ARTES VIVAS

Álex Peña, el artista que lleva el teatro a un videojuego, a unos recreativos o a una máquina de 'vending'

Lorca o las grandes autoras y pensadoras silenciadas de la generación del 27 son algunos de los protagonistas de los proyectos de este creador, acostumbrado a traspasar los límites en los que se enmarcan tradicionalmente las artes vivas

Álex Peña con La grua de Bernarda Alba, uno de los juegos de sus Recreativos Federico.

Álex Peña con La grua de Bernarda Alba, uno de los juegos de sus Recreativos Federico. / Cedida

Julio pasa solo la mayor parte del día, una rutina que solo interrumpe su nieto, cuando su hija se lo deja en casa unas horas. Está inscrito en un programa de ‘vejez activa’ del ayuntamiento de Valladolid y, entre otras cosas, las entradas del teatro le cuestan la mitad. Por eso, y porque le sobra el tiempo, llega siempre muy pronto a las funciones. Hoy ha aparecido en el Teatro Calderón antes de que abran las taquillas y, como buen jubilado, da una vuelta a la manzana para entretener la espera. Julio descubre que la puerta de artistas está entornada y se cuela el sonido de una música. Así que entra y se encuentra en la cabina de control de acceso a tres trabajadores del teatro cantando, como si fueran un coro, una pieza que alguien está tocando al piano. Junto a ellos, tumbado en el suelo, hay un joven. Un chaval que podría ser Ángel Abella, ese estudiante que murió de una paliza el 4 de marzo de 1934 en los altercados que se produjeron en las inmediaciones del teatro mientras dentro se escenificaba la unión entre la Falange de José Antonio Primo de Rivera y las JONS de Ramiro Ledesma.

Y eso lo sabemos porque sobre el cuerpo de ese joven hay un círculo amarillo, un link que, si pinchamos, nos trae hasta hoy aquella historia de hace casi 90 años. Aún no hemos dicho que estamos dentro de una pieza audiovisual interactiva llamada El teatro era un no-lugar, una especie de videojuego dramático en formato 360 que transita por el pasado y el presente y que transcurre en los pasillos, los despachos, el escenario o los camerinos del Teatro Calderón, creado por un artista que convierte en rey Lear a su director, José María Viteri (cerca de la jubilación), en sus hijas Gonerilda, Regania y Cordelia a las monitoras de los talleres de teatro para mayores, o que llena el patio de butacas de espectadores que recitan fragmentos de El Público de Lorca mientras jugamos a silenciarlos y sumamos puntos.

Alex Peña, que dejó el teatro más ortodoxo para entregarse a las artes vivas, los audiovisuales y los videojuegos.

Alex Peña, que dejó el teatro más ortodoxo para entregarse a las artes vivas, los audiovisuales y los videojuegos. /

El Calderón estrenará El teatro era un no-lugar en su web el próximo mes de noviembre dentro de la programación de su festival Meet You pero, ¿se trata de un videojuego sin más? Lo cierto es que no. Porque bajo esa apariencia juguetona y lúdica, su autor se apoya en la obra sobre los no lugares del antropólogo francés Marc Augé para cuestionar el espacio teatral como ese lugar que solo está habitado en horario de funciones, un teatro como un aeropuerto al que llegas con tu billete-entrada, viajas y te vas. Un lugar que sólo crea comunidad cuando está abierto. Pero, ¿qué pasaría si el espacio estuviera habitado todo el tiempo? ¿Se pueden construir ficciones cuando en el escenario no hay actores? ¿Puede un teatro ser como una iglesia, donde es posible el ritual y la liturgia aunque no esté el sacerdote?

Las preguntas las plantea su autor, Álex Peña, un artista que no solo propone habitar un teatro deshabitado, sino que también es capaz de meter la obra de las Sinsombrero en una máquina de vending dentro de un instituto público o convertir la obra de Lorca en unos recreativos. ¿Por qué esta apuesta por otras formas de narrar lo teatral? “Porque el teatro está apalancado y cerrado a nuevas propuestas, porque es un teatro que se dedica a programar a los nuevos dinosaurios que generarán la hegemonía de los próximos años, y porque el cinturón del teatro convencional me apretaba desde hace tiempo”, explica el artista a este diario. “A mí no me gusta el teatro de ocio y entretenimiento, pero tampoco ese teatro en el que hacemos lo que ya sabemos hacer”, dice.

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La máquina de 'vending' de las Sinsombrero..


Lorca como souvenir


Álex Peña es sevillano, formado con directores como Alfonso Zurro y Pepa Gamboa o en las compañías andaluzas La Imperdible y el Teatro del Velador de Juan Dolores 'el chino'. Cuando llegó la crisis del 2008, él también entró en crisis con su oficio y descubrió que su vocación ya no conectaba con el teatro que estaba haciendo, un teatro al que él no iría, dice, marcado no solo por la precariedad económica sino también artística. Cuenta a este diario que pasó de llevar a escena montajes arriesgados a tener que hacer “La venganza de don Mendo para los veranillos de los palacios sevillanos”. Aguantó hasta 2016 y lo dejó -“me salieron ronchas”-, y apostó por ir más lejos en lo que ya venía haciendo para algunos festivales, con performances como Quejíos para telefonillo, con cantaores interpretando bulerías o soleás por el telefonillo de sus casas o Se dan clases de gigantismo, una intervención urbana con carteles de tirillas gigantes que aparecieron en los muros de la ciudad.

Peña se inventó una filosofía de trabajo, el EXO DRAMA, “piezas que giran en torno al drama, pero se sitúan fuera de él” en las que mezcla la intervención, el objeto, la aplicación, la edición y la performance.

Peña sumó la tecnología a la acción y se inventó una filosofía propia de trabajo, el EXO DRAMA o, como él dice, “piezas que giran en torno al drama, pero se sitúan fuera de él” en las que mezcla la intervención, el objeto, la aplicación, la edición y la performance. Y es entonces cuando crea una máquina de vending que dispensa pendrives con piezas sonoras sobre el teatro del alemán Heiner Müller, deconstruye La Casa de Bernarda Alba en lenguaje morse, crea los Recreativos Federico, estrena uno de los espectáculos de mayor éxito del Teatro Confinado de La Abadía (Estación espacial) y termina haciendo una residencia artística en un instituto público de Málaga.

Recreativos Federico estaba formada por siete máquinas inspiradas en obras de García Lorca - La grúa de Bernarda Alba, Bolas de sangre, Yerma, la nuit, Amor de Don Perlimplín con Belisa en su futbolín, Así pasen 5 euros, Las Sinsombrero y Cadaqués Invaders-, una instalación que pasó por Madrid, Sevilla o Barcelona en la que Peña vertía una mirada crítica sobre la “transformación del legado artístico en souvenir”. Máquinas con las que el jugador podía conseguir la peineta de Adela, el perfume original de Pepe el Romano o el abanico de Bernarda firmado por las protagonistas del drama, “entre otras piezas exclusivas”. La dedicada a las autoras Sinsombrero, con música y vídeo de Los Voluble, se llamaba Invisibilizador de Mujeres Artistas, una versión del clásico juego de golpear topos con un martillo. Los topos eran autoras como Concha Méndez, Maruja Mallo, Rosa Chacel, Ernestina de Champourcín o María Zambrano, pensadoras y escritoras pertenecientes a la generación del 27, silenciadas y borradas de la historia durante décadas.

'Así pasen 5 euros', otro de los Recreativos Federico.

'Así pasen 5 euros', otro de los Recreativos Federico. / Cedida

Zemos 98 y la Red Planea


En febrero de 2022, los Recreativos llegan al Instituto de Secundaria de Cartima, en la localidad malagueña de Cártama, de la mano de Zemos98, un colectivo sevillano de mediación cultural que trabaja construyendo relaciones entre activistas, artistas, académicas, fundaciones e instituciones públicas. Antes de dedicarse en exclusiva a la mediación, Zemos98 fue, durante 17 ediciones, un festival internacional dedicado al pensamiento, la cultura audiovisual y los procesos de creación en el terreno de la experimentación y lo común, que echó el cierre en 2015 por la falta de apoyos institucionales y de políticas culturales que garantizaran su supervivencia en condiciones alejadas de la precariedad.

A partir de entonces, el colectivo formado por Pedro Jiménez (también miembro de Los Voluble), Sofía Coca o Felipe Gil, entre otros, centró sus esfuerzos en la generación de vínculos y acompañamiento de procesos con ambición de transformación social y se integró, desde Andalucía, en la Red Planea, un laboratorio y programa experimental de la Fundación Daniel y Nina Carasso que vincula arte y escuela, junto a otros dos colectivos: Pedagogías Invisibles, que desarrolla su trabajo en Madrid y Permea, en la comunidad valenciana.

Y Peña, un artista que confiesa haber renegado siempre del trabajo artístico en el terreno de la educación “porque lo que están esperando es que les pongas unas mallas negras y hagamos unos ejercicios de interpretación, de voz y de expresión corporal”, comienza a trabajar gracias a Zemos98 con los alumnos y alumnas del IES Cartima en torno a la obra de las autoras invisibilizadas de la Generación del 27. Y, a partir de esa primera maquinita que formaba parte de los Recreativos Federico, crean una nueva llamada Invisibility Vending Machine en la que introducen objetos, textos y piezas sonoras en torno a la obra de estas autoras, diseñados por estudiantes de 4º de la ESO.

“El trabajo de la residencia consistió en pensar qué objetos estarían dentro de esa máquina, resultado de mezclar la biografía y la obra de estas autoras, objetos artísticos a través de los cuales los chavales han podido realizar una reflexión crítica sobre la invisibilización de las mujeres en la historia del arte, pero también investigar de otra manera sobre su vida y su obra”, explica Sofía Coca, miembro de Zemos98. Y, entre esos objetos, unas monedas creadas con impresoras 3D: en la cara, el rostro de Concha Méndez y en la cruz, la imagen de su pareja con los ojos tapados y un texto que dice “el marido de Concha Méndez”. La máquina se encuentra instalada actualmente en el Ayuntamiento de Cártama y todos los objetos se venden al precio de tres euros, dinero que se destinará a comprar libros con perspectiva de género para la biblioteca del instituto.

Yo creo que lo que estoy haciendo es un tercio teatro, un tercio audiovisual y un tercio videojuego. Así lo explico yo, y les digo que todo eso son artes escénicas, artes vivas".

Y volvemos a aquella historia del principio, a esa pieza para el Teatro Calderón que Álex Peña estrenará en unas semanas. Porque ese trabajo supone una especie de banco de pruebas de lo que será su próxima residencia artística en el Instituto Cartima, donde va a trabajar hasta final de curso en un proyecto colectivo, audiovisual y también interactivo en torno a “una narrativa sobre esa identidad comunitaria que puede existir en un espacio como este, habitado de forma intermitente, con profesores y alumnos que van y vienen”. Los estudiantes decidirán el argumento que dará pie a la ficción y usarán el software y la cámara con el objetivo, explica el artista, de hacer “un retrato crítico sobre su propio espacio”.

¿Los chavales entienden que lo que haces con ellos es teatro? “Buena pregunta. Yo creo que lo que estoy haciendo es un tercio teatro, un tercio audiovisual y un tercio videojuego. Así lo explico yo, y les digo que todo eso son artes escénicas, artes vivas. Y durante el proceso lo entienden”.