LIMÓN & VINAGRE

Quevedo, gracias y desgracias de la canción del verano

Quevedo ya no es Francisco de Quevedo Villegas, sino Pedro Luis Domínguez Quevedo, un rapero canario que aunque hace sus pinitos con las rimas queda lejos todavía de quien se las tuvo con Góngora

El artista canario Quevedo.

El artista canario Quevedo. / EPE

Albert Soler

Albert Soler

Las canciones del verano ya no hablan de chicas que se marchan a la playa buscando el sol, probablemente porque ya no se usan biquinis de rayas ni queda nadie que se llame Eva María. Las chicas van ahora para Canarias, sin el equipaje y sin viaje de vuelta, o sea que no necesitan siquiera maleta de piel, así han cambiado los tiempos. O así le canta hoy al verano Quevedo, que junto a Bizarrap han logrado que 'Quédate' sea la canción más escuchada del verano de 2022, ese que ya se va.

Quevedo ya no es Francisco de Quevedo Villegas, sino Pedro Luis Domínguez Quevedo, un rapero canario que aunque hace sus pinitos con las rimas, queda lejos todavía de quien se las tuvo con Góngora -y con tantos otros-, no vamos a comparar la de "mi corazón late cuando veo ese cuerpo de escaparate, el traje combina con la mercedes granate", con "su cuerpo dejará, no su cuidado; serán ceniza, más tendrán sentido; polvo serán, más polvo enamorado". También en los versos de amor hay clases.

Los dos Quevedo nacieron en Madrid, aunque con cuatro siglos y medio de diferencia, los suficientes para que el primero no pudiera aprovechar las ventajas de Internet y de YouTube, ni siquiera de Spotify, para alcanzar la fama, probablemente don Francisco ignorara incluso el significado actual del verbo "perrear", tan usado hoy en día. A saber con qué cara se quedaría el Quevedo literato al escuchar al su contemporáneo cantar que "perreamos toda la noche", pensaría que se trata de alguien a quien le cuesta conciliar el sueño y se pasa la noche dando vueltas en su camastro, como un chucho. Tal vez, habiéndole caído bien el joven trovador por compartir apellido, incluso le aconsejaría tomar un brebaje que a él mismo dióle una sanadora, ya fe que le ayudó a encontrarse con Morfeo, vive Dios.

Nuestro Quevedo, el cantante que junto a Bizarrap ha creado la canción más escuchada del primer verano post pandémico, es madrileño, pero poco. Tenía pocos meses cuando con su familia de mudó al Brasil, así que también es brasileño. Pero poco de nuevo, porque a los cinco años la familia se trasladó de nuevo, esta vez a Canarias.

Se podrá decir de sus letras que no son muy feministas, y de hecho hay quien las acusa de machistas, pero nadie ha dicho jamás que una canción deba ser como quieren que sea los bien pensantes del momento. Al contrario, si algo se ha dicho de las canciones es que deben ser como quieren los mal pensantes, que son quienes las escuchan. Todos los padres quieren siempre que sus hijos amen la música que ellos amaron, y no existe todavía padre alguno que haya conseguido tal aberración, a menos que la desgracia haya querido que tenga un hijo raro.

Los jóvenes de hoy escuchan trap y reggaetón, mi hijo de doce años es quien me informó de la existencia de un tal Quevedo, y aunque en principio me emocioné porque a su edad ya se interesara por el Siglo de Oro, en cuanto el niño empezó a cantarme 'Quédate', intuí que había otro Quevedo. Lo acepté como debe aceptarlo todo padre, no voy a pretender que a alguien nacido en el siglo XXI le emocione saber que "ella se marchó y solo me dejó recuerdos de su ausencia".

-Qué idiota, haberla buscado en Instagram, o haberla abierto en WhatsApp- respondería.

"Que las noches sin ti duelen, tengo en mente las poses y todos los gemidos, que ya no quiero nada que no sea contigo", hemos escuchado este verano hasta la saciedad, de boca de un chaval de veinte años que habla y piensa como los chavales de veinte años. Impúdico e indecoroso, clamarán algunas voces prestas siempre a librarnos de todo mal. Y eso que añade "ando rezándole a Dios, pa repetirlo otra vez", con lo que deja entrever que en el fondo es un buen muchacho, un creyente que confía en la intervención divina, aunque sea para seguir perreando toda la noche. ¿Por qué no? Si hay quien requiere la ayuda de Dios para hacer la guerra, más normal es encomendarse a Él para hacer el amor. Seguro que lo prefiere.

Los artistas, ya se sabe, son almas libres y escriben de lo que quieren sin que les importen los demás. También el otro Quevedo consagró todo un tratado a las gracias y desgracias del ojo del culo, dedicado ni más ni menos que a una tal Juana Mucha, a la que describe -en un alarde de machismo y gordofobia a la vez, solo al alcance de unos pocos elegidos- como "montón de carne, gorda por arrobas", lo de arroba por lo menos de algo sonará a los jóvenes de hoy.

"Bésame donde no me da el sol", escribió don Francisco en dicho tratado, regalándole así un verso a su homónimo cantante, para que lo incluya en una canción de amor, que lo será también del verano, por ser una manera quevediana -de Pedro y de Francisco- de decir que un rayo de sol me trajo tu amor, oh, oh, oh.