MÚSICA

Daniel Barenboim se retira por una afección neurológica

Uno de los más importantes pianistas y directores de orqueta vivos, su enorme legado es tanto musical como en materia de causas humanitarias, lo que le mereció un Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 2002

Daniel Barenboim dirige a la Orquesta Filarmónica de Viena en el Concierto de Año Nuevo, el 1 de enero.

Daniel Barenboim dirige a la Orquesta Filarmónica de Viena en el Concierto de Año Nuevo, el 1 de enero. / AP / RONALD ZAK.

Pablo Meléndez-Haddad

La alarma saltaba el 1 de septiembre pasado. El idolatrado pianista, director y gestor Daniel Barenboim (Buenos Aires, 1942), titular de la Staatskapelle de Berlín desde hace 30 años, anunciaba que se veía obligado a renunciar a la nueva producción de El anillo del nibelungo de Wagner en la Staatsoper Unter den Linden de la capital alemana. El músico argentino-israelí-español-palestino, que tenía previsto dirigir en octubre los tres ciclos programados de la Tetralogía en el nuevo montaje berlinés de Dmitri Tcherniakov, cancelaba por problemas de salud. Los peores pronósticos se confirmaban esta mañana cuando el artista daba a conocer por redes sociales que se retira temporalmente del podio y de los escenarios ya que padece “una afección neurológica severa”.

A sus 80 años, Barenboim reconoce que la música “siempre ha sido y sigue siendo una parte esencial y duradera” en su vida. “He vivido siempre por y para la música, y lo seguiré haciendo mientras mi salud me lo permita. Mirando hacia atrás y hacia adelante, no solo estoy contento, sino profundamente realizado”. Y motivos tiene de sobra. Desde que consolidara su fama como pianista a mediados del pasado siglo, pasando por su tormentoso matrimonio con la legendaria violonchelista Jacqueline du Pré –fallecida a causa de una esclerosis múltiple–, por su ascensión al podio de la dirección orquestal y por su consagración en Berlín como director de la Staatsoper y de la Staatskapelle, Barenboim ha dejado una estela de gran valor artístico, pero también humano.

Considerado como uno de los grandes pianistas y directores de su época, desde su posición privilegiada no renunció a luchar por causas humanitarias y políticas. Fundó una orquesta en Israel contando con músicos árabes –la cual acabó teniendo como base la ciudad de Sevilla hasta que el presupuesto se desvaneció–, interpretó música de Wagner en Israel algo absolutamente herético en ese país–, auspició y fue protagonista de diálogos de intercambio cultural y de ideas con intelectuales árabes... Odiado y amado a partes iguales, su actividad en estos ámbitos le hicieron trascender el mundo musical para ganar popularidad en la opinión pública. Sus cartas abiertas enviadas a los principales medios de comunicación denunciando injusticias y desigualdades contribuyeron a convertirle en un artista comprometido y admirado.

Después de formarse en Buenos Aires con sus padres, ambos músicos, cuando la familia se instaló en el nuevo estado judío en 1954 le enviaron a estudiar, con solo 10 años, al Mozarteum de Salzburgo. Allí comenzaría una fulgurante carrera como pianista hasta que en 1967 debutaba como director de orquesta, especialidad que siempre le fascinó. Lo hizo nada menos que ante la Filarmónica de Londres. En ópera debutó dirigiendo en 1973 Don Giovanni de Mozart en el Festival de Edimburgo, para pasar más tarde a ser responsable musical de conjuntos tan prestigiosos como la Orquesta de París y la Sinfónica de Chicago. Entre 1981 y 1999 dirigió diversas óperas en el wagneriano Festival de Bayreuth; ese último año fundó la West-Eastern Divan Orchestra en el que participaban músicos españoles, árabes y judíos, iniciativa que le valió, junto al escritor palestino Edward Said, el premio Príncipe de Asturias de la Concordia.

Posee varios doctorados Honoris Causa, ha ganado seis premios Grammy y posee las más altas distinciones de aquellos países en los que ha centrado su actividad artística. Su legado, tanto como pianista y como director, está latente en grabaciones de cientos de discos y vídeos en los que interpreta un repertorio tan inmenso como es su humanidad.