ESCENA

El Festival de Otoño celebra 40 ediciones: de arrodillarse por un cheque a curar un mundo herido (por la inflación)

El gran festival internacional de artes escénicas de la capital reúne a consagrados como Robert Lepage y Tiago Rodrigues junto a emergentes como Marina Otero y Serrucho

Imagen de la obra '887', de Robert Lepage.

Imagen de la obra '887', de Robert Lepage. / Érick Labbé

En 1984 Madonna baja de una gran tarta de boda con un vestido de tul blanco y retoza por el suelo mientras canta Like a virgin en la primera edición de los Premios MTV, comienza a emitirse La bola de cristal en TVE, se estrena en cines Los santos inocentes, Milan Kundera publica La insoportable levedad del ser, Ernesto Sábato es galardonado con el Premio Cervantes, Michel Platini gana su segundo Balón de Oro consecutivo, se celebran los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, Seat fabrica su primer Ibiza, nace la primera niña probeta en España, quedamos terceros en Eurovisión con Lady, Lady, Paquirri muere de una cogida en Pozoblanco, Felipe González lleva dos años como presidente del Gobierno y Alfonso Guerra ya ha dicho que “a este país no lo va a reconocer ni la madre que lo parió”.

Ese mismo año, con el PSOE gobernando también en la Comunidad de Madrid, nace uno de los grandes buques insignia de la política cultural de aquellos años: el Festival de Otoño. Un certamen internacional de artes escénicas que celebra a partir del jueves su 40ª edición (en 38 años, hubo alguno que se duplicó) dirigida por Alberto Conejero, el último en heredar un legado que comenzó a gestarse en 1984, meses después de que su primera directora, Pilar de Yzaguirre, descolgara el teléfono de su casa: “La primera llamada la hace Joaquín Leguina, entonces presidente de la Comunidad de Madrid, que habla con José Luis Ocejo, que era de Cantabria como él y estaba dirigiendo el Festival de Santander. Después Ocejo me llama a mí y decidimos proponer a la Comunidad una codirección del festival. Leguina nos dijo que miráramos a París, que tenía un festival de otoño magnífico, y apuesta por el festival porque piensa que la cultura, el arte, el teatro, la música y la danza van a ser buenas para la ciudad”, explica de Yzaguirre a este diario.

¿Les dijo también cuánto dinero tenían para montar el festival? “¡Qué va! No teníamos presupuesto, nosotros íbamos proponiendo y ellos buscaban el dinero y nos decían si sí o si no. Eran otros tiempos, pasamos de la guerra a la dictadura y de ahí a la democracia, pero no teníamos seguridad de nada, hicimos camino al andar. Aquí solo actuaba Maurice Béjart porque le gustaba mucho a Franco, pero no venía nadie de fuera. El Festival de Otoño fue el bombazo del siglo para España, había mucha sed de cultura, todo el mundo se quedó fascinado. Abrimos la primera edición en 1984 con Josep Carreras, pero es el segundo año cuando traemos a Peter Brook, Robert Wilson y Pina Bausch por primera vez. Nuria Espert decía que por fin había salido el sol en España. Era la primera vez que se abrían las ventanas, muchacha. ¿Tú sabes lo que es abrir las ventanas y que entren Peter Brook o Pina Bausch y toda esa panda de genios que nunca había pasado por aquí?”.

Dos horas antes del estreno nos llamó Casa Real diciéndonos que venía la Reina Sofía y no teníamos sitio [...]. Pero alguien consiguió unos almohadones y sentamos allí a la gente, el ministro de Cultura Javier Solana le dejó su sitio a la reina y él acabó en una grada"

¿Cuál fue el gran hito de sus años al frente del Festival de Otoño? “Lo más importante de los seis festivales que yo dirigí fue Mahabharata, de Peter Brook, que hicimos en coproducción con el Festival de Avignon. Me llevé a todo el equipo técnico a París para ver los ensayos, nos quedamos todos con la boca abierta y yo decidí que eso lo traía a España, aunque fuera arrastrándome, pero nos dijeron que teníamos que adelantar un dinero. Yo no sabía cómo conseguirlo, así que me acordé de que Pedro Altares celebraba su santo en julio, en su casa de Segovia, y que allí iba a haber mucha gente del PSOE. Me fui para allá y cuando vi a Leguina me arrodillé ante él y le dije que si quería que los madrileños vieran la mejor obra de teatro me tenía que dar ese dinero que me habían exigido en París. Leguina se quedó pasmado y Paca Sahuquillo, que estaba allí también, le decía: 'hazle caso, que te lo está diciendo con el corazón'. Al día siguiente fui a la oficina de Leguina, me dio un cheque de algo más de un millón de pesetas y Brook vino. Mahabharata es la mejor obra de teatro que se ha hecho jamás. Era una producción a lo bestia, estuvieron 15 días de montaje, con decenas de actores, la obra duraba 12 horas, con varios intermedios, y eso hoy no se puede ni pensar. Dos horas antes del estreno nos llamó Casa Real diciéndonos que venía la Reina Sofía a ver la función y no teníamos sitio, estaba todo lleno. Estábamos todos apretados porque se había vendido todo, pero alguien consiguió unos almohadones y sentamos allí a la gente, el ministro de Cultura Javier Solana le dejó su sitio a la reina y él acabó sentado en una grada. Pero seguimos queriendo a la reina, a pesar de todo”.

Pilar de Yzaguirre dejó la dirección del Festival de Otoño en 1989, y explica a este diario que se marchó “porque no conseguí que trabajáramos con contrato, nos pagaban al final del festival, pero no cobrábamos todos los meses. Éramos un equipo de unas quince personas, pero no logramos una estructura económica. Y esa fue mi derrota”. Y ahora, ¿qué le parece el festival? “Falta la música clásica, yo traje a las grandes orquestas, desde Philip Glass a Leonard Bernstein, esa fue la pérdida del festival cuando entraron los siguientes”. ¿Le gustaba el trabajo de Ariel Goldenberg, que lo dirigió durante 15 años? “Regular, no era mi estilo”. ¿Y qué va ver este año? “A Wajdi Mouawad y a Robert Lepage”.

De Yzaguirre, que desde 1990 está al frente de su propia productora -fue la artífice del estreno en España de Incendies, de Wajdi Mouawad, dirigida por Mario Gas y con Nuria Espert al frente del reparto, y distribuye el último montaje de Robert Wilson, Ubú, estrenado el pasado octubre en Es Baluard de Palma de Mallorca- volvió a colaborar con el Festival de Otoño en 1997, cuando trajo a Robert Lepage con su obra Elsinore. Recuerda que “en la primera función había 40 espectadores, en la segunda 100 y en la tercera vendimos todas las entradas”. Lepage, que ha vuelto en varias ocasiones a Madrid con su compañía Ex Machina (en una de ellas se le cayó encima parte del techo del Teatro Madrid cuando representaba The Andersen Project), es uno de los platos fuertes de esta nueva edición del Festival de Otoño y el artista elegido por Alberto Conejero para rendir homenaje a los 40 años de historia del certamen.

Un festival para un mundo herido… también por la inflación

“Para mí era muy importante que Robert Lepage viniera al Festival de Otoño, lo trajo Pilar de Yzaguirre por primera vez, todos recordamos su Trilogía de los Dragones en 2003, en El Álamo, y supone también un homenaje a los hombres y mujeres que me han precedido en este cargo”. Lepage llega el próximo 24 de noviembre al Teatro del Bosque de Móstoles con 887, una de sus obras más autobiográficas, escrita, dirigida e interpretada por él, en la que toma el número de la Avenida Murray de Quebec en el que estaba el apartamento donde vivió de niño junto a su familia para desplegar en escena un ejercicio de memoria individual y colectiva, a caballo entre el teatro y la conferencia. Conejero sostiene que le parecía “hermoso hacer coincidir la biografía” de Lepage con la del propio festival.

Los costes técnicos se han encarecido un 15% al subir el combustible y los transportes. Ha habido seis obras internacionales que no hemos podido programar y que vendrán el año que viene"

— Alberto Conejero, director del festival

Y si Pilar de Yzaguirre comenzó a programar la primera edición del FO sin saber con cuánto presupuesto contaba, Conejero se estrenó en el cargo, en 2020, con una pandemia. Un año después, el certamen se esforzó por apoyar a las compañías nacionales y este año, que parecía ser el de la normalidad, Conejero admite que, además de los creadores, la otra gran protagonista de su programación es la inflación: “Nos ha golpeado porque los costes técnicos se han encarecido un 15% al subir el combustible y los transportes. Ha habido seis obras internacionales que no hemos podido programar y que vendrán el año que viene”.

Baró d’evel inaugura el festival con 'Falaise' ('Acantilado').

Baró d’evel inaugura el festival con 'Falaise' ('Acantilado'). / François Passerini

La compañía franco-catalana Baró d’evel inaugura con Falaise (Acantilado) una edición que acoge 38 espectáculos, la mitad de ellos internacionales, de artistas consagrados y otros por descubrir, vinculados con un verso del poeta polaco Adam Zagajewski, “alabar el mundo herido”. Explica el director del festival que ese verso y esa mirada común responden a la idea de que “no deberíamos naturalizar todas las violencias que sacuden ahora nuestro mundo y que tienen que ver con el extractivismo, la crisis climática y la crisis de recursos públicos, y yo siento que este festival pretende seguir la máxima de ese verso, alabar ese mundo herido con compañías que apelan a nuestros vínculos amenazados, y preguntarnos qué lugar ocupa el arte en un mundo que vive un momento tan crítico como este”. Por el festival pasarán artistas consagrados como Wajdi Mouawad, Phia Ménard, Tiago Rodrigues o Christiane Jatahy, junto a otros creadores menos conocidos por el público como Serrucho, Marina Otero o Manuela Infante. Conejero sostiene que, a diferencia de las anteriores, en esta nueva edición ha podido “desplegar más el espíritu de un festival híbrido, de artes vivas; he podido hacer apuestas con la base del éxito de las ediciones pasadas y tocaba no ser reaccionario ni conservador”.

En lo que respecta a posiciones reaccionarias o conservadoras, Alberto Conejero, preguntado por este diario acerca de la censura sufrida por el dramaturgo Paco Bezerra por la Comunidad de Madrid, la misma administración de la que depende el Festival de Otoño, señala: “Deseo que Paco (Bezerra) pueda estrenar su obra (Muero porque no muero. La vida doble de Teresa) donde sea y en las mejores condiciones. En estos tres años yo no he sufrido ningún tipo de injerencia. Hago una programación que se ajusta a un presupuesto y la programación va hacia adelante. Nunca he vivido una injerencia, nunca me ha pasado y me parece una hipótesis indeseable”.

Los imprescindibles


'Dans la mesure de l’impossible', de Tiago Rodrigues

El actual director del Festival de Avignon parte de las conversaciones que mantuvo en Ginebra con trabajadores de organizaciones humanitarias para llevar a escena un montaje que explora los dilemas de quienes viven entre el conflicto y el hogar, entre la inmediatez y la reflexión.

Teatros del Canal, 26 y 27 de noviembre.

'Dans la mesure de l'impossible', de Tiago Rodrigues.

'Dans la mesure de l'impossible', de Tiago Rodrigues. / Magali Dougados

'Entre chien et loup', de Christiane Jatahy

La creadora brasileña lleva a escena una relectura de la película Dogville, de Lars Von Trier, en la que vuelve a mezclar cine y teatro para poner el foco, de manera indirecta, en la realidad de su país: “El pasado está entre el perro y el lobo: no se mata, se vive con él como con una cicatriz. Y hay que mostrar esa cicatriz e intentar evitar reconstruir una narrativa falsa”, dijo en declaraciones a Le Monde.

Teatro María Guerrero, del 25 al 27 de noviembre.

'Entre chien et loup', de Christiane Jatahy.

'Entre chien et loup', de Christiane Jatahy. / Magali Dougados

'Fuck me' y 'Love me', de Marina Otero

La artista argentina, que se acaba de instalar en Madrid, estrena este díptico en el que parte de la cosificación de cuerpos masculinos, en Fuck me, con seis performers en escena, para hablar de la pérdida de la juventud, mientras que en Love me, un solo, explora la violencia femenina y aquella que habita en su propia biografía familiar.

Teatros del Canal, 15 y 16 de noviembre y Réplika Teatro, 25 y 26.

'Fuck Me', parte del díptico de Marina Otero.

'Fuck Me', parte del díptico de Marina Otero. / Maca de Noia

'Vortex', de Phia Ménard

La performer francesa, que comenzó como malabarista, mezcla la instalación y el arte en su investigación sobre los elementos. En Vortex, considerada la mejor pieza de su carrera, Ménard explora el viento a partir del uso de plásticos y ventiladores. “Solo la creencia utópica de que podemos domar el viento nos mantiene luchando, nos mantiene vivos”, dice.

Teatros del Canal, 22 y 23 de noviembre.

'Vortex', de Phia Ménard.

'Vortex', de Phia Ménard. / Jean Luc Beaujault

'Cómo convertirse en piedra', de Manuela Infante

Escrita y dirigida por la artista chilena, esta pieza que no se parece a nada cuestiona la hegemonía (y el loop) de la mirada antropocéntrica y el modo en que nos relacionamos con lo no humano, con lo inerte.

Teatro de La Abadía, 11 y 12 de noviembre.

'Cómo convertirse en piedra', de Manuela Infante.

'Cómo convertirse en piedra', de Manuela Infante. /

'Hammamturgia', de Societat Doctor Alonso

Pieza de teatro visual y danza de esta compañía inclasificable y originalísima formada por Sofía Asencio y Tomás Aragay, que construyen con plásticos un espacio físico similar a un hamman, a un baño árabe, y un universo abstracto vinculado a la idea de tiempo y de aire.

Teatros del Canal, 19 y 20 de noviembre.

'Hammamturgia', de Societat Doctor Alonso

'Hammamturgia', de Societat Doctor Alonso /

'Barbados en 2022', de Pablo Remón

Remake de Barbados, etcétera, obra que Remón estrenó en 2017 en torno al universo de la pareja. Los mismos actores, Fernanda Orazi y Emilio Tomé, interpretan un nuevo texto que conserva fragmentos del primero pero esta vez la historia transcurre en una sola escena, en un lugar parecido a las ruinas de un teatro y en la que Remón incorpora la idea de paternidad.

Conde Duque, del 23 al 27 de noviembre,

'Barbados en 2022', de Pablo Remón.

'Barbados en 2022', de Pablo Remón. / Vanessa Rabade

'Soeurs', de Wajdi Mouawad

Interpretado por Annick Bergeron, este monólogo forma parte del Ciclo doméstico del director canadiense de origen libanés. Si en la primera pieza, Seuls, Mouawad hablaba de la figura del hijo, ahora lo hace de las hermanas.

Teatros del Canal, 19 y 20 de noviembre.

'Soeurs', de Wajdi Mouawad.

'Soeurs', de Wajdi Mouawad. / Pascal Gely

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