ENTREVISTA

Almudena Grandes por Luis García Montero, verso a verso

El poeta ha escrito su libro más conmovedor y a la vez más sencillo, en el que recuerda a la que fue su pareja y el tiempo de la enfermedad de ella que atravesaron juntos

El escritor y director del Insituto Cervantes Luis García Montero.

El escritor y director del Insituto Cervantes Luis García Montero. / Alba Vigaray

Juan Cruz

Juan Cruz

Un año y tres meses. El tiempo de una lucha que ganó el temporal contra el que luchó Almudena Grandes y que acabó con su vida en noviembre de 2021. Su marido, Luis García Montero, afrontó ese tiempo, el año y los tres meses, junto a ella, y lo plasmó en versos que explican el amor, la lucha y el desgarro. Ese libro, titulado así, Un año y tres meses, publicado por Tusquets, ha tenido una enorme repercusión. El poeta, director del Instituto Cervantes, ha escrito su libro más conmovedor y, a la vez, más sencillo, como el subrayado de un dolor que, dicho en palabras, tiene en este caso el valor de un abrazo infinito. Para explicarlo, verso a verso, le pedimos al poeta que subrayara con sus palabras versos sueltos sacados de poemas de su libro. Este es el resultado de una entrevista hecha con preguntas que son sus propios versos.

P. 'Vemos pasar despacio las preguntas/ sin saber qué decir'

R. De pronto la presencia de la enfermedad llena la vida de preguntas y las respuestas tienen una doble dirección. Entre personas que no han tenido secretos, la intimidad necesita pensar lo que se dice de una manera extrema. Uno siente miedo, pero calla ese miedo y se sitúa en la esperanza para no preocupar al otro. El misterio llena de secretos lo que se dice. Es también una forma de cuidar.

P. 'Qué difícil andar con pies descalzos/ y miedo a lo que corta'

R. Andar a la orilla del mar es pasear junto a la muerte. El mar como metáfora de la muerte y los pies descalzos como conciencia de la inseguridad. Hay que seguir caminando, pero la realidad corta y las heridas están ahí.

P. 'También el amor es una luz negociada'

R. La poesía suele tomar una anécdota para buscarle una significación más transcendente. El yo biográfico se hace personaje literario para elevar su significación. A veces la pareja tiene horarios distintos en el sueño. Ella, por ejemplo, tarda en dormirse y él se despierta pronto. Son lectores, así que tienen que acostumbrarse a que él encienda pronto la luz y ella tarde en apagarla. Convivir en la cama con la luz del otro es también un modo de hablar de lo que tiene el amor de enriquecimiento personal y de invitación a la sabiduría humana. La luz deja de ser entonces una lámpara en la mesita de noche para ser algo más.

P. 'Fortunata/ naufraga por las calles de Madrid'

R. Almudena era desde su adolescencia una fiel lectora de Galdós. Fortunata, la mujer enamorada, uno de sus personajes preferidos, alguien que sufre y muere en Madrid. Galdós y García Lorca, Dickens y Baudelaire han caminado juntos en nuestra vida.

P. 'Tampoco tú protestas/ si yo enciendo la luz antes de hora'

R. Despertarse pronto invita a leer en la cama. Quien duerme a tu lado se acostumbra y llega al acuerdo de no protestar cuando uno enciende la luz. El Tampoco está ahí para recordarnos que la luz es, como el amor, un viaje de ida y vuelta, una complicidad.

P. 'No sé lo que baraja su paciencia,/ ni lo que cabe en mi silencio'

R. Cuidarse es mirarse, tratar de entender, intuir lo no dicho, asumir el no sé, calcular lo que debe o no debe decirse. Las cosas se barajan y se atiende al juego posible del contrario, pero no se sabe el final de la partida.

P. 'Cabellos en el viento de la vida'

R. La quimioterapia provoca la caída del pelo. El poeta recuerda un famoso soneto de Garcilaso: “Y en tanto que el cabello que en la vena / del oro se escogió, con vuelo presto, / por el hermoso cuello blanco, enhiesto, / el viento mueve, esparce y desordena”. Quien se mira en un espejo para observarse suele buscar un testimonio de lo que conoce. Pero hay situaciones en la que el espejo nos embarca en un vuelo distinto, en el uso de una peluca que tendrá que moverse al ritmo del viento de la vida como una ficción, una de esas ficciones literarias que no mienten, sino que buscan la verdad. De ahí los versos siguientes "Ninguno de los dos, ninguno, nunca,/ habíamos sentido de este modo/ que existe la verdad en las ficciones'"

P. 'Vivir el suelo, vigilar un orden/ que evite las caídas y los sustos'

R. La enfermedad nos hace tomar conciencia de la vulnerabilidad como la condición que define al ser humano. La prepotencia es un arrebato que intenta encubrir la conciencia de debilidad. Convivir es asumir los cuidados, tanto en la esfera de lo público como en la de lo privado. La vida cotidiana en la enfermedad acentúa la necesidad de fijar los pies en la tierra, de evitar las caídas, de prevenir posibles accidentes.

P. 'Y nada quise más que tus cuidados'

R. En el poema De senectute, Jaime Gil de Biedma utiliza de cita un verso de Góngora: “Y nada temí más que mis cuidados”. A mí me interesa darle la vuelta al verso para celebrar el valor que tiene poder cuidar a la persona de la que uno está enamorado. El verso tiene doble sentido, porque permite reconocer no sólo los cuidados que se le dedican a ella, sino también los cuidados de ella sobre quien la está cuidando. A veces el optimismo es una máscara para ocultar el miedo o la preocupación que puede hacerle daño al otro.

P. 'El mundo es un hotel/ sin libro de reclamaciones'

R. Sensación de tránsito, de no pertenencia, la vida como viaje y sin capacidad de reclamaciones ante la muerte. Esta conciencia de la muerte define a los seres humanos, forma parte de su cultura. Los animales sienten reacciones de miedo e instinto de supervivencia, pero no sienten conciencia de estar de paso por la vida.

P. La costumbre del daño'

R. La enfermedad y luego la muerte se convierten en una costumbre, en un animal de compañía, algo que se mezcla con la vida cotidiana, algo con lo que resulta necesario convivir. La costumbre es una invitación a la resistencia y, luego, un modo de esperar a que las cosas vuelvan a recuperar un sentido.

P. Y la penumbra me interroga. Dime,/¿eres tú el que lo sabe?/ ¿Quién pilota este vuelo silencioso?'

R. El sueño en un avión, en el que se desencadena una historia de pasajeros que viajan como cadáveres, permite abordar la incertidumbre, proyectar el diálogo con la muerte que uno esconde en su equipaje.

P. 'Que todo esté en su sitio/ es el peor desorden que pueda imaginarse'

R. Uno se muere y el mundo sigue su curso, los días se suceden, las ciudades siguen su ritmo y los muebles de la casa están en su sitio. Que todo siga igual, que todo esté en orden, es el desorden que nos ayuda a tomar conciencia de lo que significa ser seres mortales. Borges nos enseñó que somos un instante en el río de los siglos.

P. como un golpe de puerta/ en medio de la nada'

R. Se cierra la puerta de una vida y de un nosotros. Yo siempre pensé que el primero en irse sería yo, que no iba a escuchar el portazo. Pero me ha tocado escucharlo y esa puerta al cerrarse abre la nada.

P. 'Esta tarde de otoño pide que nos sentemos/

Para que tú descanses,/ un alto en la glorieta de Bilbao'

R. Salir a pasear ya en la caída del tiempo, en el otoño y en la tarde, cuando no se puede andar mucho porque faltan fuerzas y resulta necesario sentarse, como resultan necesarias algunas conversaciones sobre el final de la vida o sobre asuntos que quedan pendientes.

P. 'el eco despiadado de mi sombra'

R. Uno se convierte en sombra, la pérdida del otro afecta a la propia identidad cuando forma parte de un nosotros y en esa pérdida de identidad las cosas llegan como un eco, un eco despiadado porque provoca el dolor. Es un eco que no suaviza la realidad, un fantasma que no evita el dolor en carne y hueso.

P. La ciudad que resiste a un bombardeo,/ no pasarán, las redes clandestinas/ que luchan contra el nazi,/ las huelgas generales,/ la rebeldía de la gente anónima/ en una dictadura'

R. La ciudad es Madrid, protagonista de las novelas de Almudena. Una ciudad que supo resistir el asalto del fascismo durante 3 años y una dictadura a la que combatió durante 40 años. La palabra resistencia pasa de la historia a la vida personal, igual que en las novelas, ya que se dan la mano las resistencias contra un golpe de Estado y la resistencia contra la enfermedad.

Almudena Grandes y Luis García Montero, siempre de la mano en su compromiso político, durante una protesta ante la base militar de Rota en 2003.

Almudena Grandes y Luis García Montero, siempre de la mano en su compromiso político, durante una protesta ante la base militar de Rota en 2003. / Begoña Lombardía

P. 'en la luna menguante se dibujan/ las palabras amor y resistencia'

R. Para escribir resulta necesario usar la tradición literaria. Es un buen remedio para aprender lo que está en juego más allá de nosotros. La luna es una metáfora lorquiana de la muerte y frente a la muerte, frente a la luna menguante, quedan los cuidados del amor y la resistencia ante la adversidad. La luna es metáfora de la muerte desde tiempos remotos porque sale en la noche y va desapareciendo, menguando, en su rodar.

P. 'Todo es raro y difícil como llamarme Luis'

R. La poesía sirve para preguntarse qué digo cuando digo 'soy yo'. En un libro anterior, titulado Un invierno propio, publiqué el poema “Tal vez nos vamos de nosotros mismos, pero siempre queda una puerta mal cerrada”. Asumir la duda, las contradicciones, es la consecuencia de preguntarse por el yo.

P. 'Asumo las preguntas de la tierra/ con la tierra en la mano'

R. Verte desnuda es recordar la tierra, escribió Lorca. De la tierra nacemos y a la tierra volvemos en el ciclo de la vida. Preguntarse sobre la muerte es preguntarse con la tierra en la mano, una tierra que tal vez, con las lluvias de abril y el sol de mayo, pueda florecer, como el olmo viejo de Machado.

P. '¿qué te has olvidado?'

R. Muchas cosas. Para escribir este libro he tenido muy presente la historia de la poesía, desde el Arcipreste de Hita hasta mis propios poemas anteriores. Es la manera de responder a una experiencia descarnada sin caer en el impudor o el patetismo. Hay muchos poemas que han planteado el asunto de la muerte, uno de los grandes asuntos al lado del amor. Y en esa tradición me he olvidado de muchas cosas.

P. la montaña/ que ha cruzado mil veces/ entre Granada y Rota'

R. Volver a los lugares compartidos es una experiencia de necesidad y de duelo. El yo crea lugares, yo soy de Granada, Almudena es de Madrid, pero el nosotros no es una suma de lugares, sino la creación de un lugar nuevo. En nuestro caso ese lugar se llama Rota, allí sigue el nosotros.

P. Maldito mes de abril con sus espinas'

R. Volví a Rota en abril, durante la Semana Santa. Comprobé que Eliot tuvo razón al escribir que abril era el mes más cruel, sobre todo cuando la propia vida fluye en sentido contrario y las rosas más que pétalos son espinas. Son montañas que deben cruzarse, obstáculos y distancias que hay que recorrer.