todos sus matices", antes que "hacer ni de fiscal, ni de abogado defensor, ni de juez".

Cambó y Franco

El apoyo de Francesc Cambó al bando rebelde durante la guerra civil, del que "se avergonzaba pero no arrepentía", es el aspecto más reprochado y reprochable de la ejecutoria política del objeto de estudio de De Riquer. Pero en pocos casos como este es necesario no olvidar "todos sus matices". En sus memorias, Cambó justifica su apoyo, que le llevó a financiar el esfuerzo de guerra y crear la más efectiva red de propaganda internacional de los rebeldes, con el consabido argumento de que era necesario evitar la revolución que preparaba el Frente Popular. Sí, muy pronto (diciembre de 1936) escribía en diarios británicos que se trataba de una lucha de "barbarie contra civilización".

Pero, en parte, se trataba de justificaciones a posteriori, sin duda bajo el impacto de la violencia revolucionaria. Ese mismo julio de 1936, mientras en cambio su enemigo Juan March financiaba los preparativos del golpe, en su correspondencia con Joan Ventosa, hacia el 17 o 18 de julio, se felicitaba de que tras el asesinato de Calvo Sotelo no se hubiese producido "una reacción violenta que que habría tenido graves y dolorosas repercusiones" y sostenía que sería positivo que el Frente Popular durase en el poder antes de caer por su propio desprestigio, no sin antes haber consolidado la autonomía de Catalunya. "Sería mucho peor una dictadura", añadía. Y una militarada sería "extemporánea, prematura y perturbadora".

Según De Riquer, Cambó no solo optó conscientemente por el mal menor sino que le pudo la "ingenuidad" y el "alejamiento de la realidad", que hacía a los de la Lliga aspirar a una Catalunya autónoma bajo un benévolo virrey catalanohablante... el general Emilio Mola.

Las fracasadas 'operaciones Cambó'

Los intentos de intervención de Cambó en la política española se cuentan por fracasos, a pesar de su relación tan directa como conflictiva con Alfonso XIII, y sus diversos cargos ministeriales. Su rechazo a encabezar el Consejo de Ministros en 1922 para no renunciar a su proyecto catalanista es uno de esos momentos frustrantes. Pero fue una oferta del monarca declinada por él. Hay, considera De Riquer, dos grandes operaciones Cambó en las que sus ambiciones descarrillan estrepitosamente. Cuando intenta aglutinar regionalismos diversos en una candidatura fallida en las elecciones de 1918 y cuando intenta crear una opción política que salve la Monarquía en 1930, el Centro Constitucional, con Cambó visto por muchos como el hombre providencial que lideraría una Transición.

Un documento hasta entonces inédito que Riquer ya utilizó en una anterior obra muestra la diferencia entre la historia oficial: en sus memorias asegura que el diagnóstico de un cáncer le hizo renunciar a encabezar el Gobierno tras la caída del general Berenguer, cuando en ese texto anterior aclara que se echó atrás por las amenazas de golpe de Estado si él accedía a la presidencia del Consejo, y que planeaba intentarlo de nuevo al cabo de unos meses, con su segundo Ventosa ya colocado en el Gabinete para abrir camino.

Un fracaso no solo personal

En el epílogo del libro, De Riquer plantea que más allá del fracaso personal (la imposibilidad de ser el Bismark de España y el Bolívar de Catalunya que le reprochó Alcalá Zamora, pulla que Cambó encajó reconociendo que eso le había dolido porque era bastante cierto), el de Cambó es un fracaso colectivo y que llega hasta hoy. No simplemente la frustración de una determinada propuesta catalanista" de "concordia" entre Catalunya y España, sino "un claro fracaso político español", la victoria de "una actitud defensiva, inmovilista y conservadora". "El miedo a los cambios, por razonables y necesarios que sean, parece que se ha impuesto siempre en la triste vida política española. Y así estamos desde hace un siglo", concluye.

Un final amargado por las acusaciones de corrupción

Cambó empezó como pasante de abogado y llegó a ser un multimillonario de internacional. Saber crear un servicio de estudios y análisis propio, tener visión de futuro en sus inversiones y contactos internacionales se lo permitió, aunque su gran operación, la Compañía Hispano Americana de Electricidad (CHADE), requirió de otra habilidad, el soborno y la capacidad de ocultarlo. La que llegó a ser la tercera empresa de España y la quinta compañía eléctrica del mundo fue creada como pantalla para evitar que sus propietarios alemanes vieran incautadas sus propiedades tras la Primera Guerra Mundial y le brindó a Cambó, como presidente y muñidor del entramado de ingeniería societaria, un 1;5% de los millonarios beneficios anuales de una de las empresas más rentables del mundo. Con un dominio total del mercado energético argentino gracias a un tejido de corrupción que fue desvelado tras el golpe militar de 1943 y objeto de una investigación que fue enterrada al cabo de un mes por orden del coronel Perón. Que, apunta Riquer, poco después vio como su campaña presidencial de 1946 fue financiada por la empresa. Que los años finales de Cambó estuvieran amargados por este escándalo (y la liquidación de la empresa por el Gobierno español) no deja de tener ciertas resonancias.

Borja de Riquer, en la presentación de su biografía de Francesc Cambó.

Borja de Riquer, en la presentación de su biografía de Francesc Cambó. / MARTA PÉREZ / EFE

El mecenazgo

Para Riquer, la inmensa labor de mecenazgo de Cambó (con una colección de clásicos como la Bernat Metge que solo tiene paralelos en inglés, francés y alemán), aunque por motivos operativos la analice en su libro de forma independiente "forma parte del proyecto político" de Cambó. También es indisociable de su habilidad como hombre de negocios. Solo un ejemplo. La compra "arriesgada" de una colección de arte con un crédito de una banca suiza que sale a subasta fraccionada a tales precios que puede adquirir una buena parte de las obras para sí mismo y salir ganando con la operación... meses antes del crack del 29.

Vida privada

Cambó era un patricio conservador y católico. Pero de un tiempo en que eso solía implicar que se aplicase sin remordimientos el versículo evangélico sobre esa mano izquierda que no sabe qué hace la derecha. La "vida sentimental complicada" de Cambó merece un capítulo de la biografía de Riquer, en el que confiesa que, de las "leyendas" sobre Cambó y las mujeres, se ha quedado solo con aquellas que ha podido documentar, y aun así no son pocas. De los amores con cantantes (Maria Gay y Maria Barrientos) a los únicos planes de boda siguiendo las convenciones de la alta sociedad (Josefina Güell y López y Glòria Bulbena, frustradas por la muerte de la primera y en el segundo caso por la "mala reputación" del pretendiente), a relaciones sospechosas como las de Pilar Moraleda, esposa de su amigo Gonzalo Arnús, o las que mantuvo con las madres de sus dos hijas (Montserrat RIbera, de la no reconocida Montserrat Girona Ribera, y Mercè Mallol, con la que se acabaría casando para garantizar los derechos a la herencia de su hija Helena Cambó en la que volcó todo su interés paterno en los últimos años de su vida). Aunque no todo acaba aquí: una "anécdota muy dura" recogida en el dietario de Joan Estelrich dibuja a Cambó como un Weinstein catalán: según una dama austriaca, "le propuso ser su amante, si quería que su marido prosperase; la negativa de ella determinó una persecución contra él".

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