'Espacios sin aire'

Las memorias psiquiátricas de Shulamith Firestone, la bola de fuego del feminismo radical

La autora feminista Shulamith Firestone.

La autora feminista Shulamith Firestone. / ARCHIVO

A principios de 1987, Shulamith Firestone ingresó por primera vez en una institución psiquiátrica. Su casero había llamado a su hermana Laya para decirle que la situación de su inquilina se estaba yendo a pique y que los vecinos estaban hartos. Fue el aviso que necesitaba para viajar por fin a Nueva York y hacerse cargo de ella. Ya sabía que la salud mental de su hermana estaba deteriorada, pero ahora estaba a punto de perder la casa y quién sabe qué más si no recibía ayuda. La llevó a la clínica Payne Whitney, donde le diagnosticaron esquizofrenia paranoide y la internaron durante cinco meses. Durante los siguientes años volvería de manera intermitente a la reclusión hasta que en 2012 la encontraron muerta en su apartamento a los sesenta y siete años.

Pensadora, activista, escritora y artista, Sulamith Firestone era inteligente como pocas. Su libro La dialéctica del sexo revolucionó el feminismo de la segunda ola en 1970 y fue una de las ideólogas de lo que se conoce como Feminismo Radical. Esa es la parte de su biografía por la que es más recordada, pero también publicó un título clave para conocer las vicisitudes de una persona con problemas de salud mental en Estados Unidos a finales del siglo XX. Espacios sin aire salió al mercado en 1998 gracias a la ayuda de sus amigas feministas, aunque ella se había alejado del activismo muchos años antes. La editorial Muñeca Infinita lo acaba de publicar en España traducido por Claudio Iglesias y con un epílogo de Susan Faludi, la autora del célebre libro Reacción. La guerra no declarada contra la mujer moderna (1991).

El volumen de Firestone está dividido en bloques titulados En el hospital, Tras el hospital, Perdedores, Obituarios y Suicidas que conocí. A su vez, cada uno contiene pequeños relatos en los que la autora narra sus experiencias a través de personajes ficticios o de ella misma. Las rutinas dentro del hospital, el trato de los trabajadores a los pacientes, la integración en el mundo exterior tras salir del internamiento o la desprotección de las personas sin recursos son algunos de los temas que trata. De manera concisa y sin tono dramático, cuenta unas historias que no están relacionadas entre ellas aunque todas tienen el mismo hilo conductor: la salud mental.

Muñeca Infinita, especializada en narrativa memorialística, se interesó en Espacios sin aire por la mirada y el estilo de escritura de Firestone, tan particulares. “Ella podía haber tomado la decisión de haber hecho unas memorias al uso, largas y plagadas de detalles y narcisismo, pero tomó un camino mucho más interesante”, afirma Juan Pablo Díaz, fundador de la editorial. “Es un libro profundamente político. Nos está hablando de la enfermedad mental como fenómeno social, de lo importante que es una comunidad para enfrentar los problemas mentales”, añade. Con este, se alarga la lista de títulos que han llegado a las librerías en las últimas semanas relacionados con la salud mental, un 'boom' editorial que tiene su explicación en la realidad social actual, donde se ha convertido en tema habitual de debate público.

Para el editor, los encuentros y desencuentros con otras personas son la base del libro. Reconoce que cada vez que piensa en este título, se le aparece en el pensamiento “la imagen de la carambola de unas bolas de billar. Dos bolas que están solas, se encuentran, chocan y salen disparadas en direcciones opuestas”, sostiene. La salud mental protagoniza ahora una de las grandes preocupaciones de la sociedad y desde los tiempos en los que la autora frecuentaba las instituciones psiquiátricas se ha avanzado mucho, pero precisamente por eso, Díaz dice que “es un libro triste, pero muy interesante para analizar el pasado del que venimos y el presente que vivimos”.

El feminismo de Shulamith Firestone


Es imposible hablar de la figura de esta autora sin indagar en su figura como activista feminista. Faludi hace un buen repaso en el epílogo de la edición de Muñeca Infinita, un trasunto de obituario que se publicó originalmente en la sección American Chronicles de The New Yorker en 2013. Firestone fue la fundadora de los primeros grupos feministas radicales de Estados Unidos y según Faludi, era audaz y radical como pocas. “Con poco más de metro y medio de estatura, una melena larga hasta la cintura y penetrantes ojos oscuros detrás de sus gafas estilo Yoko Ono, Firestone era conocida dentro del movimiento como ‘la incendiaria’ y ‘la bola de fuego’”, escribió.

El objetivo principal de la revolución feminista debe ser [...] no solo la eliminación del privilegio masculino sino también la diferencia del sexo en sí misma: la diferencia genital entre los seres humanos ya no tendrá diferencia cultural alguna"

— Shulamith Firestone

En La dialéctica del sexo, que dedicó a Simone de Beauvoir, Firestone expone ideas como que el ‘sistema de las clases sexuales’ –en una reinterpretación de Marx, Engels y Freud– es más profundo que el de clases económicas o sociales. Para ella, la estructura familiar tradicional es la base de la opresión de las mujeres y en su texto se encuentran frases como que el parto es “como estar cagando una calabaza”. “El objetivo principal de la revolución feminista debe ser, a diferencia del primer movimiento feminista, no solo la eliminación del privilegio masculino sino también la diferencia del sexo en sí misma: la diferencia genital entre los seres humanos ya no tendrá diferencia cultural alguna”, afirma en el libro.

Pero, después de medio siglo desde la publicación de su libro, ¿cómo encajan las ideas de Firestone en el feminismo actual?. Gracia Trujillo Barbadillo, doctora en sociología y activista feminista queer, sostiene que “fue más que una pionera, una genia, una visionaria. Utilizó todo el engranaje marxista para explicar la desigualdad entre los sexos, que se justificaba (y esto sigue en ocasiones vigente) en la diferencia biológica”. Asimismo, señala que la autora de La dialéctica del sexo defendía “la separación de la sexualidad de los trabajos reproductivos, el embarazo y crianza”. Algo que ha sido “una de las grandes conquistas feministas, que tenemos que seguir defendiendo hoy en día. Fue también muy crítica con la familia nuclear y lo que suponía de atadura para las mujeres, defendiendo la crianza en grupo, más allá de la pareja”, dice.

Arantza Campos Rubio, doctora en filosofía experta en teoría feminista del derecho, sostiene que, si por feminismo actual se entiende “la teoría queer”, las ideas de Firestone encajan “francamente mal”. Pero “si, por el contrario, hablamos de Feminismo Radical –con muchos matices dado que 50 años no pasan en vano–, el programa de Firestone y Kate Millet está por desarrollar y desde mi punto de vista no es el programa queer. Creo que nace de la teoría feminista de ‘sexo-género’ y se ha desarrollado por derroteros no feministas. Esto no es una crítica, sencillamente es otra cosa y está bien que lo sea”, declara.

Aunque no se considera ningún experto en feminismo, Juan Pablo Díaz ha leído las críticas a Firestone que ha hecho la ultraderecha, sobre todo desde las redes sociales. Opina que “el pensamiento de la autora se ha malinterpretado y simplificado, y tiene toda la pinta que de manera consciente y con mala idea, para ridiculizarlo y a través de ello trasladar esta ridiculización a los feminismos actuales”. Un ejemplo es el de algunos usuarios que han tachado a las ideas sobre la liberación de la infancia y los derechos de los niños de apología de la pederastia y el incesto para acusar a políticas feministas de ser seguidoras de Firestone y, por lo tanto, defensoras de tales delitos.

“Si descontextualizas y no tienes en cuenta todo el arsenal conceptual de la autora todo puede parecer cualquier cosa”, explica Campos Rubio. “Su crítica de la reproducción y del cuidado, de la familia mononuclear y del amor romántico es tal que le lleva a plantear las relaciones entre los seres humanos de otra manera, pero en un mundo utópico donde todo funciona de otra forma”. Además, matiza que la escritora “no reconoce el ‘tabú del incesto’, y esto puede ser discutible desde un punto de vista teórico, pero de ahí, afirmar que Firestone está a favor del incesto y de la pederastia, es una salvajada”.