MÚSICA

Joan Vich: "Benicàssim fue el espejo en el que se miraron todos los festivales que vinieron después"

El músico y programador publica 'Aquí vivía yo', "una crónica emocional" de sus 25 años en el que es uno de los festivales más importantes, en el que empezó como camarero y acabó de codirector

Joan Vich, ha estado cinco lustros ligado al Festival de Benicàssim.

Joan Vich, ha estado cinco lustros ligado al Festival de Benicàssim.

Gabi Rodas

Joan Vich Montaner, músico, periodista musical, mánager y programador, director del sello Primeros Pasitos y responsable, en su momento, de la desaparecida sala Sonotone de Gomila, publica Aquí vivía yo, "una crónica emocional" de sus 25 años en el Festival Internacional de Benicàssim, al que llegó en 1995, despachando bebidas en una de las barras, y en el que acabó como codirector.

"Aquí vivía yo es un libro de memorias y, por lo tanto, una recopilación de vivencias que se articulan alrededor de la pasión por la música. Al estar escrito desde dentro, entiendo que puede funcionar también como una ventanita indiscreta hacia el interior de la industria musical", señala su autor, instalado desde hace unos años en el Puerto de Santa María, en Cádiz.

Joan Vich es un nombre propio dentro de la escena musical. Irrumpió en los primeros 90, con The Frankenbooties, un grupo considerado precursor del noise, precisamente el que le abriría las puertas de Benicàssim. "Mi grupo, The Frankenbooties, publicaba sus discos a través de Elefant Records (la discográfica que dirigía Luis Calvo, uno de los fundadores del FIB) y había actuado en la sala Maravillas (que dirigían los hermanos Morán, también fundadores del festival). Cuando empezaron a armar la plantilla de trabajadores para aquella primera edición del festival, yo estaba en el lugar y en el momento adecuado. Me propusieron trabajar en una barra y acepté sin pensarlo", relata.

"Al estar escrito 'desde dentro', el libro puede funcionar como una ventanita indiscreta hacia el interior de la industria"

Vich, que se enorgullece de que el libro esté gustando no solo a los aficionados a los festivales en general, también "a gente que no estuvo nunca en el FIB pero que comparte la afición por la música popular", entiende que eso de ¡empezó como camarero y acabó de codirector! "es una imagen muy potente" pero aclara: "Comencé de camarero como podía haber empezado repartiendo flyers o pegando carteles. Hacían falta manos y las mías estaban ociosas. Acabar de codirector, veinticinco años después, fue más por KO técnico de los otros candidatos que por méritos propios. De lo que sí estoy muy orgulloso es de haber sido programador artístico del festival durante casi quince años".

Su experiencia a ambos lados del escenario, y también encima de él, a la batería, le lleva a afirmar, sin dudar, que el Festival de Benicàssim "fue la escuela y el espejo en el que aprendieron y se reflejaron todos los festivales que vinieron después. Con sus más y sus menos, el ejemplo del FIB marcó la línea a seguir durante años y, en ese sentido, influyó decisivamente también en el panorama cultural de todo el país, no solamente en los festivales".

A la hora de apuntar los factores que han permitido encumbrar al de Benicàssim como uno de los grandes festivales del sur de Europa, Vich señala, al margen del "sol y el buen tiempo", otros como "una programación espectacular, sobre todo entre 1997 y 2002; un recinto muy cómodo y un ambiente fantástico. Y un trato exquisito hacia los artistas, que siempre querían volver y hablaban maravillas del festival en los medios internacionales y entre sus amigos artistas", añade.

"Cualquier promotor que se anime a organizar un festival en la isla merece mi aplauso"

"No sé si hay una definición clara para el fiber", comenta, "sobre todo cuando han cambiado tanto las costumbres, los gustos y las generaciones en veinticinco ediciones del festival. Lo único en común sería el amor por el festival, por encima de los carteles de cada año, como algo más grande que la suma de sus partes. Un poco como la afición de un equipo de fútbol, que siente sus colores cuando gana y cuando pierde también. Conozco a gente que tiene el logo del FIB tatuado en su piel. Una decisión discutible, creo, pero que demuestra el nivel de afección que llegó a despertar el festival".

Aunque en la sombra en la actualidad, Vich sigue atento a la escena y a los festivales, también a los de Mallorca. Preguntado por si hay suficiente público para tanto festival en la isla, responde: "El público mallorquín es complicado y exigente. Cualquier promotor que se anime a organizar un festival en la isla merece mi aplauso y mi apoyo, no es una tarea fácil".

En Aquí vivía yo, muchas de las historias que cuenta Vich tienen como protagonistas a las estrellas que protagonizaron tantas noches inolvidables en Benicàssim, algunas de las cuales han dejado una huella imborrable en él, como Amy Winehouse, Lou Reed, Jon Spencer o Björk, confiesa.

¿Qué fue del Joan Vich músico?¿regresará algún día a los escenarios?¿continúa despierto? "Sigue despierto, pero aletargado. Es decir, que sigo tocando en casa casi todos los días y escribo canciones efímeras (que olvido al cabo de unos días, para empezar otras nuevas) pero, al menos por el momento, he dejado aparcado lo de tocar en un grupo, grabar, promocionar. Entre otras cosas, porque no he encontrado a la gente adecuada, pero también porque me da una pereza descomunal pensar en cargar amplificadores y batería, conducir durante horas, dormir poco, comer mal. ¡Creo que ya no estoy para salir de gira!", aclara con una sonrisa.

'Aquí vivía yo'

Autor: Joan Vich Montaner

Editorial: Libros del K.O.

232 páginas. 19,90 euros

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