30.000 ASISTENTES

Locos 90: no te avergüences, a todos nos flipan Marta Sánchez, OBK, Rebeca y Chimo Bayo

Madrid se pone nostálgica con Love The 90’s, un macrofestival que repasa lo mejor de la década que vio enamorarse a Quimi y Valle, que amaneció de la mano de Leticia Sabater y que aprendió a clonar ovejas como Dolly

Marta Sánchez, en un momento de su actuación en el festival Love The 90's.

Marta Sánchez, en un momento de su actuación en el festival Love The 90's. / AARON ALBORES

Pedro del Corral

Pedro del Corral

De pequeño, jugaba a Pokémon amarillo. Siempre escogía al eternísimo Pikachu, pero con el tiempo averigüé que era la peor opción posible. ¿Pikachu? ¿En qué estaba pensando? Si Charmander le daba mil vueltas. Ese debate, que entonces parecía existencial, no era ni mucho menos especial. En la época en la que yo crecí, todo se basaba prácticamente en una elección: ¿David Bisbal o Chenoa? ¿Messenger o Tuenti? ¿Kim Possible o Jimmy Neutrón? Son los 2000, los años de Gran Hermano, las mechas rubias, las botas infinitas, LaLluvia_MaríaVillalón.mp3, el Blue Tropic...

Nací en los 90, pero llevo los 2000 inyectados en las venas. ¿La culpa? En parte, de Daniel Radcliffe, Ana Obregón, Amaia Montero, Mario Casas... Ahora bien, no fueron los únicos responsables. Aquel Serenade de Angy en Factor X aún sigue trasladándome a los infiernos con brío. Yo tampoco quise que Ainhoa ganase Operación Triunfo 2. Y sí: me cabreé cuando La Casa Azul no nos representó en Eurovisión con La revolución sexual. ¿Qué era eso del Chiki chiki? Dejémoslo ahí mejor. Sin embargo, a pesar de que soy un millennial a Los Serrano eternamente enganchado, me gustaría descubrir mis orígenes. Por ello he venido a Love The 90’s: quiero conocer el secreto de Jordi Hurtado, jugar a los recreativos, entender a Ricky Martin, tatuarme una calcomanía, encontrar a Wally… Y, como no es lo mismo contarlo que vivirlo, voy a infiltrarme en el festival donde Rebeca Pous es la única reina de España. Gracias por tanto, Samanta Villar.

Rebeca agitó al público con su 'Duro de pelar'. 

Rebeca agitó al público con su 'Duro de pelar'.  / MARCELO CORRALES

Pongo rumbo al pasado. Y, como tal, no pueden faltar mis Reebok ni el discman. Bueno, esto último lo imaginamos. En cualquier caso, me quiero sentir noventero a toda costa. De ahí que quisiera ponerme también una de esas cazadoras oversize tan típicas de esta década, pero los 39 grados que llevan derritiendo Madrid esta semana me quitan la idea de inmediato. Es imposible que con este calor los chicos se enamoren. Lo siento, Sonia y Selena. En este instante, lo único que apetece es encerrarse en el congelador y esperar a que sea de nuevo septiembre. Aun así, le echo ganas. Y, al llegar a Ifema, lo primero que hago es pedir una cerveza.

La chica de la barra es de mi quinta. Y eso, quieras o no, me da cierta confianza. A mi alrededor abundan treintañeros y cuarentañeros. ¿A quién me iba a encontrar si no? Me pregunta a qué grupo he venido a ver. Le digo que soy periodista y que pretendo escuchar a todos lo que pueda... Aunque la realidad es que termino confesando mis debilidades: Melón Diesel, Marta Sánchez, Locomía, La Guardia… Entonces, se ríe. Y, en un gesto de complicidad, me enseña un vídeo que guarda como un tesoro en su móvil: es ella vestida de Azúcar Moreno cantando Bandido. Ojalá más tarde, en un ataque de euforia, salte la valla, atraviese el gentío y se haga un trío con Las Salazar.

Víctor Elías, a los teclados.

Víctor Elías, a los teclados. / AARON ALBORES

Es la primera vez que Love The 90’s se presenta en formato festival. Hasta la fecha, ha ido girando por España con una serie de conciertos especiales donde la música de este decenio es la gran protagonista. No obstante, en esta ocasión, aterriza en Madrid con tres escenarios (pop, dance y playa), food trucks, sala de videojuegos, tienda de merchandising… Todo lo preciso para saciar esa necesidad imperante de nostalgia que se ha impuesto en los últimos años. Desde luego, es el lugar ideal para aquellos que querían ser Nick Carter de los Backstreet Boys, que veían el Gran Prix con más pasión que rubor, que devolvían los VHS sin rebobinar al videoclub (¡qué canallas!), que bebían Fruitopia como si fuera a desaparecer, que gritaban la palabra Jumanji cada vez que oían tambores… ¿El resultado? Más de 30.000 asistentes.

Ricky Martin y la mermelada

En mi primera vuelta de reconocimiento, suena de fondo una canción que me resulta conocida. “Voy cruzando el río, sabes que te quiero, no hay mucho dinero, lo he pasado mal”, canta Nacho Campillo. Es Tam Tam Go! haciendo de las suyas con su mayor éxito. El público está enloquecido. Canta al unísono. Algo les ha tocado la patata. Y no será la última vez esta noche, estoy seguro.

No os voy a engañar. Me siento un pelín desubicado. La música, el ambiente, la estética y los sonidos me parecen familiares, pero me falta algo para sentirme parte de la masa. Yo, por ejemplo, no vi Las gemelas de Sweet Valley los fines de semana ni coreé hasta la extenuación el Wannabe de las Spice Girls. Tampoco vi el vídeo de Ricky Martin con el perro y la mermelada. Los tamagotchis jamás llamaron mi atención. Y las riñoneras, por mucho que se hayan puesto de moda otra vez, nunca han colgado de mi cintura. Pero me voy a dar una oportunidad. Veremos.

Toñi y Encarna tiraron de grandes éxitos en su presentación.

Toñi y Encarna tiraron de sus mayores éxitos durante su presentación. / MARCELO CORRALES

Me muevo de un lado para otro, mientras Jenny de Ace of Base defiende orgullosa su repertorio. A la par hay quienes optan por Álex de la Nuez, responsable del imperecedero ¡Chas! Y aparezco a tu lado. Casi sin respirar, le toca el turno a Marta Sánchez. Es una diva y, con esta condición, no nos queda otra que quererla, mimarla y cuidarla. Así que allá voy, dispuesto a dejarme la garganta en Desconocida. Es increíble la cantidad de personas que sigue moviendo esta artista. Y aún más: a sus 56 primaveras domina las tablas mejor que con 30. Sus temas han sido la banda sonora de numerosas relaciones, luchas, derrotas, carreras, rabias… Y, viendo la reacción del gallinero, todavía lo siguen siendo. “Es una diosa”, dice uno en la cola del baño. ¿Del Olimpo?, le pregunta otro con gracia. La respuesta no puede ser mejor: “De mi corazón. Ella ha estado siempre ahí”. Pura adrenalina para arterias magulladas.

De lo que no hay duda es de que los 90 es la época de los bailecitos. Incluso yo, en alguna cinta con recuerdos, me he visto haciéndolos. La Macarena, Saturday Night o Vogue son algunos ejemplos. No había quien no supiera sus característicos pasos. Quizá, no tanto por interés personal, si no por no quedar como un auténtico loser. En ese sentido, qué bien le hubiese sentado una coreografía un poquito más elaborada al mítico Duro de pelar de Rebeca Pous. Aunque realmente no le hizo demasiada falta. Para muchos, es el himno de esta cita. Una canción que te teletransporta de inmediato al año en el que se clonó a la oveja Dolly, Encarna Sánchez nos dejó, se estrenó Tesis, Lady Di se divorció, nació Hotmail, Leticia Sabater daba los buenos días…

El recinto está repleto de láseres, pantallas gigantes, focos, megatrones, altavoces…

El recinto estaba repleto de láseres, pantallas gigantes, focos, megatrones, altavoces… / RAUL BARCIA

Las dudas de Marta y Marilia


Conforme avanza la jornada, va tocando el turno de bandas tan icónicas como The Refrescos, La Frontera, Danza Invisible, Cómplices, Amistades peligrosas, Modestia Aparte, Zapato Veloz… A algunos los escucho a pie de pista y a otros lo intento desde los arcades. Hay máquinas de todo tipo, lo que completa la experiencia a la perfección. ¿A quién no le gusta echar una partidita mientras suenan las composiciones de nuestra infancia? Sólo faltan el bollicao y el tazo correspondiente. Lo he intentado varias veces, pero estos joysticks no se me dan tan bien como los comandos de la PlayStation. He aquí la gran brecha generacional.

El recinto está repleto de láseres, pantallas gigantes, megatrones, altavoces… Paso a paso, voy entendiendo que ahora es cuando estamos consiguiendo descifrar de verdad los 90. A diferencia de tiempos anteriores y posteriores, a esta década le faltaba una narrativa clara. De ahí que los que la saborearon en plena juventud quieran hoy recuperarla para darle el reconocimiento que apenas tuvo. A la espera de que Chimo Bayo, OBK y Celtas Cortos asalten sus respectivos escenarios, me doy cuenta de que aquí lo importante es sentir. En cualquiera de sus formas. En el color que sea. Por ello, es tan auténtico lo que ocurre dentro de Love The 90’s. Hay quienes se sabe de carrerilla los actores y actrices que salieron en Al salir de clase. Quienes sufrieron de amor en paralelo a Quimi y Valle. Quienes descubrieron la magia gracias a Sabrina. Quienes aprendieron bricolaje de la mano de Jordi Cruz. Quienes titubearon como Marta y Marilia entre aguantar un poco más o echarlo a suertes.

Yo me curtí en los 2000, pero ahora tengo claro que sin los 90 nada de lo que he vivido después hubiese tenido el mismo sentido.

¿Quién debería estar en la próxima edición?

Mi apuesta es clara: a nivel nacional, necesitamos a Ella Baila Sola. No se pueden entender los 90 sin las letras reivindicativas y las voces empastadas de Marta y Marilia. Amores de barra, Y quisiera, Suelo de canicas, Mujer florero, Despídete… Tienen éxitos para cualquier corazón. Y, ahora que se han vuelto a hablar, estamos ante la ocasión idónea. En el plano internacional, The Corrs debe liderar el cartel. Tras su regreso en 2015, la banda ha publicado dos elepés que han pasado sin pena ni gloria. Pero está claro que la gente sigue yendo a verlos por sus míticas creaciones a medio camino entre el folk irlandés y el pop: Breathless, What Can I Do, Runaway, The Right Time, Irresistible

Tampoco estaría demás reunir a S Club 7. Es cierto que protagonizaron un breve retorno hace ocho años, pero supo a casi nada. Así que… ¿quién sabe? A lo mejor 2023 es un buen momento para volver a escuchar Don’t Stop Movin’, Reach, Two In A Million, Bring It All Back, Stand By You… Otras opciones interesantes son M Clan y Presuntos Implicados. Y por soñar: Britney Spears y Natalie Imbruglia. No se puede entender esta década sin sus Baby, One More Time y Torn.