LA HISTORIA DETRÁS DE… (VII)

'Yo quiero bailar', el hechizo verbenero que destruyó a Sonia y Selena en un año: “Decidieron prescindir de ella”

Siempre presente en las ferias, la trayectoria de la canción ha sido inversamente proporcional a la de sus intérpretes, que nunca regresaron a la primera plana de la escena musical pese a sus múltiples intentos: “Quienes más ganaron fueron el productor y la compañía”

Tras el fin del dúo, la discográfica apostó por Selena: regrabó el álbum en solitario y editó una versión del ‘hit’ para Latinoamérica. Se reencontraron en 2011, aunque sin demasiado éxito. Las expectativas no se cumplieron, tanto que ni siquiera se juntaron por el 20 aniversario

Sonia y Selena quisieron representar a España en Eurovisión con 'Yo quiero bailar'.

Sonia y Selena quisieron representar a España en Eurovisión con 'Yo quiero bailar'. / EPE

Pedro del Corral

Pedro del Corral

El gran misterio que rodea a Sonia y Selena es por qué rompieron el grupo en el pico de su carrera. Han pasado 20 años desde entonces, pero incluso hoy siguen circulando rumores sobre esta decisión. Ninguna de las dos intérpretes ha expresado con claridad qué ocurrió. Aunque puede intuirse fácilmente: incompatibilidades profesionales y, por supuesto, personales. Las estratosféricas cifras que alumbraron no les bastaron para aguantar un minuto más juntas. Despacharon 1.500.000 copias, estuvieron a un paso de ir a Eurovisión y reventaron las ferias del país. Dinero, dinero, dinero… Y ni por esas. Aceptaron la derrota y cada una siguió su camino con más o menos dignidad. ¿Qué pasó? Sin entrar en detalles, cada una da su particular versión. “Había discrepancias. Lo mejor era parar algo que no caminaba de manera natural”, apunta la primera. A lo que la segunda señala: “La compañía decidió prescindir de Sonia al regresar de Chile”. Sin embargo, para no renunciar al estallido, propuso a Selena regrabar el hit en solitario.

Esta montaña rusa tuvo lugar en apenas una temporada. Su idilio comenzó con un casting organizado por los hermanos Ten. Toni y Xasqui eran los productores del momento. A través de Vale Music armaron un buen puñado de éxitos que marcaron el comienzo del siglo XXI. Para este proyecto buscaban a dos chicas que, además de cantar y bailar como correspondía, diesen en cámara. Una especie de Ella Baila Sola verbenero con coreografías de Playmobil y letras de chichinabo. Por un lado, estaba Sonia. La rubia. Tenía 26 primaveras y contaba con algo de experiencia como cantante y modelo. Por otro lado, Selena. La morena. Con 25, se ganaba la vida como bailarina de Celia Cruz o Enrique Iglesias. “Mandé una demo a todas las discográficas. A los meses, una de ellas me llamó para hacer una prueba. Tras seleccionarme para este proyecto, me contaron cuáles eran los planes. Al principio, íbamos a ser un trío. Pero finalmente se quedó en un dúo. Nosotras nos conocimos en el estudio”, comenta esta última.

Allí dieron forma a un álbum que, a pesar del evidente relleno, guardaba alguna que otra sorpresa. Para muestra, el sencillo por el que todo el mundo las conoce. “Nada más escucharla supe que iba a ser un petardazo. Algo grande iba a pasar con ella. Eso me emocionó”, sostiene Sonia, que llevaba tiempo buscando una oportunidad de estas características. Iba a ser la colíder de una formación que, aunque no lo supiera, animaría las fiestas de las próximas dos décadas. Sólo faltaba la promoción adecuada para darla a conocer. Así que presentaron su candidatura a Eurocanción, la preselección nacional para representar a España en Eurovisión 2001. Quedaron novenas con 41 puntos frente a los 108 que recibió David Civera. Ahora bien, el destino les tenía reservado otro premio: ser la melodía de ese verano. Lo consiguieron gracias a Gran Hermano, que por aquel entonces aglutinaba a más de seis millones de espectadores. “Fuimos disco de oro en una semana. La propuesta gustó al minuto uno”, añade Sonia.

P. ¿Les hubiese gustado ir al festival?

R. Sel. He visto la evolución del espectáculo que montan y me parece maravilloso. Es uno de los shows más espectaculares. Hoy sí me hubiese emocionado acudir. Es una plataforma poderosa, con una magnitud a la que muy pocos pueden acceder. Verse ahí debe ser una fantasía.

P. ¿Cómo hubiese sido su puesta en escena?

R. Sel. Las producciones que se hacían en aquella época no eran tan espectaculares. Quizá, nuestra propuesta hubiese sido más festiva que otra cosa. Hubiésemos bailado mucho, eso seguro. Yo me considero una artista muy marchosa, por lo que allí lo hubiese dado todo. La primera vez que canté en directo fue, precisamente, en Eurocanción. Estaba cagada. No quería que nadie me viera haciéndolo mal. No quería que me saliera un gallo o que se me olvidara la coreografía. Al final, salió bien.

Entre galas, revistas y bolos, se fue caldeando una carrera que parecía no tener techo. Primero, en España. Después, en Latinoamérica. La pareja de moda tenía las armas suficientes para enfrentarse a los números 1: Manu Chao, Paulina Rubio, Ricky Martin y Andrés Calamaro. Y todo, en parte, gracias a un sólo sencillo. Que sí, que después lanzaron Tequila, Que viva la noche, Deja que mueva… pero el foco nunca dejó de estar sobre el single que las catapultó. “Hicimos muchísima promoción en radio y televisión. Trabajamos bastante. Fui feliz”, rememora Sonia. “Me sentía Whitney Houston. Yo me enamoré de la música viendo los videoclips de Madonna y Michael Jackson. Por lo que, cuando empezó a sucederme a mí, no me lo podía creer”, subraya Selena. No obstante, las mieles duraron un tris. Y, a los meses, la formación anunció su separación.

La noticia cayó como un jarro de agua fría sobre los seguidores. Pero también sobre la industria. Eran la gallina de los huevos de oro y no estaban dispuestos a enterrarla. Así que, una vez aclaradas las posturas, el sello decidió seguir apostando por Selena. Ya en solitario, regrabó el elepé y promocionó una reedición inédita de su clásico: Yo quiero bailar en Acapulco. Ese mismo año, publicó Nada volverá a ser igual, del que se desprendió el popular Baila mi son. Vendió más de 100.000 ejemplares, lo que le valió para editar otros cancioneros que no alcanzaron la misma repercusión. Desde entonces, compagina el arte con su otra gran pasión: la producción audiovisual. Asimismo, es coach psíquica vibracional. Por su parte, Sonia optó por combinar su vida artística con la televisión. De hecho, ahí ha protagonizado alguna que otra polémica rosa y ha colaborado en espacios como Oh la là (Sant Cugat), Zippi Zapping (Teve.cat) o Va de tele (Metro TV). En cuanto a sus composiciones posteriores, han pasado sin pena ni gloria.

P. ¿Se hicieron de oro?

R. Sel. No. Ganamos pasta, pero quienes más ingresaron fueron el productor y la compañía. Nosotras nos quedamos con un porcentaje pequeño.

P. ¿En qué invirtieron el dinero?

R. Sel. Compré un piso, monté un negocio y me pagué diversos estudios. Tuve la posibilidad de sacarme títulos con gente muy potente.

R. Son. Yo aposté por una marca de moda y aproveché para acabar mis estudios universitarios.

En 2011, protagonizaron un sonado reencuentro para celebrar el décimo aniversario del hito que les dio nombre. Así que dejaron de lado sus diferencias y apostaron por una nueva versión. Videoclip mediante. El eco no fue el esperado. Y aunque la intención era retomar el tándem, la cosa no salió demasiado bien. A las semanas, Selena abandonó la propuesta. Y el tema que tenían previsto lanzar se quedó en el tintero: Bienvenido a la fiesta finalmente llegó de la mano de Sonia. Una vez más, sin el recorrido deseado. “El productor quería hacer un homenaje a los fans, así que nos juntamos. A Sonia le guardo cariño por lo que vivimos”, explica Selena al respecto. Pese a que dicha reconciliación tenía cierto tufillo económico, las dos han reiterado en varias ocasiones que no cobraron nada.

Ésta es de las pocas cosas en las que se han puesto de acuerdo. Ni siquiera fueron capaces de llegar a un consenso para celebrar el 20 aniversario de su pelotazo. Tanto es así que cada una lo revisitó por separado. De lo que no hay duda es que, por mucho tiempo que pase, la canción sigue vertebrando su trayectoria. “Se puede vivir toda la vida de un hit, siempre y cuando hagas conciertos. De los royalties, no. Ahí está María Jesús y su acordeón: ella sólo tiene El baile de los pajaritos. La nuestra se ha convertido en un himno. Yo me tomo los bolos como una oportunidad para ahorrar, pasármelo bien y ver a viejos compañeros. Son un momento de escape”, apunta Selena. Sonia, en cambio, le lleva la contraria: “Un intérprete no puede vivir únicamente de un éxito. Genera beneficios, no hay duda. Pero hay que seguir trabajando”. En la actualidad, con 46 y 47 años, no han cejado en su empeño.

En 2011, Sonia y Selena se reencontraron para celebrar el décimo aniversario de su canción. 

En 2011, Sonia y Selena se reencontraron para celebrar el décimo aniversario de su canción.  / EPE

P. ¿Por qué arrasó Yo quiero bailar?

R. Sel. Tenía una melodía de los dioses. El efecto que genera es maravilloso: eleva la frecuencia hasta el máximo. Su ajuste de notas es exacto.

R. Son. Por el buen rollo que transmitía. Además, el estribillo era fácil de recordar y nuestra imagen gustaba. Y la suma de todo hizo que fuera un boom.

P. ¿Echan de menos esta etapa?

R. Sel. No, es bonita cuando tienes una edad. Ahora, estoy en otra tesitura. Fue un aprendizaje. Lo cual no quiere decir que no me sienta orgullosa de la carrera que he seguido. Al contrario. No me hubiese gustado ganar un Grammy, con lo que me sucedió ya estoy más que satisfecha.

R. Son. Yo sigo sintiendo la misma ilusión de siempre al escuchar y cantar esta canción. Es mi hijo musical.

P. ¿Cuál es la que no han dejado de bailar en estos 20 veranos?

R. Sel. Abre tu mente, de Merche.

R. Son. Despacito, de Luis Fonsi.

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