MÚSICA

Klaus Meine, el cantante de Scorpions al que hace 40 años los médicos le dijeron que no volvería a cantar y sigue en activo

A punto estuvo de dejarlo todo por un problema de nódulos en las cuerdas vocales. Después de varias consultas e intervenciones, una visita providencial a un médico espacializado en tratar a cantates de ópera dio nuevos bríos a su garganta y le permitió seguir actuando, ahora mismo, en EE.UU.

Klaus Meine, cantante de Scorpions, durante un concierto en Madrid en 2019.

Klaus Meine, cantante de Scorpions, durante un concierto en Madrid en 2019. / Kiko Huesca - EFE

Juanjo Talavante

Juanjo Talavante

“Mira, Klaus, a tu voz le pasa algo. Me duele cuando te oigo cantar”. El diagnóstico de Dieter Dierks, el productor de Scorpions, no era médico, pero sus palabras resultaban demoledoras para el pequeño vocalista del grupo de rock alemán. Dierks era el hombre de confianza de la banda y una pieza importante de su éxito en Estados Unidos que con tanto ahínco habían perseguido durante años. No era fácil para un grupo alemán granjearse el favor y la admiración en un mercado eminentemente anglosajón, que contemplaba con escepticismo y desconfianza a una banda teutona. El último trabajo discográfico de los escorpiones, Animal Magnetism (1980), les había procurado notoriedad en el mercado americano y ahora el grupo había decidido trasladarse a un estudio discográfico en Francia para grabar su nuevo disco. Pero allí, Klaus Meine, el pequeño vocalista de Hannover, se las veía y se las deseaba para alcanzar sus habituales agudos. La suya era una voz poderosa, muy característica, marcada aún por un acento alemán que en el mercado británico contemplaban con algo de recelo. Pero tanto su timbre como su capacidad para llegar a notas altas lo encaramaban como uno de los más prometedores vocalistas del género.

Sin embargo, en el estudio, en aquellos días de 1981, algo le pasaba. Empezó a sentirse incómodo, sus cuerdas vocales no respondían a la exigente demanda de sus nuevas composiciones y un día se quedó literalmente sin voz. Las luces de alarma se encendieron en una banda aún joven que se encontraba en el umbral del éxito mundial, y ese álbA punto um en el que trabajaban era la clave para sumarse finalmente a las grandes bandas de rock duro del planeta.

Meine voló de regresó a Alemania y acudió a la consulta de un médico. Esta vez el diagnóstico sí era profesional y resultó desolador: “¿Cantante? Cambie de profesión”. El ánimo del vocalista germano se precipitó al vacío y empezó a sospechar que no podría volver a cantar. En aquellos días apenas podía hablar. Regresó al lado de sus compañeros de formación desolado, tratando de hacerse a la idea de que no cabía otra alternativa que no fuera dejar su pasión, la música. Ellos trataron de animarlo y lo convencieron para que buscara un segunda opinión médica. El vocalista de Scorpions tenía nódulos en la garganta. Le ofrecieron pasar por el quirófano y así lo hizo. Después de unas semanas, recuperó el ánimo, la voz y volvió a la carga.

su compañero Rudolf Schenker, el guitarrista que había fundado Scorpions en 1965, le dijo que se negaba en rotundo a aceptar esa derrota, que debía seguir luchando y que el grupo esperaría

Pero fue un simple espejismo, porque no tardó en volver a ser consciente de que sus cuerdas vocales no estaban en condiciones. Volvió a sufrir una segunda intervención quirúrgica, pero el problema persistía. Entonces, Klaus Meine se vino abajo. Se dirigió al grupo desolado, deprimido, para comunicarles que lo dejaba, que debían buscar otro cantante. Y en ese instante su compañero Rudolf Schenker, el guitarrista que había fundado Scorpions en 1965, le dijo que se negaba en rotundo a aceptar esa derrota, que debía seguir luchando y que el grupo esperaría lo que hiciese falta. En paralelo, la banda llamó al cantante de Dokken, Don Dokken, para poder avanzar en el estudio. Pero la intención de Schenker era clara: “Te esperaremos, Klaus, no arrojes la toalla”.

UN MÉDICO VIENÉS

Entonces, alguien le recomendó a Meine un especialista austriaco que tenía su consulta junto a la ópera de Viena y trataba a los mejores cantantes líricos del mundo. El cantante de Hannover hizo de tripas corazón, y acudió a Austria a la consulta del doctor Kursten. Allí, en las paredes de la sala de espera colgaban retratos de famosos cantantes de ópera. Por ese mismo lugar habían pasado Luciano Pavarotti, Alfredo Kraus, Plácido Domingo o Montserrat Caballé, entre otros. Y años más tarde, lo haría José Carreras, después de su enfermedad.

Kursten trabajó con el cantante de Scorpions con nuevas metodologías clínicas y le ofreció una segunda oportunidad. Las descargas de electrodos en las cuerdas vocales, junto con otras técnicas, surtieron efecto, y además, el foniatra vienés le recomendó a una antigua cantante de ópera para que completase su recuperación. Tras largas sesiones de esfuerzo, Klaus fue recuperando su voz y reeducándola. Aprendió una lección vital y profesional y desde entonces se esmeró en cuidar sus cuerdas vocales. A partir de aquel grave trance procuraría ejercitar su voz, tratar su garganta con mayor esmero y calentar metódicamente antes de cada ensayo o actuación.

Meine era consciente de que en sus primeros años de carrera, antes incluso de sumarse a Scorpions, en los tiempos en que comenzó su andadura en el mundo de la música en The Mushrooms, a mediados de los 60, o después en The Copernicus, con Michael Schenker (hermano de Rudolf), había maltratado sus cuerdas vocales rasgando su voz para realizar versiones de cantantes como Elvis Presley o Little Richard, que habían marcado su gusto musical. Eran conciertos de noventa minutos sin descanso, noche tras noche, forzando su garganta, maltratándola entonces de forma inconsciente.

Tras las sesiones médicas, su voz había ganado muchas cualidades. Ahora resultaba más cristalina, y su rango vocal seguía siendo envidiable

A pesar de aquello, finalmente su carrera profesional seguiría adelante. Tras las sesiones médicas, las clases y unos meses de reposo, Klaus Meine estaba listo para abordar un reto mayúsculo: la grabación de Blackout, el disco que Scorpions acabaría lanzando en marzo de 1982, hace ya 40 años. Su voz había ganado muchas cualidades. Ahora resultaba más cristalina, y su rango vocal seguía siendo envidiable. Escuchando los temas de ese disco nadie podría creer que su intérprete vocal acababa de pasar por dos operaciones y un auténtico calvario. El disco supuso el éxito definitivo de los alemanes en el panorama internacional. Y Klaus brillaba en temas exigentes como No One Like You, Blackout, Dynamite o el asombroso y vertiginoso Now.

Después llegarían nuevas grabaciones, cientos de conciertos en giras alrededor de todo el planeta y éxitos como Rock You Like an Hurricane o Still Loving You, este último todo un clásico en el género de las baladas que tan copiosa y brillantemente ha cultivado la banda de Hannover. Fueron precisamente las baladas las que extendieron su mercado a una audiencia menos dada al sonido duro o metalero. El propio Klaus compuso la célebre Wind of Change tras una estancia en Moscú en los años previos a la caída del Muro. Scorpions fue uno de los primeros grupos occidentales en actuar en la URSS. Un paseo por aquel Moscú de finales de los ochenta le inspiró a Meine el que acabó convertido con los años en himno pacifista, aunque la invasión rusa de Ucrania ha llevado a los rockeros alemanes a cambiar la letra original como muestra de desaprobación de la política Putin.

Meine, actuando en el estadio Narcís Sala de Barcelona en 1986.

Meine, actuando en el estadio Narcís Sala de Barcelona en 1986. / Juan Manuel Baliellas

HASTA HOY

Ya ha llovido desde 1981, cuando la carrera del cantante de Scorpions parecía haber llegado a su final. El apoyo incondicional de su amigo Rudolf Schenker, con el que ha participado en todas las grabaciones de la banda, desde la primera, Lonesone Crow (1972), y la persistencia en seguir siendo lo que quiso ser de niño, cuando aupado a un taburete por sus padres interpretaba el Ave María y se ganaba unas monedas, le han permitido llegar hasta hoy en activo tras varias décadas de frenéticas giras y una discografía que no para de crecer.

El pasado febrero Scorpions puso en el mercado su último trabajo, Rock Believer (2022). Ningún otro título podría definir mejor su trayectoria y su filosofía vital. Tras haber superado ampliamente los 50 años de carrera musical los Scorpions se encuentran estos días de gira por EEUU. Cada noche, Klaus Meine sale al escenario con su escaso metro sesenta y su característica boina negra, que corona unos ojos claros, una nariz respingona y una sonrisa sempiterna que dirige a los fans que siguen siendo fieles a los aguijonazos de la banda alemana de rock más exitosa de la historia.

En la contraportada del vinilo de aquel Blackout que devolvió a Meine a la senda del rock, en el apartado de agradecimientos figuraba el nombre de Doc ‘Vibrator’ Kursten, el médico que logró que el cantante de 74 años siga siendo hoy no solo un creyente del rock, sino también un practicante incombustible. Y en Viena, en el número 4 de Opernring, junto a la ópera, el doctor Reinhard Kursten continúa la tradición de su padre y mantiene abierta una consulta en la que junto a las fotos de los grandes cantantes de ópera figura el retrato de Klaus Meine, el cantante que se negó a callar.

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