25 EDICIÓN DEL FESTIVAL

Aranda se colapsa con el Sonorama pero se hace de oro: habitaciones a 350 euros y restaurantes a doble turno

El pueblo, conocido por sus bodegas y su actividad industrial, recibirá alrededor de 140.000 asistentes en cuatro días en el festival de música indie, que empezó hace 25 años con solo 300 espectadores

Las habitaciones se disparan de precio y hay asistentes que se va a dormir incluso a Burgos capital: "Muchos vecinos alquilan su casa y con eso se pagan las vacaciones"

La repercusión económica en toda la zona supera los 12 millones de euros, según Kantar, pero muchos vecinos critican el "colapso": "Es un macrobotellón"

"Calculo que en total todos los restaurantes venderemos mil lechazos, imagina el rebaño que es eso", presume un hostelero

En El Pastor, uno de los asadores más populares de Aranda, venderán alrededor de 100 lechazos.

En El Pastor, uno de los asadores más populares de Aranda, venderán alrededor de 100 lechazos. / ÁLBA VIGARAY

"Mira, llevo diciendo que no aceptamos más reservas para ninguno de los cuatro días desde hace un mes, así que imagínate... si tuviera cinco restaurantes como este los llenaría a la hora de comer. El sábado no es ya que doblemos turno en la comida, es que daremos tres turnos". 

Rafael Miquel resopla al pensar lo que se viene encima a partir de hoy, cuando arrancan los días más potentes del Sonorama Ribera, el festival de música independiente que atraerá a más de 130.000 asistentes hasta el domingo. 

"Es que no es solo la gente que viene a comer lechazo, son los pinchos y raciones durante todo el día, no paramos", añade Rafael mientras observa la terraza de su restaurante, que ya la tiene llena un día de diario.

Es martes a mediodía, el calor aprieta y el trasiego en el comedor ya es constante en Casa Florencio, uno de los restaurantes emblemáticos del pueblo y que está situado en una de las arterias principales, calle Isilla, por la que no dejan de pasar vecinos tanto de Aranda como de las poblaciones de los alrededores, muchas de ellas con sus propias fiestas populares estos días.

Conocido por sus bodegas subterráneas -llegó a haber más de 7 kilómetros de túneles- y por tener el tercer núcleo industrial más grande de Castilla y León, todos los años, desde hace 25, Aranda se convierte en la capital de la música y riadas de jóvenes inundan hoteles, bares, restaurantes, supermercados, campings... 

Una terraza de un bar, ya repleta este martes en el centro de Aranda de Duero.

Una terraza de un bar, ya repleta este martes en el centro de Aranda de Duero. / ALBA VIGARAY

Conseguir una habitación a buen precio pocos días antes del festival es casi una utopía. Las últimas disponibles para dos personas, según comprobó este periódico, estaban por 350 euros la noche.

"Casa para Sonorama a 5 kilómetros de Aranda. 5 dormitorios. 8 camas. 1.600 euros la noche", rezaba un anuncio de la plataforma AirBnb este pasado fin de semana. Algunos asistentes alquilan casas y habitaciones en pueblos a 50 kilómetros a la redonda, incluso en Lerma o Burgos capital. 

Es que llegan a alquilar las huertas para dormir, que no están habilitadas

400 habitaciones de hotel

Tal es la demanda -sólo hay cerca de 400 habitaciones de hotel en la localidad- que muchos vecinos han querido también hacer el agosto. "Hay gente que se marcha a su pueblo, y alquila su casa. Piden mucho dinero, una salvajada. Igual mil euros o así, pero, bueno, también son cosas que oyes... es que alquilan hasta las huertas que hay alrededor del pueblo, que no están ni acondicionadas", cuenta sorprendida Ana, una vecina que ha venido al centro con su madre, Pilar, de 89 años, a hacer recados. 

Aunque viven a las afueras, y no les molesta tanto el ruido ni las aglomeraciones, no parecen muy partidarias del festival. "Te gusta ver a la juventud, claro, pero al final ves cosas que no quieres ver. Parecen el caballo de Atila. Antes la gente que venía era más respetuosa", aprecia la anciana, en un comentario que es bastante compartido entre los vecinos y los comerciantes del centro del pueblo, que tiene 33.084 personas censadas.  

Macrobotellón

"Es una vergüenza, el centro se convierte en un macrobotellón y no podemos ni abrir", protesta la dueña de una tienda de alimentación frente a la plaza del Trigo, uno de los espacios donde se celebran los conciertos dentro del casco histórico ya desde las 12 de la mañana y que se pone a reventar durante todo el día. 

"El Sonorama está muy bien organizado en el recinto, pero aquí no; los portales y las bajadas a los garajes se convierten en urinarios públicos", protesta la mujer, que prefiere no dar su nombre pero maldice por perder "mucha venta de género" que en este puente podría hacer ya que debido al gentío no puede ni abrir la tienda a veces y otras los clientes no pueden ni llegar. 

Interior del horno de El Pastor repleto de lechazos cocinándose. 

Interior del horno de El Pastor repleto de lechazos cocinándose.  / ALBA VIGARAY

"Yo no cierro, a mí me cierran. ¿Qué más les daría empezar los conciertos a las dos de la tarde en vez de a las 12? ¡Es que desde las 11 tienes gente ya!", se indigna. 

"No hay derecho a que lo tengan todo paralizado. Dejarán mucho dinero pero también mucha guarrería es lo que dejan", protesta otra vecina que confiesa que huye de Aranda estos días. A muchos comercios, situados en las zonas de los conciertos mañaneros, les obligan incluso a cerrar todo el día.  

"A ver, algo vendes, alguna camisa, algún bañador... pero no vendes tanto como un día de agosto normal, eso es verdad, aunque compensa por el ambiente que hay en el pueblo. Da gusto ver tanta gente y bueno, los restaurantes y los bares se llenan, y eso es dinero que luego se mueve", apunta por el contrario Nuria, que tiene una tienda de ropa en el centro. 

Entre los 20 y los 30 años

De acuerdo a un estudio de la consultora Kantar Media, en el año 2019, el último prepandemia, cuando se llegó a la cifra de 120.000 asistentes al festival -la mitad de ellos tenían entre 20 y 30 años, según datos de la organización-, la repercusión económica para la localidad fue de 12 millones de euros. 

Durante los días del festival y los anteriores se generaron 1.537 noticias en los medios de comunicación. Este año, que se espera superar los 135.000 espectadores, los organizadores creen que esa cifra aumentará ostensiblemente. En parte, por la inflación. 

En el mesón El Pastor, por ejemplo, otro de los grandes clásicos, el menú degustación, que incluye croquetas, chorizo, cecina y morcilla de la zona de primero y de segundo, por descontado, lechazo, ha pasado de 40 a 42 euros. Calculan que darán más de 20-25 corderos asados al día [de un lechazo salen 10 raciones]. 

"El horno es que no para desde la 11.30 de la mañana. Son los días más fuertes de todo el año", aseguran Rodolfo y María del Carmen Sancha, dos de los hermanos propietarios del local, mientras ya están macerándose en el repleto horno bandejas de barro con el alimento estrella de la zona, que cuenta con la etiqueta de Indicación Geográfica Protegida (IGP) Lechazo de Castilla y León. 

Las paredes de la entrada están repletas de personajes famosos del mundo del espectáculo, el deporte o la cultura que han pasado por el asador. Antes, cuando el festival no era tan mainstream, venían muchos artistas. 

Uno de los escenarios en el centro de Aranda donde se celebran conciertos durante todo el día.

Uno de los escenarios en el centro de Aranda donde se celebran conciertos durante todo el día. / ALBA VIGARAY

"Los Secretos siempre que tocaban aquí venían, Loquillo también...", explica María del Carmen, que añade que la gente es fiel y luego vuelve durante otras épocas del año. "Tenemos clientes del primer Sonorama que siguen viniendo. Son amigos ya".  

Muchos de los días doblarán turnos, y calculan que darán entre 250 y 300 comidas diarias. Desde las 13 horas empiezan el servicio y previsiblemente se tirarán hasta las 17 o 18 horas sin parar. 

"En total", estima otro hostelero, "igual pueden salir mil lechazos estos días sumando a todos los restaurantes". "¿Tú sabes qué rebaño es ese? ¡Una brutalidad!", exclama mientras abre bien los ojos.

Las valoraciones de los reacios y de los partidarios del Sonorama siguen un patrón independientemente de a quién preguntes. Van desde el "en el pueblo estos días no se puede estar, es insufrible" al "los que se quejan son pocos, y además son solo cuatro días y es bueno para el pueblo". 

"Pfff, que le den por culo al festival", masculla Antonio, un paisano que apura con un amigo una copa de Ribera en un bar del centro. "Hay tanta gente que yo por la mañana me marcho a andar por ahí...pero, oye, que no tengo nada en contra del festival ¿eh?", rectifica como asustado de su primera reacción. 

"Demasiada gente"

Uno de los comentarios más repetidos entre los vecinos poco partidarios del evento es que se ha ido de madre, que "ya hay demasiada gente y un día puede pasar algo". Lejos queda la primera edición, en el año 98, cuando acudieron solo 300 personas. Pese al éxito de la última década, sobre el que influyó su paso al puente de agosto, los organizadores no han empezado a hacer rentable el festival hasta hace muy poco. 

Vista de la bodega de Ribiértete, donde realizan actividades de 'scaperoom' también durante el festival.

Vista de la bodega de Ribiértete, donde realizan actividades de 'scaperoom' también durante el festival. / ALBA VIGARAY

"Hemos sido deficitarios muchos años porque no se vendían los abonos necesarios, por problemas con la lluvia, teníamos una deuda histórica", explica Luis A. Cuellar-Requejo, presidente de la sociedad ART de Troya, organizadora del festival. 

El año pasado, debido a las restricciones, solo pudieron acoger a 4.000 espectadores, y el impacto económico no solo en Aranda, sino en toda la zona, se redujo a cuatro millones de euros.  

"Cuando empezamos, la idea del director era crear marca Aranda, pero nunca pensamos en llegar a los 25 años, señala. "Tenemos conexión directa con los hosteleros. La promoción que hacemos de la ciudad es total. Se trata de que la gente no solo venga estos cinco días de agosto, sino todo el año", añade el presidente, que destaca todas las actividades que el Sonorama organiza no solo durante el festival, sino durante el año: actividades, culturas, charlas, presentación de documentales y libros, exposiciones... 

2.000 comidas

En los almuerzos en las bodegas, que organizan desde el propio festival para el sábado, el día estrella, ya tienen 2.000 comidas programadas. "No cubrimos ni el 10% de la demanda", asevera este responsable del Sonorama, que en 2019 cambió el recinto de la celebración del ferial a la Zona del Picón, mucho más grande, con aproximadamente 65.000 metros cuadrados.   

"Hicimos un gran inversión para urbanizar la zona. El recinto ferial se empezaba a quedar pequeño. Es que, por ejemplo, viendo a Rafael estuvieron 16.000 personas. ¡16.000!. Entendíamos que con el impulso que estaba cogiendo había que ampliar", afirma la alcaldesa, Raquel González. 

En el Ayuntamiento de Aranda tienen claro que la proyección nacional que da el festival a la localidad es único. "Que desde hace muchos años Aranda abra los telediarios en agosto es muy importante. El impacto económico alcanza a toda la comarca, y yo creo que a toda la provincia. Tiene repercusión mediática y social", tercia la primera edil, que destaca que antes de que el festival se trasladara a agosto no quedaba nadie en el pueblo y ahora, sin embargo, la actividad económica no puede ser mayor.  

Miguel Ángel Gayubo, presidente de Rutas del Vino, posa en uno de los viñedos de Aranda de Duero. 

Miguel Ángel Gayubo, presidente de Rutas del Vino, posa en uno de los viñedos de Aranda de Duero.  / ALBA VIGARAY

"La hostelería de Aranda está muy bien valorada y después de todos los cierres perimetrales durante la pandemia, que ha sido una época muy dura, es momento de que recuperen. Han sufrido mucho", apunta González, que incide en que "no solo la hostelería se ve beneficiada". "Es que el hostelero luego va a la peluquería, lleva el coche al taller...es una rueda de la que se beneficia toda la ciudadanía", añade. 

El 25 aniversario del Sonorama de esta edición, en la que como cabezas de cartel están C. Tangana, Izal, Dorian o Emir Kusturica y su orquesta, ha coincidido con el 40 aniversario de la implantación de la Denominación de Origen Ribera del Duero. 

Desde Rutas del Vino, el Consorcio Turístico que trabaja sin ánimo de lucro para promocionar los caldos de la zona y en el que están representados 200 establecimientos, numerosos pueblos además de asociaciones y el propio Consejo Regulador de la Denominación de Origen, trabajan hombro con hombro todos los años con el Sonorama.

Este año organizan el Sonorama Baby, en el que se realizan actividades con los más pequeños en el centro del pueblo enfocadas a la música. "Estamos para lo que necesiten siempre", explica su presidente, Miguel Ángel Gayubo.  

"Sonorama es la mayor promoción que existe para el Ribera, ya que no solo dura estos días. Durante todo el año nos nutrimos de gente que viene al festival, y luego repiten porque lo quieren disfrutar de otra manera", asegura en la terraza del hotel-bodega Torremilanos.

Situado a las afueras de Aranda y con más de un siglo de historia, es uno de los decanos de la Denominación de Origen Ribera, cuyas bodegas producen al año entre 100 y 110 millones de botellas. 

Unas 200 hectáreas de ordenados viñedos rodean este majestuoso hotel de piedra donde se alojan estos días algunos de los grupos que actuarán en Sonorama. "Durante este época se vende más vino, pero es que después del festival se ve que aumentan también las ventas", explica sobre la trascendencia del evento musical, del que muchos asistentes acuden a visitas de bodegas o a las tiendas especializada en vino, que son muchas. 

Desde Rutas del Vino ven incluso con buenos ojos que se haga calimocho con Ribera

La colaboración es tal que en el Consorcio fomentan incluso el Ribercola, que es un calimocho que se puso hace años de moda en el festival usando vinos Ribera y que todas las ediciones es un éxito: "Es que un calimocho con un buen vino sabe mejor". 

La bodeguera Pilar Pérez de Albéniz, de Finca Torremilanos, uno de los viñedos más prestigiosos, posa en su hotel-bodega.

La bodeguera Pilar Pérez de Albéniz, de Finca Torremilanos, uno de los viñedos más prestigiosos, posa en su hotel-bodega. / ALBA VIGARAY

Este hotel de salones palaciegos, con fuentes ornamentales, piscina, y decoración clásica, dispone de 38 habitaciones que llevan reservadas ya desde hace meses. Precisamente aquí fue donde se hospedó Raphael en la edición que vino a actuar. "Ayer ya tuvimos algunas reservas para el año que viene", asegura Pilar Pérez de Albéniz, que también valora la importancia del festival. 

"Sonorama es un escaparate de Aranda para toda España", sostiene la responsable del primer hotel bodega en España, que produce un millón de botellas al año, de las que exportan un alto porcentaje ya que está muy bien valorado en el mercado internacional, sobre todo sus vinos ecológicos y biodinámicos.

Visitas a bodegas

Durante los días del festival, en el centro de Aranda, uno puede bajar incluso a visitar las antiguas bodegas, donde se alcanzan los 11 grados y el 85% de humedad, lo que es un lujo en plena canícula. En Ribiértete, organizan una scape-room del vino en una de las cuevas a la que se llega a bajar un total de 48 escalones. 

El espacio está decorado con antiguos carros, cepas y toneles. Huele a húmedo, a tierra, a adobe. Sin duda es un refugio del mundanal ruido. "Tenemos visitas de grupos reducidos estos días, pero lo importante es que mucha gente nos conoce y repite durante todo el año", concluye Bea Hernando, responsable de este establecimiento de enoturismo, uno de los muchos que también estará abierto durante festival.  

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