FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO

España busca una catapulta literaria en Fráncfort

La cultura española invitada en la capital europea de la edición intentará fortalecer la potencia de la lengua castellana, infratraducida en relación con su presencia en el mundo

Almudena Grandes, Sara Mesa, Irene Solà, Arturo Pérez-Reverte, Eduardo Mendoza, Carlos Ruiz Zafón, Enrique Vila-Matas, Cristina Morales y Miqui Otero.

Almudena Grandes, Sara Mesa, Irene Solà, Arturo Pérez-Reverte, Eduardo Mendoza, Carlos Ruiz Zafón, Enrique Vila-Matas, Cristina Morales y Miqui Otero. / EPE

Elena Hevia

Hace 31 años, la industria del libro española se desplazó hasta Fráncfort, la feria internacional más importante del mundo dedicada al negocio editorial, para convencer a Europa de que una lengua tan potente como la española necesariamente debía estar a la altura de esas expectativas. Ese es el ánimo del regreso de España a la Buchmesse en 2022. Volver a convencer. Porque existe una enorme grieta a salvar todavía: el español es, de hecho, una lengua infratraducida si se compara con su fuerte presencia de hablantes en el mundo. Desde este miércoles y hasta el próximo domingo, España volverá a ser el país invitado en Fráncfort, con la presencia institucional en el acto de este martes de los Reyes, Felipe y Letizia, y un presupuesto de 12 millones de euros para una operación que se ha venido gestando desde el 2019 y que no solo incluye las habituales ayudas oficiales a la traducción, de las que se favorecían los editores, sino que también ha puesto en marcha un programa específico desde Acción Cultural Española (ACE) por el que se han traducido 450 obras. Cuando finalice 2022, serán 150 los lanzamientos que se han hecho en alemán tan solo en este año.

En las jornadas sobre el estado de la traducción que se realizaron en las recientes Converses Formentor de Las Palmas de Gran Canarias, el pasado septiembre, se vertieron algunos datos significativos sobre la presencia de obras procedentes del español en el mundo editorial. Por ejemplo, que en Francia, el país que más traduce del español, los libros vertidos de este idioma suponen un 3% . Aquí hay que precisar que en este porcentaje se incluyen los potentes escritores latinoamericanos a los que en general, la edición europea, presta más atención que a los españoles. Ese dato sitúa al español en el quinto lugar de los idiomas más traducidos en el mundo, lo que supone un retroceso histórico en el escalafón. Y en esas mismas jornadas, la traductora y periodista austriaca Margit Knapp constató la pérdida de peso que la literatura española ha sufrido en el mercado alemán: “En los últimos 25 años hemos descubierto muchos más autores italianos y franceses que españoles”. Es ahí donde ha decidido atacar directamente y con fuerza el desembarco español en Fráncfort.

“La presencia española en la feria -asegura la directora general del Libro, María José Gálvez, no se agota en los beneficios económicos que nos pueda aportar. Hemos trabajado con editores, agentes y periodistas culturales y con las misiones bilaterales que han traído a editores alemanes a España y viceversa y hemos ampliado este intercambio a las librerías y la distribución. La idea es trasladar este modelo a otros países”.

El programa de la feria incluye un apretado programa de 50 mesas redondas, diversas exposiciones de arte contemporáneo y actuaciones teatrales, de danza y musicales, entre las que destaca la presencia de El Niño de Elche o Sílvia Pérez Cruz. Gran parte de esta cultura extendida quiere hacer honor al enérgico lema de la presencia española: “Creatividad desbordante”. Y es por ello que la representación artística presentada tiene un fuerte acento de modernidad y cultura no oficial. 

Es sabido que el recientemente fallecido Javier Marías -la Buchmesse le rendirá homenaje- era uno de los autores más solicitados de las librerías alemanas. Junto a él están Eduardo Mendoza, Almudena Grandes, Carlos Ruiz Zafón, Enrique Vila-Matas, Arturo Pérez Reverte, Jaume Cabré y Fernando Aramburu -que vive en Alemania y aparece frecuentemente en los medios del país-. Lo que se busca ahora es renovar los catálogos con nuevos nombres que se han incorporado recientemente o encontrarán la manera de hacerlo en los próximos años. Son nombres como Cristina Morales, Sara Mesa, Katixa Agirre, Aroa Moreno Durán, Irene Solà, Anna Ballbona, Elizabeth Duval o Miqui Otero.

Cerezas en vez de toros

Necesariamente editores y lectores van a darse cuenta de la gran diferencia entre la edición del 91 -que sirvió para dar una necesaria pátina de modernidad a una cultura que no se percibía así- y el panorama actual. En aquella ocasión, Alfredo Arribas recreó el recinto de una plaza de toros con albero rescatado de una plaza de toros. En el actual pabellón español de 2000 metros cuadrados se ha descartado el tópico exótico y se ha optado por un concepto tomado de Carmen Martín Gaite, la teoría de las cerezas, que mostrará en las paredes del recinto un hipertexto visual que, al modo en que se entrelazan las cerezas, vinculará palabras, lenguas y relatos que se vayan vertiendo en las jornadas.

El panorama editorial de pasado también es significativamente distinto. En aquellos tiempos de excitación preolímpica el grupo Planeta no tenía el músculo que muestra hoy. Ni Grijalbo Mondadori estaba cerca del poderío que ostenta actualmente Penguin Random House. Y desde luego no habían aparecido las pequeñas editoriales, en un número cercano a 450, que hoy componen una biobliodiversidad sin parangón en países tan civilizados como Francia o Gran Bretaña. “Muchos de estos sellos -valora Daniel Fernández, presidente de la Federación del Gremio de Editores de España- han convertido a nuestra edición en una forma de activismo cultural en un momento de relativa buena salud editorial”. El mismo Fernández ha visto cómo a pesar de la irrupción de las nuevas tecnologías el libro tal y como lo conocíamos no parece que vaya a ser sustituido por otros soportes.

Pluralidad de lenguas

También pretende alardear el Ministerio de Cultura de diversidad idiomática -en el 91 fue apenas testimonial- ya que en estas jornadas van a estar presentes las tres lenguas oficiales, catalán, euskera y gallego, además del bable o el romaní. 

Y desde luego, pese al fuerte empujón que supuso el 91, este 2022 tendrá que volver a enderezar el terreno si no perdido, más bien no ganado al ritmo que manteníamos entonces. “El idioma español es nuestro petróleo -compara Fernández- y no hemos sabido apoyarlo y sostenerlo en serio, porque existe un desconocimiento objetivo de la literatura española en el mundo”. Advierte de lo llamativo que resulta que con la cantidad enorme de estudiantes de castellano que existen en distintos países del mundo, la literatura española no tenga el número de traducciones acorde a su presencia en el mundo. “Para solventar eso -dice- necesitamos políticas públicas más decididas. El Instituto Cervantes hace su trabajo, pero necesitaríamos más aulas y clases de literatura que fomenten la atracción de autores españoles en el mundo”. A esta labor hay que añadir el programa PERTE para la recuperación de la lengua, con fondos de la Unión Europea, unos 1.100 millones de euros, que también está trabajando en ese sentido, con Cristina Gallach al frente. Cuando pasen los fastos de Francfort habrá que hacer balance.

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