EL FUTURO DEL PERIODISMO

Venanzio Postiglione, vicedirector del 'Corriere della Sera': “La gente quiere saber lo que es verdadero y lo que es falso”

El veterano periodista italiano defiende la convivencia del papel tradicional con las diferentes plataformas antiguas y modernas, con el foco puesto donde siempre ha debido estar el periodismo: contar lo que importa y hacer las preguntas adecuadas

Venanzio Postiglione, vicedirector del 'Corriere della Sera'.

Venanzio Postiglione, vicedirector del 'Corriere della Sera'. / Cedida

Juan Cruz

Juan Cruz

Venanzio Postiglioni (Salerno, 1967) es vicedirector del Corriere della Sera, uno de los diarios más influyentes de Italia, de los grandes de Europa. Le preguntamos por el futuro del oficio a través de Skype hace unas semanas, con motivo del primer aniversario de El Periódico de España. Antes de las preguntas, este periodista y académico hizo una descripción que no se puede soslayar para entender la posición de su medio en el mundo de la información. La entrevista que sigue es un extracto de sus amplias respuestas. [La traducción se la debe el periodista a Helena Lozano, profesora española en Italia, ayudante y traductora del profesor Umberto Eco, y reciente traductora de Caro Pier Paolo (Galaxia) el libro de Dacia Maraini, sobre Pasolini].

Dijo Postiglioni, al comenzar la conversación, como para centrar su credo: “Soy subdirector del Corriere della Sera y también director de la Escuela de Periodismo Walter Tobagi, la primera escuela de periodismo de Italia. Se llama Walter Tobagi en honor del que fue un gran periodista italiano asesinado en 1980 por los terroristas rojos. En un artículo escribió 'Los terroristas perderán, la democracia ganará'. Por ese artículo, titulado No sois samuráis invencibles, pagó con su vida. Por eso le pusimos a la escuela el nombre de Tobagi, porque fue un gran periodista que no tuvo miedo y fue asesinado por sus ideas reformistas. En cuanto al periodismo del futuro, le diré cómo lo veo: primero, los periódicos en papel no se acabarán, las plataformas están destinadas a coexistir, convivirán todas, en paralelo. Eso es lo que ha pasado con la radio, que no se acabará nunca. Hay otros medios de comunicación, pero los medios no se anulan recíprocamente: radio, televisión, papel, web, pueden ir de la mano. Las cifras serán diferentes porque nos damos cuenta de que el papel, con el paso de los años, va teniendo un público cada vez más reducido. Se trata de una élite, en el sentido cultural, muy apegada al papel, pero esto no significa que el papel se vaya a acabar, al contrario, debemos defenderlo y sacarlo adelante, sin tener miedo del futuro".

P. ¿Y cuando ya estemos en el futuro?

R. El futuro le traerá grandes satisfacciones al periodismo. Está vivo y nunca lo ha estado tanto. Ahora mismo, en los quioscos, nuestro periódico vende casi 200.000 ejemplares y tiene 440.000 suscriptores digitales. Cada día tenemos entre 4 y 5 millones de usuarios únicos, es decir, 4 millones de italianos, a veces 5, que acuden a nuestro sitio para leer nuestros artículos. Es una cifra enorme sobre 60 millones de italianos, cada día. Antaño teníamos una plataforma: el papel. Ahora están el papel, el papel volcado en edición digital y el sitio web. Y no sólo eso, también está Corriere TV, por lo que tenemos vídeos que producimos, entrevistas en vídeo, editoriales en vídeo, comentarios en vídeo, y tenemos los podcasts que producimos con nuestros periodistas. Cuando entré en el Corriere tenía 22 años, en 1989: aprendí con la máquina de escribir, había teléfonos fijos y, por supuesto, sólo había papel. En los últimos años he tenido que aprender otro oficio, y, como yo, muchos compañeros que después de veinte, treinta años de trabajo han vuelto a empezar. Pero eso, de momento, resulta muy divertido porque nos vemos obligados a entender, a aprender, a ponernos al día.

P. ¿Y cuál es el papel del papel, por decirlo así?

R. Nuestra miopía es que sólo miramos el papel, pero no nos damos cuenta de que, si juntamos todas las plataformas, estamos hablando de lectores reales y de lectores potenciales a los que debemos llegar, y por eso digo que el periodismo está vivo y puede tener un gran futuro. Cuando inauguraba la escuela de periodismo hace unos años, solía decir: "La noticia ya se conoce, ahora hay que profundizar, decir algo más". Ahora, cuando a mediados de octubre inaugure la nueva escuela de periodismo, diré: "Señores, nuestra profesión en sus fundamentos vuelve a lo básico, debemos entender qué es verdadero y qué es falso". Cuando Nelson Mandela estaba en coma, todas las noches había algún tonto, en cualquier lugar el mundo, diciendo en blogs, en Facebook, en Twitter, que Mandela había muerto, pero no era cierto. Una noche, una importante agencia de prensa internacional, autorizada, dijo que Mandela había muerto y era verdad. Lo que hay es una gran necesidad de credibilidad.

No debemos tener miedo de lo digital, debemos estar ahí y, como dijo San Pablo, debemos pelear la buena batalla, una lucha por el periodismo libre, independiente y autorizado, una lucha importante y sagrada'

P. ¿De confianza o de fe?

R. El periodismo en su esencia tiene que ser llevado a lo digital, buscando la confianza del lector. No es fácil, porque en lo digital todo es gratis, así que hay que ir a lo digital y pedir un pago. Pero estoy seguro de que es el camino. Lo demuestra que casi todos los jóvenes que salen de la escuela de periodismo encuentran trabajo, porque hay necesidad. Estoy seguro de que la gente quiere saber lo que es verdadero y lo que es falso, quiere tener un lugar en el que pueda confiar, lo quiere; hay una necesidad, la gente lo necesita. Por lo tanto, no debemos tener miedo de lo digital, debemos estar ahí y, como dijo San Pablo, debemos pelear la buena batalla, una lucha por el periodismo libre, independiente y autorizado, una lucha importante y sagrada. Ahí tenemos que estar, también en lo digital, en las redes sociales, en Facebook, en Instagram, en Twitter, pero sin dejar de ser nosotros mismos.

P. ¿Se puede combinar el futuro con el pasado en la sociedad actual?

R. Es difícil, pero se puede hacer. Claro que depende de los profesores, no de los jóvenes. Si los jóvenes no se apasionan por el pasado, no lo aman, no lo conocen, es culpa nuestra. Los jóvenes necesitan buenos profesores, afables y apasionados, que sepan transmitir la importancia del pasado, y eso depende de nosotros, de nuestra generación. Nuestra generación en este momento es fundamental, somos como los amanuenses de la Edad Media que tienen que transmitir la civilización antigua a la civilización futura, como los amanuenses benedictinos que en los monasterios salvaron la civilización antigua transmitiéndola a la posteridad. Los que tenemos 40, 50, 60, 70 años somos como esos monjes benedictinos, tenemos que ser esos monjes benedictinos, pero tenemos que ser capaces de transmitirlo con cabeza, aunque no es suficiente. En nuestros relatos tenemos que poner corazón, pasión, empatía.

P. Usted ha hecho para su periódico muchas entrevistas en esta época en la que la política y el periodismo tienen una proximidad peligrosa. ¿Cuál debe ser la actitud del periodista hacia los políticos de hoy?

R. En primer lugar, no hay que tener prejuicios. Empezar con un espíritu sereno y abierto. En segundo lugar, no ser un periodista-protagonista: un periodista debe dejar hablar a las personas, debe escucharlas, pero, y esto es fundamental, debe hacer su trabajo hasta el final, hacer las preguntas adecuadas, incómodas, importantes. Y hacerlo con todos; todos deben tener preguntas incómodas, importantes, apremiantes porque, cuando entrevistas a un político, debes ser el portavoz de la opinión pública. En estas entrevistas que les he hecho a todos los líderes políticos, había una parte de preguntas mías y otra parte de preguntas que había hecho formular a los lectores. Pedí a éstos que enviaran sus preguntas por correo electrónico a una dirección específica, con su nombre y dirección completos, porque quería que los lectores fueran responsables de sus propias preguntas. Durante la entrevista, algunas preguntas eran mías, otras, cuando podía, la mayoría, eran de los lectores. De este modo, el lector estaba en contacto directo con los políticos, les hacía las preguntas que les interesaban, difíciles, incómodas y a veces agresivas, y esto permitía hacer una entrevista real y viva y, al mismo tiempo, implicar a los lectores, hacerles sentir protagonistas de esa entrevista y del periódico. Se trata de un método nuevo, la entrevista un poco del periodista, un poco del lector que le envía las preguntas, pero en mi opinión puede tener una buena función de enlace lector-periódico-preguntas… No hay que tenerles ningún miedo reverencial a los políticos: nosotros hacemos nuestro trabajo, ellos el suyo. No hay que agredirlos, el periodista no debe buscar pelea, debe buscar respuestas. Cuando el periodista arma una bronca, suele ser una coartada para no hacer su trabajo a fondo, su trabajo es obtener respuestas a las preguntas correctas, fuertes, intensas e incómodas. El trabajo del periodista no es pelearse con el político, tiene que conseguir que responda a las preguntas.

P. La actitud del periodista ha cambiado desde la llegada de internet. ¿Qué consecuencias ha tenido este cambio radical en la actitud, en el ser humano e intelectual del periodista? ¿Cómo hemos cambiado?

R. Ha cambiado, está cambiando mucho. No es cierto que el mundo sea el mismo y que sólo hayan cambiado los medios; los medios hacen que el mundo cambie. Internet no es un medio más que utilizamos. No, internet es la mayor revolución de la historia de la humanidad, por lo que está cambiando nuestras cabezas, nuestros pensamientos, nuestras actitudes. Y los niños que son nativos digitales viven de internet, nacen con internet, saben usar internet, y eso es un valor añadido. Es importante porque se trata de un mundo que no tienen que aprender: son como los nativos de una lengua, como el que nace en Italia es un nativo italiano, porque ya viven en su tiempo, con el idioma y con internet. Internet es como la lengua de la madre, y del padre. Ahora, sin embargo, qué debemos decirles a estos jóvenes nativos digitales, qué debemos transmitirles: el contexto, es decir, todo lo que nos rodea y que deben entender, comprender. Conocen el medio, pero deben entender que ese medio sin cultura no es nada. El problema que tenemos es que los jóvenes a veces son demasiado rápidos, demasiado veloces, y en cambio, cuando éramos jóvenes nosotros teníamos que aprender a ser más rápidos, mientras que ahora en 2022 tenemos que decirles: “Tienes que ser más lento”.

Cuando Italia cerró durante el confinamiento, en la página web del 'Corriere' tuvimos 12 millones de usuarios únicos al día. Hay una gran necesidad de que el periodismo explique, cuente'

P. Hablando de la prisa, hay una frase que leí en una de sus entrevistas en la que decía que en los periódicos siempre tenemos prisa, y esa prisa es también una huida para obviar lo que es básico, que es, como decía Bill Kovach en Los elementos del periodismo, “la disciplina de la verificación”.

R. Exactamente, tenemos que entender que es importante ser rápido, pero es más importante verificar y entender las noticias, muy importante, porque luego los lectores nos juzgan sobre si una noticia es verdadera, si es completa, si está bien explicada. ¿Sabe cuándo logramos un gran éxito de público en Internet? Cuando se producen grandes acontecimientos y nosotros damos al público indicaciones. El mayor éxito del periodismo italiano fue hace dos años, por la pandemia. Cuando a causa de la pandemia Italia cerró, con el confinamiento, en la página web del Corriere tuvimos 12 millones de usuarios únicos al día, 12 millones de italianos vinieron al Corriere para informarse, porque había un gran hecho y nosotros intentamos dar indicaciones. Quién puede salir, quién no puede salir, cómo puedes recibir tratamiento, cuándo tienes que ir al hospital. Hay una gran hambre, una gran necesidad también de que el periodismo explique, cuente y, por lo tanto, esto se puede hacer, esto no se puede hacer. En política exterior, la gente quiere entender: por qué ha estallado la guerra, por qué los ucranianos afortunadamente resisten, por qué no se puede bajar el precio del gas... El periodismo se ha convertido en los últimos años también en el libro de los porqués: la gente pregunta y nosotros tenemos que intentar dar respuestas.

P. Eugenio Scalfari, el viejo director de La Repubblica, que acaba de fallecer, me preguntó un día de 2008, cuando le conté que un grupo de profesores alemanes predijeron que en 2023 se acabaría el periódico de papel: "¿Y dicen a qué hora se produce el final?". Si usted fuera el Scalfari de hoy y le hiciera esa pregunta, ¿qué diría?

R. Yo digo que el papel resistirá muchos años; pero nosotros, precisamente porque nos quitamos las gafas del futuro, decimos: "¿Cuándo saldrá el último ejemplar del New York Times?" La respuesta es: no es importante. El problema no es el último ejemplar, el problema es que nunca haya una última noticia. No puedo decirle si dentro de veinte años las noticias viajarán por papel, por internet, por drones o por el pensamiento, y si encontraremos la forma de conectar las neuronas a distancia, no lo sé, así que no puedo decir cuál será el último ejemplar, pero sí puedo decirle que nunca habrá una última noticia porque la gente siempre necesitará noticias. El New York Times, su excelente periódico, mi periódico, vivirán. Las formas, las plataformas las veremos, pero no podemos saber cuáles serán porque el mundo va muy, muy rápido y se introducirán otras cosas, otros medios de comunicación, habrá taxis voladores, iremos a Marte, la ingeniería genética abrirá nuevas fronteras; pero la noticia siempre estará ahí porque el hombre, como decía Aristóteles, es zoon politikon, un animal social, y no es una casualidad que Aristóteles lo dijera hace 2500 años: el hombre es un animal social. ¿Y qué tenemos hoy, 2000 años después de Aristóteles? Las redes sociales. Para este nuevo medio de comunicación que son las redes sociales, hemos inventado [en italiano] la expresión 'social', que se remonta nada menos que a la noche de los tiempos por nuestra necesidad de vivir en relación con los demás.