Jóvenes rotos

De las drogas y el sexo al abandono: así manipuló Larry Clark a los niños de 'Kids'

El documental We Were Once Kids cuestiona cómo esta película de culto catapultó a su director y dejó en el abismo a los actores

Los jóvenes, que rodaron "colocados", solo recibieron 1.000 dólares frente a los más de 22 millones que recaudó el filme

El después de los niños de Kids

El después de los niños de Kids

María G. San Narciso

María G. San Narciso

En julio de 1995 se estrenó Kids, una película que gira en torno a las drogas y el sexo y que no dejó indiferente a nadie, mucho menos a los padres de aquellos niños que se criaban entre los posos de la decadencia que los 70 y 80 dejaron en muchas ciudades del planeta.

Más de 25 años después, la crudeza de este filme todavía altera a los espectadores. Ahora, el director Eddie Martin ha conseguido lo imposible: que perturbe aún más. Apoyándose en Hamilton Harris, el actor de la película que enseñó a toda una generación a liarse un porro, indaga en el documental Una vez fuimos Kids (en Filmin) sobre todo lo que supuso aquella producción para los chicos.

En el trabajo aparecen varios de los protagonistas. Las grandes ausencias son su director, Larry Clark, y su productor, Harmony Korine. Ninguno de los dos está dispuesto a hablar de la película. Y se entiende, porque conforme avanza el documental, el espectador escucha cómo utilizaron el estatus socioeconómico de aquellos chavales para crear una de las películas más transgresoras de la historia. Tampoco aparecen dos de los protagonistas y líderes de aquella pandilla, Harold Hunter (el que integraba a todos en el grupo), y Justin Pierce, cuyo destino tuvo peor suerte.

Empieza la grabación

La idea de la grabación de Kids surge cuando Clark, un fotógrafo en su cincuentena, conoce a Korine. Le cuenta que quiere hacer una película sobre adolescentes. En solo una semana Korine, que tenía 19 años, le planta un guion. El joven se mueve en un grupo de skaters que le sirven como inspiración. Porque, más allá del tema del sexo, la película está grabada con la misma naturalidad con la que viven.

Korine introduce a Clark en el grupo, que llama más la atención por su edad que por el don de la palabra. Como mero espectador, fotografía a esos chavales tan diversos y con un denominar común: madres y padres muertos o rehabilitados por las drogas, familiares yonkis, pobreza y abusos en casa. Y el skate como vía de escape de aquella Nueva York invadida por el crack. Juntos forman una familia y juntos se embarcan en el rodaje de la película que para muchos era vista como una oportunidad para despegar en la vida.

Disfrutan el rodaje, donde "tenían una bandeja de porros liados" para colocarse mientras graban, y también de su visionado. Ese día en el que celebran el resultado, Clark se los lleva a un buffet, donde les ponen en la mano un fajo con mil dólares a cada uno. Una pasta para aquellos chavales que normalmente robaban la comida fría que se echaban al cuerpo. "Fue algo calculado por alguien con experiencia como para manipularnos por nuestra procedencia y de dónde veníamos", denuncia Harris.

Ajenos a las galas

Se olían que aquel dinero significaba que iba a ir bien pero no esperaban tanto. Empezaron las galas y los premios a los que -salvo cuando estaban nominados- no les invitaban. Harris recalca varias veces en el documental cómo poco a poco empezaron a sentirse estafados. Del millón y medio que les había costado la película, habían recaudado 22 millones de dólares.

¿Qué era ese dinero frente a los mil euros que les habían encajado? Se hicieron populares, sí, pero nada comparado con Clark y Korine. Ellos eran los que iban a lates y a ruedas de prensa. En una ellas se ve cómo un periodista les pregunta si de verdad había droga en el rodaje o era todo ficción. Respondieron que lo segundo, pero la marihuana y el alcohol que consumían mientras grababan iba a cuenta de la producción. En ningún momento pareció importarles cómo les podía afectar a los chavales el consumo, aunque el casting tuviera entre 13 y 19 años.

Tampoco les importaban las escenas de sexo que algún medio llegó a tachar de “pornografía infantil”. En una de las imágenes más duras, uno de los niños más pequeños duerme mientras se produce una violación. El propio actor reconoce en el documental que estaba "colocado" y "fuera de combate". "Yo era un niño, no aguantaba despierto toda la noche. Lo intenté, pero no lo conseguí", asegura en el documental.

Otras críticas ensalzaron el filme como “la gran película adolescente” (Cinemanía), “el evento cinematográfico de este verano” (Rolling Stone) o “una llamada de atención, y para algunos niños, un salvavidas” por tratar el VIH (Chicago Sun-Times). Fue nominada a la Palma de Oro del Festival de Cannes y tuvo cuatro nominaciones a los Premios Independent Spirit. El actor Justin Pierce, que interpretaba a Casper, ganó el galardón al Mejor Debut Interpretativo. Subió a recogerlo con su amigo y también protagonista Harold Hunter.

"La gente piensa que las personas de los barrios son inferiores en la sociedad", asegura Harris

Ninguno de los dos supo más de Clark. Korine también se alejó del grupo. Pierce siguió dedicándose a la interpretación y se mudó a la costa oeste. Estuvo solo, conoció a su novia, perdieron un bebé y después apareció muerto en la habitación de un hotel de Las Vegas en el año 2000. Se había suicidado.

Por su parte Hunter, que siempre había rehuido de las drogas que acabaron con sus padres, empezó a consumirlas y a beber más. Murió por un ataque al corazón provocado por una sobredosis de cocaína. Una de las amigas de la pandilla asegura en el documental que sin esa película ambos seguirían vivos.

Se sintieron utilizados

Quienes tuvieron un mejor futuro fueron aquellos actores, especialmente actrices, que no pertenecían a la pandilla y que se incorporaron al elenco a través del anuncio que Clark puso o que interceptó por la calle. Pasó con Rosario Dawson (actriz en Sin City o Descent, entre otras muchas películas) o Chloë Sevigny. Claro que ellas sí tenían una casa y una familia estructurada con la que volver después de la grabación.

"La gente piensa que las personas de los barrios son inferiores en la sociedad, y que como son pobres y no tienen a los dos padres, pueden utilizarte a disposición de los que tienen algún tipo de estatus social y económico", asegura Harris como conclusión en el documental. El actor, que se emociona al hablar de la muerte de sus amigos, asegura que le sirvió de lección sobre por dónde no debía ir en la vida. A él, por suerte, le fue mejor.