ENTREVISTA

Gonzalo Suárez: "Una vez recorrido el camino no me gusta complacerme"

El escritor y cineasta tiene nuevo libro de cuentos, 'El cementerio azul', otro capítulo más de una vocación literaria tan afianzada como recorrida por la duda

El escritor y cineasta, Gonzalo Suárez.

El escritor y cineasta, Gonzalo Suárez. / JOSÉ LUIS ROCA

Juan Cruz

Juan Cruz

Quienes conocen a Gonzalo Suárez saben que no es hipérbole llamarlo genio, pues lo es en las dos facetas más conocidas de su vida, como escritor y como cineasta. Ha escrito y dirigido obras maestras por las que él ha pasado como si las hubiera hecho otro. No necesita, al contrario que muchos de sus congéneres en el mundo de la creación artística, que le alarguen el ego, así que le basta, para reunirse, para crear o para hablar, un buen vaso de vino tinto en el bar de siempre. En este caso, el bar de siempre es el Alabardero, junto al Palacio Real, adonde puede llegar en zapatillas desde su casa, con su gorra de actor parisino de los años cincuenta. Hablar con él de sus libros (o de su cine) es adentrarse en la duda metódica, pues le parece bien lo que le dicen, para corregirlo en seguida, como hacía Fernando Fernán Gómez para acentuar el método mayéutico de su carácter.

Esta vez nos juntamos con él en el bar de siempre. El pretexto es un libro raro, como él, y cómo él también de una belleza exótica, entre onírica y marina, y celestial. Se hace raro decir su edad, 87 años, porque sigue siendo como un jugador de fútbol amateur como cuando seguía a su padrastro Helenio Herrera por los campos de España o de Italia y escribía crónicas de fútbol para las revistas Dicen o Lean de Barcelona. He intentado que esta entrevista recoja todo lo que dice, incluso sus titubeos, porque sería interesante que los lectores lo conozcan sin las correcciones que suelen desmejorar el carácter de personas como él, que han hecho del titubeo y de la broma una manera de burlarse, como hacían los Beatles, de lo solemne. Ah, su libro es de cuentos y se titula El cementerio azul (Random House). Es una joya.

Gonzalo Suárez.

Gonzalo Suárez. / José Luis Roca

P. En la otra entrevista que le hice aquí me empeñé en decir que todo en su literatura tenía que ver con la poesía. Pues ahora he pensado en lo mismo. Veo en usted a un poeta.

R. Yo diría que sí existe una poética. Pero, dicho por mí, parece una pretensión. Busco ciertas cadencias, me dejo llevar por el ritmo de las palabras. Lo hago incluso en los guiones, aunque eso sólo sirva para los diálogos. Pero sí, me suelen reprochar que soy muy literario.

P. ¡Eso no es un reproche!

R. Bueno, probablemente se refieren a los diálogos, no lo sé. En todo caso, hago lo que puedo.

P. Eso es escribir.

R. Sí. Pero es verdad que busco, quizá en exceso, la literatura.

P. Luego está la imaginación, las imágenes. Todo lo que va escribiendo es como si lo estuviera viendo. Escribe viendo.

R. Yo diría que las palabras desencadenan las imágenes. Puede parecer paradójico, pero es así. O sea: no describo imágenes. Las escribo. Pero… en todo esto, mencionaría el humor que hace que no vuelva a leer un libro mío, ni tampoco que lo desglose. Porque, una vez recorrido el camino, no me gusta complacerme… Hay escritores que se leen otra vez o directores que vuelven a ver sus películas. En mi caso no es porque me atormente, sino porque tengo una ansiedad con respecto al paso del tiempo y todo lo que es mirar para atrás…

P. Su modo de abordar la literatura es como el de un escritor extranjero.

R. Lo asumo. Efectivamente: sospecho que debo tener una influencia anglosajona que se remonta a los libros de aventuras. Recuerdo al capitán Gilson, que protagonizaba una colección inolvidable: El Dios Leopardo. Me encanta su metáfora de las fuentes del Nilo. Bueno, luego me ha decepcionado, porque resulta que el río se llama Caguela. En fin. También me influyó mucho el Stevenson de La isla del tesoro. Es que siempre he encontrado la literatura española demasiado retórica. También me ha gustado mucho el humor inglés. Pero, dicho esto, ahora estoy analizándome y… esa no es mi misión.

P. Usted es contemporáneo de muchos escritores españoles, pero no tiene nada que ver con ellos.

R. Bueno, pero a mí no me verás, o casi no, en reuniones de escritores. Tengo amigos escritores, pero no los veo a menudo. Por ejemplo, a Manuel Vicent yo creo que no lo he visto desde la última cena de Juan Cueto. Vino también su hija Ana. Ya estaba muy mal y sabíamos que era la última cena con él. Porque, claro, ya tengo una edad en la que es ya terrible todo: se te va yendo la gente. Bueno, a mí lo que me gusta es el cine. Porque ahí sí que lo pasas bien. Un día hablé con Trueba…

P. ¿Con David?

R. No. Con Fernando. Fernando Trueba. Bueno es que, claro, hay varios Trueba. Está también ahora Jonás, que ha hecho una película que le han reconocido mucho en Francia. Eso es estupendo. Porque lo que tiene el cine es que me recuerda al fútbol, no como espectador, sino como posibilidad de acción y de tratar de jugar con el tiempo que juega contigo y…

P. ¡Espere!, que ahora estamos hablando porque tiene este libro. ¿Qué domina su literatura? ¿Qué imágenes le llegan cuando se pones a escribir?

R. A ver: yo empiezo tecleando y voy imaginando conforme avanzo para sorprenderme a mí mismo. Porque, si sé de antemano lo que tengo que escribir, me entra pereza. Con los guiones… por ejemplo con el de ahora, prefiero dictar a una secretaria. En cambio, la literatura es de una soledad que… es el boxeador con su sombra. No sabes si ganará el boxeador o la sombra, pero…

P. O gana el asombro.

R. O el asombro, sí. A ver: ¿esto lo vas a pagar tú? Porque me voy a tomar otro vino. Es que… oye, me haces unas preguntas tan solemnes. ¿Me permites que pida otro vino?

P. Se lo pido yo ahora. Pero primero respóndame a esta pregunta…

R. No sé si lo soportaré.

P. Es un escritor insólito. Es imposible atarte a una definición. Cuando escribe, ¿qué domina: la imaginación, la lectura, el cine o los sueños?

R. Es que… es un poco la misma pregunta. No lo sé. Porque lo voy descubriendo mientras avanzo. Yo creo que son las palabras. La cadencia de las palabras. ¡Tú lo decías antes!. Tengo una cadencia poética. Pero… yo lo que quiero es otro vino.

P. Lo que escribe es onírico. Por ejemplo: "¿qué hay detrás de una gran mujer? Una serpiente".

R. ¡Anda! ¿Yo escribí eso?

P. Sí.

R. Pues no me acuerdo.

P. Quiero decir que, más que buscando, está encontrando.

R. Sí. Pero sólo encuentras lo que buscas. Esa es la clave. Bueno, ya está aquí el vino.

P. Sí.

R. Ahí también hay dos cementerios. Un día llegué al cementerio inglés, en Madrid, y ahí lo describo tal cual. Y, curiosamente, de ahí proviene el título. Así me vengué de Carmen Balcells. Porque Carmen Balcells me arrebató el mejor título de mi vida. Me lo hizo cambiar, dijo que era triste. Era: Pájaros muertos en París. El libro se acabó llamando Con el cielo a cuestas. Pero ahora ella no puede intervenir, jajajaja, obviamente, y yo ahora me vengué poniendo la palabra cementerio en un título.

P. ¡Está lleno de literatura!

R. Pero cuesta luego expulsarla, eh. Corrijo mucho. No escribo de un tirón, me sobrevienen frases, me llevan, me impulsan, pero luego tengo que volver. Es lo que te decía: un combate. Tengo un cuento de eso. ¡Mira por dónde! ¡Tengo un cuento de un boxeador que al final cae sobre su sombra! Me lo has recordado.

P. ¿No cree que ese tipo de metáforas pueden ser la realidad de su vida?

R. Me gustaría. Pero… a mí me gustaría que mi literatura sirviera para algo. Porque para qué poco sirve la literatura, ¿no? Salvo para huir. Es un sistema de fuga. Este libro tiene cuentos con raíces realistas. Bueno, lo de la película que rodé en Varsovia [El detective y la muerte, 1994] es una crónica, toda verdadera. Lo demás… lo demás es engañoso. Es que… no sé qué contestarte, la verdad.

P. ¿Siente necesidad de narrar?

R. Sí. Es una necesidad. Yo creo que parto de una realidad para ir a otra, sin despegar los pies del suelo. Bueno, ¿dónde está otra copa de vino?

P. Aquí hay muchas metáforas.

R. Sí. No hay símbolos, hay metáforas.

P. Está una chica china en bicicleta con Cervantes.

R. Me has pillado. Ese relato iba a ser un guion. Pero era difícil concretarlo en una película. Me encantaba la idea de que, a través del tiempo, sí tenemos acceso a Cervantes. Y lo que me obsesiona es una chica que va al encuentro del escritor para que escriba su última novela antes de morir. Pero… lo de la bicicleta, no sé por qué. ¿Por qué? La chica en bicicleta… será influencia de mi hija. Mi hija que, por cierto, tiene un cortometraje que ahora viaja por el mundo.

P. ¿Ve todo lo que escribe? Es decir, ¿lo que escribe es ya una imagen en la cabeza?

R. Lo veo cuando lo tecleo. Cobra existencia conforme lo escribo. Pero eso será cosa de todos los escritores, incluido tú. Tú podrías responder eso. Yo qué sé.

P. Es como un niño que cuenta cosas.

R. Un niño jugando. Jugando, más bien. Soy el niño en busca del capitán Gilber y el niño en busca del tesoro de la isla. Soy los dos.

P. Está habitado por muchas historias.

R. Sí, en la medida en que se me ocurren cosas. O como que investigo, digo yo. Busco historias o me vienen y luego escribo. Hago eso siempre. Hasta en días festivos. ¡Qué horror los festivos! Será porque mi trabajo no depende de los festivos, quizá así valoraría los descansos. Pero a mí me gustaría pensar que siempre es lunes, que empieza la semana, que empieza algo.

P. Eliseo Diego tiene un verso que dice “la eternidad por fin comienza un lunes”.

R. ¡Ah, qué bonito! Comparto eso.

P. En su libro está la presencia muy viva de la música. La música de ahora.

R. Sí. Pero… fíjate que ahora mismo no sé por qué. Bueno, es parte de eso que te gusta a ti: la cadencia poética.

P. La poesía está convocada en cada página de este libro.

R. Que sí, sí. Que es eso, está bien. Tú lo ves y yo lo acepto. Es literatura y ya. Pero si tú ves poesía, está bien. La verdad es que sí. Y me gusta.

P. Una última pregunta, Gonzalo.

R. ¡Ay, qué bien! Venga. ¡Una y ya, eh!

P. Imagine que es el profesor Grub de uno de sus cuentos y que responde esta pregunta: "¿Ha sido el mundo espantoso en todos los tiempos?"

R. Pues sospecho que sí. Tecnológicamente tenemos más eficacia a la hora de ser más espantosos. Esa es una de las causas que me causan estupor. Por eso hay que leer, hay que ir al cine. Porque son actos que no matan. Lo demás, ya ves tú: ahí tienes una guerra. El mundo es infernal. Espantoso. Sin paliativos. Yo, sinceramente, tengo miedo. Por eso soy tan valiente. 

'El cementerio azul'

Autor: Gonzalo Suárez

Editorial: Literatura Random House

144 páginas. 17 euros