ENTREVISTA

Lorenzo Silva: "No pienso 'matar' a Bevilacqua, no tengo prisa por hacerlo"

El escritor madrileño "investiga" un crimen en el Camino de Santiago en 'La llama de Focea'

Lorenzo Silva, en uno de los lugares de su novela en Ourense.

Lorenzo Silva, en uno de los lugares de su novela en Ourense. / CARLOS RUIZ

Salvador Rodríguez

El escritor madrileño Lorenzo Silva "investiga" un crimen en el Camino de Santiago en La llama de Focea, su última novela.

P. ¿Ha tenido usted que hacer el Camino para escribir esta novela? ¿O no fue así exactamente?

R. No, la verdad es que confieso que no he hecho el Camino de Santiago, y eso que llevo años planteándomelo, lo que pasa es que como quiero hacerlo bien, es decir, que me gustaría completarlo de un tirón y no dividiéndolo en tramos, todavía no he encontrado esos quince días seguidos que me harían falta. Lo que sí he hecho, para escribir esta novela, ha sido acercarme a varios lugares del Camino que luego han salido en ella.

P. La trama gira en torno al asesinato de una peregrina. Suena que está inspirado en un hecho real.

R. Sí. La idea me surgió tras el asesinato, no hace mucho tiempo, de una peregrina. El crimen me llamó mucho la atención porque resultó muy difícil resolver, entre otras razones porque no había relación previa entre víctima y asesino. Pero también es cierto que hace años que tenía ganas, hasta me impuse como obligación una novela gallega de Bevilacqua, y llegué a la conclusión de que el Camino era la mejor manera de acercarse al carácter de Galicia y sus gentes.

P. Hay en La llama de Focea (Ed. Destino) un guiño a Domingo Villar. ¿Es su homenaje al escritor vigués?

R. Totalmente. Domingo Villar falleció mientras estaba escribiéndola y la verdad es que lo sentí mucho. Era un gran amigo, una excelente persona y un magnífico escritor, y por eso decidí que Bevilacqua, que nunca antes había leído una novela policíaca, hace en este caso una excepción y se pone a leer una novela suya. Además de homenaje, es mi manera de combatir esa inercia que se produce cuando muere un escritor, y que no es otra que el olvido. Ni la persona ni la obra de Domingo merecen ser olvidados.

P. Los métodos y las personalidades de Leo Caldas y Bevilacqua son distintos. Sin embargo noto que se parecen en algo pero ¿en qué?

R. Son investigadores criminales muy distintos, pero lo que sí comparten ambos es la práctica de una ironía amable, compasiva.

P. ¿Y una negra sombra que en el caso de Leo tiene tintes rosalianos, y en el de Bevilacqua proviene de la lucha antiterrorista?

R. La negra sombra de Bevilacqua no solo proviene de sus años de lucha contra ETA. Digamos que él es un hombre desubicado que, en una determinada época de su juventud, intenta conocerse un poco a sí mismo a través de su trabajo de guardia civil, metiéndose en asuntos complicados. La actividad criminal es compleja de por sí y te obliga a establecer un contacto diario con mundos oscuros, y eso que le pasa a él ya en su juventud, lo lleva guardado en su baúl de la memoria. No obstante, se sobrepone porque sabe que tiene que convivir con ese pasado al punto de que no solo llega a habituarse, sino que aprende a evitar que ese pesado baúl se convierta en un lastre.

P. Será por eso que usted lo describe como un hombre duro en apariencia, pero por dentro…

R. Por dentro le afecta todo lo que le pasa porque es un hombre sensible, y aunque aparenta indiferencia, lleva mucho tiempo tratando con el dolor ajeno, intentando aprender a leerlo y a descifrarlo, y quizás por eso, a diferencia de lo que le ocurre a otros, no acaba insensibilizándose. Yo conozco a varios policías y guardias civiles veteranos y me consta que nadie sale anímicamente indemne de todo eso.

P. A Galicia y el Camino usted añade un marco más, Cataluña. ¿El procés, al igual que ocurre con el "sueño de la razón", también ha producido monstruos?

R. Un poco sí. A los que hemos vivido en Cataluña nos sorprende que en una comunidad que ha dado ejemplo de ser cuna y espacio de vida de personas pragmáticas y prudentes se haya adormecido esa prudencia hasta el punto de defender un proyecto político que ha dividido y enfrentado a la sociedad catalana… ¡Y total para nada! Sin ningún tipo de resultado tangible. Yo he tratado de no caer en el maniqueísmo a la hora de presentar al personaje, del padre de la chica asesinada.

P. En el fondo, ¿también es otra víctima?

R. En cierto modo, sí, en tanto en cuanto adherirse tan estrechamente a esa causa le lleva incluso a descomponer la relación con su hija.

P. En la novela hay otro homenaje, el que usted hace a las mujeres de la Guardia Civil.

R. Yo creo que en una novela el escritor debe hacer todo lo posible por mostrar hechos. Y en esta novela me limito a mostrar el hecho de que, hace 30 años, en una investigación de este tipo no habría intervenido ninguna mujer, y en cambio ahora sí. Por eso en La llama de Focea la juez es una mujer, la investigadora principal es una mujer, Chamorro, que dirige en el caso en ausencia de Bevilacqua, y la investigadora local, la guardia civil gallega que conoce bien el terreno, es una mujer. Es evidente que el paisaje ha cambiado. Las mujeres investigadoras que yo he conocido son muy metódicas y han dado grandes resultados, sobre todo en la lucha antiterrorista de la Guardia Civil, en la que han desempeñado papeles muy importantes y han obtenido grandes éxitos, aunque eso no se sepa ni apenas se cuente.

P. ¿Le cuesta cada vez más encontrar casos en los que encaje su Bevilacqua o, por el contrario, cada vez le salen más fluidamente?

R. Con Bevilacqua he experimentado una especie de curva. Hubo un momento, cuando llevaba 15 años con él, que me pregunté si esto estaba durando demasiado, que cómo iba a a arreglármelas para continuar sin repetirme, con lo cual me vi obligado a reinventarlo un poco y ahí sí que me encontré con una cierta dificultad. Pero, superado eso, el conocimiento que tengo a estas alturas del personaje ha hecho que tenerlo sea casi una ventaja y no una dificultad ni un atasco.

P. Al igual que Leo Caldas, su investigador cumple años a la par que usted…

R. Es un recurso que he utilizado por intuición. Cuando escribí la tercera novela de Bevilacqua percibí que un personaje estático no me funcionaba, no lo veía creíble. Y lo que he descubierto con el tiempo es que esa fue una de las mejores decisiones que he tomado porque me ha permitido no solo trabajar con un personaje dinámico y que evoluciona, sino que me ha ayudado a adaptarme a los cambios en las circunstancias de su trabajo.

P. Andrea Camilleri escribió la última novela de Montalbano y se la cedió a la editorial para que la publicasen póstumamente? ¿Pasa por su cabeza algo semejante? ¿O masculla acabar con Bevilacqua?

R. Lo de Camilleri es que ni se me ha ocurrido. Y, al menos de momento, no pienso matar a Bevilacqua ni tengo prisa por hacerlo. Es un personaje con el que convivo de manera cordial y fructífera. Y esas cosas no deseas que acaben, aunque a la vez soy consciente de que en la vida las cosas siempre se terminan. Cuando eso llegue, si llega, habrá que reconocerlo.