Opinión | OPINIÓN

Ponga un premio en mi intelecto

Luz Gabás, ganadora del Premio Planeta 2022.

Luz Gabás, ganadora del Premio Planeta 2022. / Ferran Nadeu

Semanas para el Planeta, Fráncfort y los premios Princesa de Asturias. Octubre siempre ha sido un mes de acontecimientos, tanto como lo es abril, de cuya inspiración sale este suplemento dedicado a los libros.

Los tres acontecimientos consiguen páginas en los diarios, minutos en la radio y la televisión y tráfico en las redes, cada uno de ellos con diferentes contenidos y repercusión. También con características diversas, pero que inciden de forma parecida en el mercado editorial. Muchos premios son criticados de forma abrupta por su exceso de comercialización, que se aleja de la esencia de la literatura y el pensamiento. Sin embargo, por cada diez ejemplares vendidos del último Planeta, por ejemplo, podrán ser publicados otras obras de honrosa calidad, pero poca audiencia. Este es un equilibrio que debe tomarse en serio.

Ocurre con los premios Planeta, también con la promoción indudable de escritores que llegará desde la Feria de Fráncfort a lo largo de los próximos días, como de la resaca que ya tuvo el anuncio del premio Princesa de Asturias de las Letras al dramaturgo Juan Mayorga, como cuando el creador se suba al escenario del Teatro Campoamor de Oviedo la próxima semana.

Es cierto que hay diferencias. El premio Planeta se convierte en una operación publicitaria y comercial perfectamente diseñada, y cada vez más perfecta, que busca el reconocimiento a una novela que está llamada a vender, también a ser leída y, últimamente, a ser llevada a alguna gran plataforma audiovisual. Lo que comienza a llamarse en el sector y entre los agentes literarios como el pack. El Princesa de Asturias, en cambio, es un reconocimiento a la obra que persigue ponerla en valor e incitar a su lectura. O en la caso de Mayorga a ser representada, según el jurado por su "hondura crítica y compromiso intelectual". Todo por el bien del sector editorial.