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Paula Farias: "Quien decide tirar bombas es porque está muy lejos de donde caen"

Médico y trabajadora humanitaria, transmite sus experiencias con normalidad y con un profundo respeto por aquellos a los que ha ayudado. Su experiencia en el Mediterráneo tiene ahora su eco en 'Piel de deriva', su nueva novela

La escritora Paula Farias, en Madrid.

La escritora Paula Farias, en Madrid. / ALBA VIGARAY

Carmela García Prieto

Carmela García Prieto

Paula Farias (Madrid, 1968) huye de grandes palabras y de las normas impuestas. Decidida, desde siempre su alrededor se ha extendido más allá del océano. Médico y trabajadora humanitaria, transmite sus experiencias con normalidad y con un profundo respeto por aquellos a los que ha ayudado, y también por quienes han compartido trinchera con ella. Ha sido presidenta de Médicos Sin Fronteras, colaboradora de Greenpeace, ha coordinado operaciones en el Mediterráneo, en la guerra de los Balcanes y en otros conflictos armados, desastres naturales y epidemias. Su visión de la vida, práctica y honesta, es contagiosa. En su último libro, Piel de deriva, publicado por AdN, sus personajes viven desde ángulos imprevistos la crisis de ese mar tan cercano que engulle personas y en el que se plasma lo mejor y lo peor de lo que somos. Eso que ella ha vivido tantas veces en primera línea. Este lunes lo presenta a las 19:30 en la librería Rafael Alberti de Madrid.

P. ¿Cómo aprendió usted a cuestionarse todo?

R. Tuve un padre maravilloso y esa fue su principal enseñanza: no te creas nada, cuestiónalo todo y toma tus propios caminos. Lo tengo muy presente siempre a la hora de aceptar las reglas. Hay un capítulo que habla de eso, de transgredir. Estamos tan rodeados del “tengo que” y no “tienes que” nada, tienes que mirarte dentro y ver por dónde quieres caminar. Es una constante en mi vida, me cuesta obedecer a todo porque sí.

P. ¿Qué relación tiene con las fronteras?

R. Lo que une dos cosas es puente, o es barrera, y ahí está la mirada de cada uno. El mar, que toda la vida ha sido un puente, ahora resulta que es una barrera. Somos una especie que migra, estamos donde estamos gracias a que hemos sabido movernos. El mar es algo líquido, fluido, unificador… es el responsable del crisol de culturas que somos. Y ahora de repente, la gente que intenta cruzar se encuentra con que no, que es una barrera.

P. Como a sus personajes, esa paradoja le incomoda hasta decidir actuar.

R. Yo nací con el vaso ya bastante lleno, toda la vida he trabajado con Médicos sin Fronteras por algo. Estamos permanentemente indignados y en acción. No en el mirar, si no en el participar y tratar de cambiar las cosas. El personaje de la novela está acostumbrado a aceptar los límites, a tragar, a bajar la cabeza, y llega un momento que dice hasta aquí. Todo el mundo tiene su tarro de mermelada y hay un momento que no cabe más y te tiras al agua. Muchos personajes están así: que no saben si tirarse o guardar la ropa, y cuando uno se tira, se tiene que tirar a tumba abierta.

P. Son de carácteres y condiciones muy diferentes, pero a todos se les acaba llenando el tarro. ¿Cualquiera puede llegar a indignarse?

R. Es una de las falacias que existen, que la gente que hace activismo, que se dedica a la acción humanitaria, somos una especie extraña en peligro de extinción. Cualquier persona que confronte el dolor del otro tan de cerca, acaba reaccionando. Yo siempre he dicho que quien decide tirar bombas es porque está muy lejos de donde caen. Si vieran un edificio bombardeado, la gente en los escombros… lo que permite tomar esas decisiones es la distancia. Algunos ya estamos convencidos desde pequeños, pero viene gente de mundos muy dispares. Hay que tener la piel muy dura para pasar cerca de todo eso y no saltar al agua.

P. Sus personajes son muy pequeños, gente normal.

R. A cualquiera que de verdad se confronta no le queda otra que tirarse. El mundo, la vida, se construye con gestos a tu alrededor, no en los grandes titulares ni en los grandes despachos con las grandes decisiones ¡Así nos va! Porque lo dejamos todo en manos de gente que está muy lejos del día a día. Luego cada uno decide cómo de grande es su alrededor… en nuestro caso, nos llega hasta el continente de al lado. La acción humanitaria implica que las causas globales y las soluciones globales no te hagan tirar la toalla, es un ejercicio de bajar a la tierra y darle importancia al gesto pequeño.

A veces hay que levantar la cabeza solo para saber que aún puedes hacerlo"

P. "Hasta que el gesto se convierta en carácter". ¿Qué carácter forja este trabajo?

R. Yo soy peleona. Nada me estimula más que un no. Bajo la cabeza… pero para embestir. Lo del gesto que se convierta en carácter viene por un personaje que se tiene que erguir una y otra vez porque le están zurrando todo el día y a veces hay que levantar la cabeza solo para saber que aún puedes hacerlo.

P. Como escritora y como activista comparte la extrañeza por el mundo. Hay algo que le atrae en lo que la mayoría ven común, o no ven.

R. Todo tiene que ver con participar. Con lo que se está haciendo en el mundo. Yo no quiero estar mirando o viendo en una pantalla, yo soy curiosa, quiero estar en el jaleo, quiero estar ahí, hacer cosas. Por supuesto si son cosas que ayudan, te da mucho retorno, pero el origen es ese: ser parte de las cosas.

P. ¿De qué se siente parte?

R. En ese sentido, de Médicos sin Fronteras. Es donde he crecido. No como institución, sino mis compañeros, la gente con la que he peleado, con la que he aguantado, he llorado, he reído y que me ha hecho ver el mundo como lo veo… Siento que pertenezco a ese equipo, a esa gente que está debajo del escudo. Ahí es donde yo me he sentido más parte de algo, no hay cosa que te una más a nadie.

La última novela de Paula Farias se titula 'Piel de deriva'.

La última novela de Paula Farias se titula 'Piel de deriva'. / ALBA VIGARAY

P. ¿Qué le preocupa ahora?

R. Yo sigo participando un poco de todo. El Mediterráneo y todas las fronteras, la migración, toda la gente que está intentando salir de situaciones insostenibles, cómo miramos para otro lado, cómo Europa deriva hacia al individualismo y ese delirio de pensar que aislándonos vamos a algún sitio cuando cada vez es más patente que el mundo es uno y que el devenir de cada uno va ligado al del de al lado. Me preocupa este mundo insolidario que estamos dejando a nuestros hijos. El cambio climático es una realidad, nos vamos a cocinar como langostas en la olla. O lo que ha ocurrido con el COVID: tratémonos nosotros, vacunémonos nosotros… el “cada palo que aguante su vela”, no funciona. Más allá de la parte filosófica y emocional, está la parte práctica: que estamos todos en el mismo barco.

En el caso del Mediterráneo, es falta de voluntad por todas las partes, porque la solución es que alguien haga una llamada. Y nadie la hace, y la gente se ahoga"

P. En el libro salen reflejadas las dobles morales. ¿Se le quita gravedad a algunas decisiones?

R. Nunca he entendido cómo hacen por las noches después de firmar algunos decretos. ¿Cómo se maneja eso? Lo del Mediterráneo es sangrante. Lo justifican con la geoestrategia, razones retóricas. ¡Que no me hables de despachos, que qué hago con estos que tengo a bordo! Es muy indignante porque hay situaciones de guerra con un problema estructural tan bestia que no sabes exactamente cómo podrías solucionarlo de un plumazo. En el caso del Mediterráneo, es falta de voluntad por todas las partes, porque la solución es que alguien haga una llamada. Y nadie la hace, y la gente se ahoga. Todos son responsables de que estas cosas ocurran. Toman decisiones midiendo muchos elementos y el elemento de la persona, del alrededor, no suele ser un elemento que entre. Ese tipo que sufre, no está en la ecuación.

P. ¿Están las personas que se ha encontrado en sus personajes?

R. Son un collage de muchísima gente que he conocido. La resistencia de la gente que se juega la vida, a mí me produce mucho respeto. A nosotros nos han tocado cartas ganadoras, pero a la gran mayoría del planeta le han tocado una mierda de cartas y aún así siguen, luchan, pelean, no se rinden... a mí me produce admiración, más que pena o conmiseración. Olé tú, macho. La novela está dedicada al pez volador. Le dije a un chaval que rescatamos que cómo se le ocurría subirse a un barco sin saber nadar. Y me dijo: "Soy un pez volador, I’m a flying fish" con una sonrisa de oreja a oreja, como estrenando el mundo. A mí esa gente me inspira, me produce una sensación de esperanza, de vamos allá.

Esa es la diferencia entre la caridad y la solidaridad. La caridad es vertical: desde mi posición de poder, te ayudo. La acción humanitaria es horizontal, de tú a tú"

P. ¿No les ayuda por pena?

R. No. Esa es la diferencia entre la caridad y la solidaridad. La caridad es vertical: desde mi posición de poder, te ayudo. Pero ya hemos establecido una diferencia. La acción humanitaria es horizontal, es de tú a tú. No estamos jugando una partida entre nosotros y ellos.

P. ¿Considera importante concienciar?

R. No sé si importante. Escribo como un ejercicio placentero, no para confrontar. Necesito ordenar mis cosas, convertirlas en cuentos. Cuando ya tienes un bruto, trabajas la estructura por el placer de jugar con las piezas. Es como hacer barro, vas quitando y poniendo y puliendo. Cuando escribes un libro en el fondo estás pensando en tus amigos, contarle cosas a tu alrededor, lo que está detrás del alrededor son cosas que ocurren. A veces, te lee un montón de gente, a veces no. De hecho, hay muchas cosas que no escribes por pudor, no por el público en general, sino por esa gente que tienes más cerquita.

P. ¿Qué detalles cuida mucho en sus libros?

R. Que no sobre nada, que no haya nada vano, que todo tenga un por qué. Incluso los detalles pequeños que hacen las cosas cotidianas, que sea todo en su justa medida. Lo que me suena intenso o trascendental, me sobra. La grandilocuencia me molesta mucho. Huyo de dar lecciones, de ponerme moralista, intento hacer una escritura muy seca, muy directa. Frases cortas, y midiendo mucho el ritmo. Es verdad que me obsesiona mucho el ritmo. A Mercedes Castro, mi editora, la vuelvo loca con las comas. Si se lee fácil es porque está muy pulido y eso tiene mucho trabajo, pero es un trabajo placentero.

P. ¿Hacia qué horizonte mira ahora?

R. Me queda mucha guerra por dar, pero sabes que hay cosas que había que haberlas cogido antes. Miro a seguir viviendo así cada día, tratando de sorprenderme con las cosas que me pasan… intento no ponerle ninguna trascendencia a mi vida, sino aquí estamos, pasémoslo bien.

P. ¿A dónde le gustaría que miraran sus hijos?

R. Me gustaría transmitirles exactamente lo mismo que mi padre a mí. Que la vida está para vivirla, para disfrutarla, que no te digan lo que tienes que hacer, no asumas ninguna limitación, ni ninguna norma, si no te convence. Trata de ser feliz con lo que la vida te da. No te creas la importancia de nada, y adelante que el mudo es muy lindo. No dejes que nadie te lo cuente, cuéntatelo tú.

'Piel de deriva'

Paula Farias

AdN

216 páginas | 18,95 euros

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