EXPOSICIÓN

La obra de Jim Flora, el Picasso de las portadas de discos y uno de los pioneros en su diseño, se exhibe por primera vez en España

Admirado por los coleccionistas de vinilo, el ilustrador americano cambió la forma en que se presentaban al mundo los discos y ha sido una gran influencia para artistas que han venido después. Una amplia selección de su obra, tanto comercial como trabajos más personales, se expone en la galería madrileña La Fiambrera

El ilustrador Jim Flora.

El ilustrador Jim Flora.

Eduardo Bravo

La Fiambrera, galería de arte madrileña especializada en ilustración y diseño gráfico, acaba de presentar El arte en Alta Fidelidad de Jim Flora, una exposición dedicada a uno de los más sorprendentes y originales diseñadores de portadas de discos, que desarrolló esa faceta profesional en una época en que esa disciplina estaba todavía por definir.

Aunque resulte difícil de creer, durante años, los discos carecían de portadas. Las compañías se limitaban a presentar sus grabaciones en sencillas fundas de papel que, en el mejor de los casos, tenían estampado el logotipo del sello, los títulos de otras referencias del catálogo o anuncios de accesorios para la escucha y conservación de los discos. En definitiva, unas fundas genéricas diseñadas con más o menos gusto, pero que eran totalmente sustituibles entre sí, desde el momento en que no existía relación entre el artista o el género musical del disco y el diseño que lo envolvía.

Hubo que esperar hasta finales de los años 30 para que la compañía Columbia aceptase la propuesta de su director de arte, Alex Steinweiss, para crear portadas cuya gráfica evocase el contenido de los discos y funcionasen como reclamo comercial para que los aficionados se decidieran a comprarlos. El primer lanzamiento que empleó ese nuevo concepto fue una grabación de Das Lied Von Der Erde de Mahler, que también inauguró la idea de "álbum", ya que contenía siete discos de 78 rpm con esa obra del compositor alemán, presentados en un formato semejante a un libro, cuyo aspecto recordaba a los álbumes fotográficos.

La innovación de Steinweiss hizo que Columbia necesitara nuevos grafistas e ilustradores que creasen los diseños para los futuros lanzamientos de la compañía. Entre los seleccionados estuvo Jim Flora, un joven nacido en Bellefontaine, Ohio, en el año 1924, y formado en la Art Academy de Cincinnati. Allí, durante su época de estudiante, había fundado, junto al escritor Robert Lowry, Little Man Press, una editorial independiente en la que publicaban libros ilustrados por Flora, en los que el artista ya mostraba su personal estilo con influencias de Paul KleePicassoJoan MiróCalderCovarubiasRiveraSiqueiros, así como del arte popular precolombino.

Si bien durante los primeros meses en Columbia, Flora se limitó a crear ilustraciones para el departamento comercial de la compañía y para CODA, la revista de novedades del sello, cuando en 1943 Steinweiss fue reclutado para combatir en la Segunda Guerra Mundial, fue ascendido a Director de Arte y comenzó a diseñar él mismo las portadas.

"Flora fue uno de los primeros y más exitosos ilustradores de portadas de discos: trabajó para Columbia Records en la década de 1940 y, posteriormente, en los años 50, como autónomo para RCA Victor y autor de cuentos infantiles", explica Irwin Chusid, biógrafo y responsable de varios libros que recopilan la obra del artista estadounidense, cuyo talento le permitía trabajar sin necesidad de escuchar previamente los discos que tenía que ilustrar y en cuyas portadas no faltaban los colores chirriantes y unos personajes que no respetaban las leyes de la física, ni los tratados anatómicos ni las perspectivas.

No obstante y a pesar de esos elementos estéticos, lo que realmente diferenció a Jim Flora de otros artistas e ilustradores de su época fue aceptar, desde el principio de su carrera, que no era un creador puro, sino un artista comercial. En otras palabras, un autor cuya libertad creativa debía ceñirse a las necesidades de sus clientes, independientemente de que el sector en el que operasen fuera la música, las finanzas o el infantil.

"Aunque en su día la influencia de Flora fue limitada e incluso estéticamente infravalorada a excepción de los coleccionistas de discos, podemos decir que fue un profesional que tuvo éxito. Se negó a aceptar ser un 'artista muerto de hambre' y consiguió obtener unos ingresos constantes a lo largo de los años. Llegó a ser propietario de una casa y crió, junto a su esposa, a cinco hijos en una comunidad agradable a orillas del estuario de Long Island Sound", explica Chusid.

Nuevos aires, nuevos proyectos


En 1950, Flora, su esposa, la también artista Jane Sinnicksen, y sus hijos se establecieron en la localidad mexicana de Texco, donde pasaron más de un año experimentando con el dibujo, la pintura y el grabado, antes de regresar a Estados Unidos y retomar su trabajo de ilustrador comercial para revistas, periódicos y editoriales infantiles. "Aunque en mi opinión ese trabajo es menos interesante, lo cierto es que era un ilustrador muy solicitado y un autor con muy buenas ventas en el campo de la literatura infantil", explica Chusid que, a esas facetas profesionales, añade otra, tal vez menos conocida pero muy relevante por la libertad con la que se desarrolló.

"Aunque hizo concesiones en lo que se refiere a su arte comercial, cuando quiso expresarse plenamente sin esas restricciones, pintó, hizo grabados en madera o dibujó en su tiempo libre piezas que rara vez mostró durante su vida. Tanto es así que, aquellos que conocían su trabajo comercial podrían haberse escandalizado por el arte que estaba creando fuera de su 'horario laboral'. De hecho, la mayor parte de esa producción fue encontrada en la casa familiar años después de que Jim falleciera. Se trata de trabajos increíbles, que son la base de la línea de obra gráfica que hemos producido".

'The Big Bank Robbery' de Jim Flora. 

'The Big Bank Robbery' de Jim Flora.  /

Todas esas facetas de la obra de Jim Flora están representadas en la muestra organizada por La Fiambrera y que permanecerá abierta en Madrid hasta el 3 de septiembre. "En nuestra exposición se pueden ver cuarenta y cinco de las alrededor de setenta carátulas que realizó, algunas de ellas originales pertenecientes a la colección de Irwin Chusid —explica Francisco Santalices, uno de los responsables de La Fiambrera—. Eso compone el cuerpo de la exposición al que hace referencia el título. Sin embargo, decidimos darle una dimensión más amplia, complementándola con reproducciones de obras de esa producción artística que Flora realizó al margen de sus encargos comerciales".

El arte en Alta Fidelidad de Jim Flora ha sido un proyecto largamente deseado por los responsables de La Fiambrera que, después de años de trabajo, pueden presumir de ser los primeros en organizar en España una exposición del ilustrador estadounidense.

'Ferris Wheel Fireworks'. 

'Ferris Wheel Fireworks'.  /

"Éramos grandes fans de Jim Flora desde que se publicaron los cuatro libros antológicos de su obra hace alrededor de veinte años. Por eso, a partir del nacimiento de La Fiambrera en 2014 empezamos los contactos con Irwin Chusid para tratar de convencerle. Al cabo de los años se han dado por fin las circunstancias que han hecho posible, no solo la exposición, sino representar a través de nuestra galería de arte a Flora en España. Desde finales del año pasado, estamos ya vendiendo su obra en nuestra web y en la galería, con una pequeña selección siempre expuesta y visible para todo el que nos visite".

El vinilo: del plato a la pared

Después de décadas despreciado, el vinilo ha regresado con fuerza, no solo por su mayor rango dinámico y mejor sonido en comparación con el CD y el MP3, sino por su gran atractivo como soporte gráfico. Prueba de ello es el hecho de que, además de El arte en Alta Fidelidad de Jim Flora, coincidan en Madrid dos exposiciones más en las que las portadas de discos tienen una especial relevancia.

La primera, que permanecerá abierta en el Centro de Cultura Contemporánea Conde Duque hasta el 18 de septiembre, lleva por título <em><u>Los Vinil[o]s de Plásticos y Decibelios</u></em>, y está compuesta por más de ochocientas piezas —entre LP, EP, singles y picture-discs— procedentes de la colección personal de Julián Ruiz que, según la información de los organizadores, supera las seiscientas mil referencias. Una muestra organizada por secciones temáticas, en la que la personalidad del periodista y productor pesa más que un proyecto expositivo sólido.

Por su parte, <em><u>Fotografía pública. Los años sesenta / The Sixties</u></em> incluye en su amplia muestra sobre imágenes de esa década, una selección de carátulas de discos en las que la fotografía es la protagonista. Entre ellas, el disco Freak Out! de The Mothers of Invention, Rubber Soul de The Beatles, Boom de The Sonics, Between The Buttons de The Rolling Stones, el primer disco del grupo sevillano Smash o el Highway 61 Revisited de Bob Dylan.

De hecho, esta muestra, que estará abierta hasta el dos de octubre en la sala Centro Centro, explica en cierta manera por qué, a finales de los 50, las compañías de discos decidieron dejar de encargar portadas a Jim Flora y otros ilustradores: la aparición del fenómeno fan, encabezado por Elvis Presley, provocó que los compradores, mayoritariamente adolescentes, prefirieran que su ídolo apareciera representado en las portadas con la fidelidad de una fotografía, en lugar de con un dibujo que, en el caso de Flora, podía resultar demasiado rupturista e incluso irreverente.

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