ANIVERSARIO

60 años de Liberdúplex, la imprenta que resurgió gracias a una amistad adolescente

La empresa de impresión y encuadernación de Prensa Ibérica celebra su sexagésimo aniversario convertida en un centro de referencia en el sector

Inauguración de una planta de impresión de Liberdúplex, que celebra su 60 anivesario.

Inauguración de una planta de impresión de Liberdúplex, que celebra su 60 anivesario. / FERRAN NADEU

Juan Cruz

Juan Cruz

Cuando tenía 14 años Ainhoa Moll vino a la casa de sus padres, en Barcelona, con una alarma. El padre de su amiga Laura Mainer, compañera de clase, estaba a punto de cerrar su negocio, una imprenta. El padre de Ainhoa, ya entonces un emprendedor muy importante en el mundo de los periódicos y un apasionado desde siempre del mundo de los libros, estableció contacto con Manolo Mainer, el padre de Laura. Esa historia, que parece un cuento de hadas con final feliz, dio de sí lo que es hoy Liberdúplex, la mayor imprenta de libros que hay en España, que fabrica al año 35 millones de ejemplares, de muy diversas editoriales, en este país y en el extranjero, y este lunes cumplió 60 años con este lema: pasión por los libros.

Quien contaba esa historia cuyo final no acaba aquí, sino que prosigue, era Javier Moll. Aquel sueño que era difícil de cumplir y que le propuso su hija tiene ahora una planta más de las que ya tenía Liberdúplex, cuenta con las tecnologías más recientes cuyos robots se alternan con la experiencia humana que hay detrás de lo que en un tiempo parecía que se iba a quedar como artesanía.

En los 90 del siglo pasado se pensó que la impresión de libros se iba a pique y ahora compite sin miedo con la realidad digital. Esas plantas en las que Liberdúplex prosigue el deseo de la niña Ainhoa de ayudar a la familia de su amiga huelen en este momento a lo que siempre han olido los libros, a tinta, a papel, a un sueño que fue de Gutenberg y que ahora, entre otros, sigue siendo el sueño de Moll y de sus compañeros de aventura. La letra impresa en su viejo apogeo, animada ahora por el hecho de que los editores ya no temen a que, como decían los agoreros, la estrella cibernética acabe con las plantas de impresión.

Aquí huele a libros, el sonido es el que siempre acompañó el alumbramiento de la letra impresa, y el enorme espacio (unos 15.000 metros cuadrados) que ocupa este sexagenario invento en el que confió el editor Javier Moll es ahora una respuesta también a los que, en la Feria de Fráncfort de 1996, afirmaban que esto que hoy se celebraba sería un cuento de hadas, pero al revés. Moll estaba feliz, como si botara el primero de los periódicos que constituyen Prensa Ibérica, entre ellos El Periódico de Catalunya y el más reciente, EL PERIÓDICO DE ESPAÑA (al que este lunes se unió, hasta llegar a los 26 diarios, su adquisición de El Correo Gallego). El padre de Ainhoa, la niña que le llegó explicando la imperiosa necesidad de ayudar al padre de su amiga, lleva 46 años en el negocio de la prensa, tiene una editorial en Londres (Allison & Busby) y otra en Barcelona, Alba, que dirige otra hija suya, Idoia, y es, dijo, “un apasionado del libro desde siempre”.

La delegada de Gobierno en Catalunya, María Eugenia Gay; el secretario de Empresa y Competitividad de la Generalitat, Albert Castellanos; el director general de Liberdúplex, Víctor Trillo; y el presidente de Prensa Ibérica, Javier Moll. 

La delegada de Gobierno en Catalunya, María Eugenia Gay; el secretario de Empresa y Competitividad de la Generalitat, Albert Castellanos; el director general de Liberdúplex, Víctor Trillo; y el presidente de Prensa Ibérica, Javier Moll.  / JORDI COTRINA

Celebrar la salud del libro

Rescatar aquel negocio que amenazaba ruina no fue tarea sencilla. La ilusión (“la pasión por los libros”) chocaba con la realidad de los tiempos oscuros, pero él desconfió de la seguridad de “los expertos”, porque creía en “el mix de la imprenta”. Con esa convicción y la complicidad de su principal socia, su mujer, Arantxa Sarasola, fue llegando al “difícil equilibrio” entre la realidad y el deseo. 1998, el año en que tomaron este barco que sólo tenía deriva, era un obús yendo a un futuro incierto. “Nos dimos golpes en todas las esquinas, fueron tres años difíciles, durante los cuales me di cuenta de que o tiraba la toalla o aguantaba”. Aquella toalla de sudor era un ventarrón del pasado, y por eso brindaron con él compañeros de travesía y también autoridades catalanas que no sólo se congratularon del éxito que se celebraba sino de otros aspectos del trabajo que firma Moll como emprendedor de periodismo.

En concreto, el secretario de la Conselleria de Empresa del Govern, Albert Castellanos, se felicitó (en catalán y en español) de compartir este éxito con alguien que además preside un grupo de prensa que aporta información y serenidad en tiempos tan complejos como los que hoy afrontan, en el mundo y en España, los medios de comunicación. La delegada del Gobierno español en Cataluña, María Eugenia Gay, subrayó la cifra de los libros impresos por Liberdúplex para celebrar la salud del libro frente a los agoreros. Además, explicó que esa estadística cose con una reciente iniciativa del Gobierno de la nación, que ha abierto la mano para ayudar a que los jóvenes compren libros. “El libro está en crecimiento”. En los tiempos en que Ainhoa Moll tenía miedo por el porvenir del negocio del padre de su amiga la frase de la delegada del Gobierno hubiera sido la parte buena de una utopía.

El libro estaba en boca de todos. Le preguntamos a algunos de los presentes, precisamente, por la relación de cada uno con los libros. Arantxa Sarasola, a la que su esposo, Javier Moll, atribuye la constancia que mantiene Liberdúplex, está leyendo ahora los Episodios Nacionales de Pérez Galdós, en papel, naturalmente, “aunque en viajes largos no se puede descartar el e-book”. La regenta de Clarín es, dice, otro de los ilustres papeles impresos de su cabecera. Su hija Arantxa, alta directiva de Prensa Ibérica, apuntó a una traducción de Alba, Madame Bovary, de Flaubert. Víctor Trillo, el hombre que dirige las operaciones de Liberdúplex, seleccionó entre los que han salido de esta imprenta La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón, “que leí bajo el sol del verano en cuanto salió precisamente de estas planchas”.

Un trabajador de Liberdúplex pone a punto uno de los robots de la nueva planta de impresión digital.

Un trabajador de Liberdúplex pone a punto uno de los robots de la nueva planta de impresión digital. / FERRAN NADEU

El olor del papel

Olía a papel por todas partes. En ese contexto que hace años parecía que iba a quedar obsoleto le preguntamos a la delegada del Gobierno por sus libros. Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar, Yo, Julia, de Posteguillo, La amistad, de Cicerón… Ella fue actriz (estuvo en la puesta en escena de la Antígona de Sófocles), es jurista e hija de esa pasión por la justicia, y considera que leer (“leer libros, en papel, o como sea”) empodera, “garantiza conocimiento, inclina a la formación; da confianza, libertad y nos educa en el respeto”. Dos editores nos salieron al encuentro. Jesús Badenes, alto representante de Planeta, también tiene por Zafón su recuerdo mejor de su larga época como editor en la casa que fundó Lara. Daniel Fernández (Edhasa, presidente de los Editores) celebra que ahora coexistan robots con los antiguos impresos, como en las plantas de Liberdúplex; Silvia Sesé (Anagrama) llevaba en la cara la alegría de haber recuperado a Álvaro Pombo para su editorial (“en enero publicaremos su novela Santander 1936"); Víctor Benayas (Random House) celebraba con nosotros el día en que mandó a imprimir el primer libro que publicaba de Arturo Pérez-Reverte (La tabla de Flandes), y Silvia Bastos, agente literaria, estaba muy contenta con el hecho de Anagrama publique a Pombo, su autor, y, en general, contenta de tener entre sus pupilos también, por ejemplo, a Jordi Soler, a Inés Martín Rodrigo (compañera nuestra en abril) o a Santiago Roncagliolo.

Una fiesta del libro en Liberdúplex , plantas de hacer libros en las que confluyen 48 editoriales del más variado signo, que con su presencia desmienten la ya obsoleta suposición de que acabaría el libro impreso. El padre de aquella niña, Ainhoa, estaba de acuerdo cuando escuchó decir la famosa anécdota de lo que dijo Mark Twain cuando vio en un diario la noticia de su muerte. Dijo aquel cascarrabias: “La noticia de mi muerte es francamente prematura”. Dijo este lunes Javier Moll: “Lo mismo se puede decir de los agoreros. Ya se ve que los libros gozan de buena salud”.

Alrededor las planchas hervían. Daban ganas de llevarse los libros recién hechos. Pero son de las editoriales, y muy pronto todos ellos, 35 millones de libros, serán de las librerías.   

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