MÚSICA

Sónar: "Falta una decisión política para que Barcelona sea un 'hub' de creatividad digital"

Los cuatro directores del Sónar abordan en esta entrevista su visionario y exitoso modelo de festival y la relación de este con la capital catalana. La 29ª edición de la cita comienza el próximo jueves con el apartado +D más potente e integrado que nunca en la muestra

Sergi Caballero, Ventura Barba, Ricard Robles y Enric Palau, los cuatro directores del Sónar, en el ascensor de las oficnas del festival.

Sergi Caballero, Ventura Barba, Ricard Robles y Enric Palau, los cuatro directores del Sónar, en el ascensor de las oficnas del festival. / FERRAN NADEU

Ramón Vendrell | Julián García

Imaginen que una universidad les propone crear la Cátedra Sónar. ¿Qué enseñaría?

Ventura Barba: De momento, nos ha estudiado un catedrático del IESE, José Luis Nueno. Fuimos su primer "caso", como dicen ellos, de empresa de entretenimiento.

Sergi Caballero: Los alumnos te decían: "¿Todo este trabajo y ganáis tan poco dinero?" Son jabalís de los negocios.

Ricard Robles: Te hacían razonamientos salvajes. "¿Cuántos artistas tenéis programados?" 125. "Y de estos, ¿cuántos son famosos?" 40. "¿Y muy famosos?" Uno. "Pues... ¿por qué hacéis todo lo demás?" Es que nosotros hacemos un proyecto con dimensión cultural que comporta otros actores y otros valores añadidos.

V. B.: Nueno nos decía que éramos lo contrario de lo que explicaba a sus alumnos. Pero también nos decía: "Si lleváis tantos años de éxito, será que algo hacéis bien".

Vale, pero ¿qué enseñaría una Cátedra Sónar?

S. C.: La actitud de buscar siempre cosas nuevas. Y la mezcla de disciplinas artísticas, que cuando empezamos estaban muy divididas y ya no tanto. La tecnología digital ha permitido que todo esto sea ahora muy diferente.

R. R.: Incluso se ha ampliado el propio concepto de creatividad. Ya no es solo patrimonio de los artistas. Nuestra voluntad siempre ha sido que el festival fuera una casa común para muchos perfiles de creadores. Tejemos espacios, incitamos a que creadores de diferentes ámbitos expliquen los lenguajes del futuro. Si revisáramos ahora los documentos de cuando pensábamos el festival, deberíamos matizar muy poco. 

Crear una marca es un trabajo. Es cojonudo"

— Sergi Caballero, codirector del Sónar

¿Pueden poner un ejemplo de colaboración entre arte y ciencia que les haya fascinado especialmente?

V. B.: En Vall d'Hebron tenían un problema con médicos y personal sanitario. Era difícil que se pusieran en los zapatos de un paciente, por empáticos que fueran. Embarcamos a gente de nuestro entorno y grabamos con un sistema de sonido binaural 360 toda la experiencia de un paciente: comienza por urgencias, acaba siendo operado, va después a planta... El resultado fue un clip de dos minutos que desde entonces es obligatorio que cualquier persona que trabaje en Vall d'Hebron escuche. Y realmente pone los pelos de punta.

S. C.: El ruido de las camillas, los golpes en las puertas de los ascensores, las conversaciones que tienen de noche sobre fútbol... Y tú estás allí jodido oyendo todo eso.

Enric Palau: Es muy enriquecedor mediar entre el mundo académico y científico y el mundo creativo, que están muy separados y no siempre se acaban entendiendo. Pero por fin grandes empresas, y hasta el CERN, tienen artistas en residencia.

V. B.: Cada vez es más usual que grupos de innovación de empresas tengan un creador que no es ingeniero, que pone este ingrediente de 'vamos a construir sin tocar tierra'. En un mundo que cambia tan rápidamente, donde no hay tierra firme, los que son capaces de imaginar futuros son los creadores que vienen de nuestro territorio habitual.

Sergi Caballero, Ricard Robles y Enric Palau, en el despacho de su empresa, en el año 2000.

Sergi Caballero, Ricard Robles y Enric Palau, en el despacho de su empresa, en el año 2000. / ADVANCED MUSIC

El discurso de la interacción entre ámbitos creativos, de investigación y de empresa se ha convertido en un mantra moderno para administraciones y corporaciones. ¿Lo celebran o sienten que les han robado la cartera?

V. B.: Yo lo veo como una validación de una hipótesis que se construyó hace muchos años y que ahora, no diré que sea la norma, pero sí el camino a seguir.

¿Les incomoda que se hable del Sónar como una marca?

S. C.: A mí me encanta. Crear una marca es un trabajo. Es cojonudo.

E. P.: Para mí cualquier cosa que perdure en el tiempo es una marca.

S. C.: Pero hay cosas que perduran y no tienen marca. No tienen valor de marca. El Sónar tiene valor de marca y esto hace que mucha gente de muchos sitios venga desde hace muchos años. ¿Por qué? ¿Y por qué no se copia el modelo? Porque es una marca única que has construido.

V. B.: Mejor marca que producto.

Moderat, por ejemplo, asistían al Sónar como fans y eso les inspiró para hacer música"

— Enric Palau, codirector del Sónar

¿Con qué instituciones barcelonesas han establecido las mejores complicidades?

R. R.: Hemos trabajado con la mayoría de los actores culturales y científicos. Con algunos de ellos, como el Barcelona Supercomputing Center o la UPC, de manera reiterada.

V. B.: En un momento histórico, con el CCCB y el Macba.

E. P.: También hay otras complicidades. Moderat, por ejemplo, asistían al Sónar como fans y eso les inspiró para hacer música. Y John Peel ['disc-jockey' estrella de la BBC] hacía cada año su programa desde el Sónar y después pinchaba cosas que había descubierto aquí. Fue una relación muy interesante.

El Sónar ha tenido en torno a un centenar de ediciones en el extranjero, con mayor o menor continuidad, y sigue sumando nuevas, como el Sónar Lisboa. ¿Qué imagen creen que se tiene internacionalmente de Barcelona?

V. B.: Un apunte. La primera parte del hecho de salir al extranjero es que estos señores [Barba se incorporó con posterioridad a la dirección del Sónar] construyeron algo en Barcelona que interesaba a la gente de fuera. En el año 94, cuando no había prácticamente internet ni vuelos 'low cost' y la gente tenía que pagar un billete de Iberia o British Airways para venir. O sea, que un inglés pagara un vuelo carísimo para vivir una experiencia cultural en Barcelona me parece muy bestia, muy rompedor. En cuanto a la pregunta, cuando nos llaman, buscan el ADN del Sónar, que sin duda incorpora de algún modo la ciudad de Barcelona.

S. C.: El Sónar fue el primer festival que pasaba en el interior de una ciudad, y además dentro de un equipamiento cultural [el CCCB]. Cuando los equipamientos culturales se pensaban aún para colgar cuadros y hacer exposiciones. Supongo que eso también decía algo de Barcelona.

E. P.: Cuando alguien nos viene a buscar, tiene un interés por el Sónar, pero también es un interés vinculado con el imaginario que existe de Barcelona.

Barcelona no puede ser un 'hub' de todo. Tienes que elegir a qué dos o tres palos quieres jugar y hacer la apuesta"

— Ventura Barba, codirector de Sónar

Otra idea convertida en mantra de administraciones y empresas es la de 'hub'. ¿Barcelona es o tiene potencial para ser un 'hub' de creatividad digital?

S. C.: Barcelona era un 'hub' creativo absoluto en el 96-98. De artistas, rollo grafiti, y de músicos. Y los políticos no se habían dado cuenta. Al revés. Iban en contra.

R. R.: Barcelona ha sido en algunos momentos la ciudad del diseño, la gastronomía, la arquitectura... ¿Por qué no puede ser un 'hub' de creatividad digital? Hay elementos. Somos muchos los que trabajamos en red con el extranjero y a la vez a nivel local. Pero una articulación de todos estos proyectos requiere de una decisión política.

Enric Palau, Ricard Robles, la entonces 'consellera' de Cultura, Caterina Mieras; el entonces concejal de Cultura del Ayuntamiento, Ferran Mascarell; Sergi Caballero y el entonces director del CCCB, Josep Ramoneda, en la presentación del Sónar de 2005.

Enric Palau, Ricard Robles, la entonces 'consellera' de Cultura, Caterina Mieras; el entonces concejal de Cultura del Ayuntamiento, Ferran Mascarell; Sergi Caballero y el entonces director del CCCB, Josep Ramoneda, en la presentación del Sónar de 2005. / DEPARTAMENT DE CULTURA

¿Y no se ha tomado?

R. R.: Los ingredientes están ahí, pero quizá falta un liderazgo para un proyecto que sea capaz de echar mano de los actores. Y es una decisión importante: en esta ciudad, cuando las fórmulas público-privadas se han desarrollado bien, se ha podido llegar. No nos vamos a esconder: el Sónar puede ser un elemento fundamental de todo esto.

V. B.: El personal debe creérselo, porque la ciudad no puede ser un 'hub' de todo. Tienes que elegir a qué dos o tres palos quieres jugar y hacer la apuesta.

Centrados en la música electrónica, ¿qué espacio ocupa Barcelona a escala internacional?

E. P.: El Sónar nació en un momento en que había un desfase entre la magnitud que cogía el festival como evento de cultura electrónica y lo que había en Barcelona en materia de sellos discográficos y de músicos. Eso ha cambiado y mucho.

R. R.: Así como en los 90 podías hablar de Bristol, Mánchester o Berlín, ahora no puedes hablar de ninguna capital que lidere la escena electrónica.

V. B.: Para empezar porque la gente puede trabajar en red sin estar físicamente ubicada en el mismo sitio o estudio.

E. P.: Aquí hay artistas muy ricos que disparan en todas las direcciones y esto es igualmente interesante que crear un toque común. Hay muchas grandes capitales musicales que no tienen un sonido específico. ¿Cuál es el sonido de Londres?

La semana antes de la presentación a la prensa te obligas a imaginar el acto y muchas de las cosas que has hecho de forma espontánea emergen y se alían"

— Ricard Robles, codirector del Sónar

¿Cuánto tiempo dedican a crear los atractivos relatos de cada Sónar?

R. R.: No es intencionado, no es una estrategia de marketing. Eso sí, la semana antes de la presentación a la prensa te obligas a imaginar el acto y muchas de las cosas que has hecho de forma espontánea emergen y se alían. No es que ocho meses antes pienses: "Vamos a construir un relato en torno al tema medioambiental y a la diversidad cultural".

E. P.: Hay años que te viene dado. El año de Japón, por ejemplo, teníamos 20 artistas japoneses. Pero la norma es que vamos detectando, con la intuición que hemos ido desarrollando y con la participación de gente joven que se ha ido incorporando al equipo, y luego creamos una manera de explicarlo.

 ¿En qué régimen está el Sónar en Fira de Barcelona ?

V. B.: Somos inquilinos.

Inquilinos que, podríamos decir, en 2019 fueron desahuciados a favor de otro inquilino.

S. C.: Fue muy duro. Nos sentimos muy solos.

R. R.: No teníamos un modelo contractual para poder trabajar con proyección y tranquilidad. Estábamos permanentemente amenazados por lo que fuera. En 2019 fue una feria de maquinaria textil, que puntualmente había de pasar por la ciudad y que nos obligó a mover nuestras fechas habituales. No hubo nadie en la Fira capaz de decir: "Ojo, no movamos cosas que son de aquí y que tienen un valor añadido, por una cosa puntual”.

En 2019 pensamos que era el peor año de nuestra vida. Y en 2020 y 2021 viene el virus y tenemos que cancelar"

— Ventura Barba, codirector del Sónar

¿La relación contractual con la Fira ha mejorado? ¿No puede volver a suceder un episodio como el de 2019?

R. R.: Ha mejorado y no debería volver a pasar. Pero bueno...

S. C.: ¿Te imaginabas el covid? A mí no me extrañaría que ahora viniera un meteorito.

V. B. Entonces pensamos que 2019 era el peor año de nuestra vida. Todo lo que vendrá después será mejor. Y en 2020 y 2021 viene el virus y tenemos que cancelar dos ediciones.

Ambiente y público en el Sónar de Día de la edición de 2019.

Ambiente y público en el Sónar de Día de la edición de 2019. / FRANK VINCENT

Visto desde fuera, y más allá de 2019, da la sensación de que al Sónar le ha ido todo muy bien desde el primer momento: una idea brillante, un desarrollo brillante y puntuales actualizaciones. ¿Ha sido así de bonito?

S. C.: Claro que no. Cuando empezamos en 1994 la música electrónica era sinónimo música máquina. Buscabas marcas y no entendían nada. La música electrónica era el demonio. La gente, incluidos periodistas, esperaba de un artista que sudara en el escenario. Hemos trabajado mucho y sabido reinventarnos.

E. P.: Aquí vivimos éxitos, tensiones y fracasos a diario, pero no se exteriorizan. El objetivo final es hacer una cosa diferente y muy potente cada año. Lo vivimos como una exigencia del equipo.

R. R.: Si hemos tenido suerte, ha sido pensada y calculada. Pensamos mucho qué tipo de evento debía ser el Sónar. No es banal que en su día lo subtituláramos festival de músicas avanzadas. ¿Por qué no electrónica? Porque no solo nos interesaba la música electrónica, aunque fuera el estilo donde había las propuestas más avanzadas. Luego ampliamos el concepto a multimedia, un espacio muy grande, no ceñido a formatos y lenguajes que te puedan limitar. Y en 2013 quitamos el nombre de 'festival' para ser 'Sónar: música, creatividad y tecnología'. Una combinación de factores que te da infinitas posibilidades.

A veces alguien te dice: 'Los de IFEMA, en Madrid, dicen que si os venís aquí todo son facilidades'"

— Sergi Caballero, codirector del Sónar

 ¿Han recibido alguna oferta oficial para trasladar el Sónar a Madrid?

E. P.: Hemos hecho cosas en Madrid.

S. C.: Un político llamándonos y diciéndonos "hey, venid a Madrid", no. Nunca. Cero. Eso sí, a veces alguien te dice: "Los de IFEMA dicen que si os venís aquí todo son facilidades".

R. R.: Una llamada institucional, no.

Han coincidido en el tiempo con el Primavera Sound durante dos décadas. ¿Cómo califican la relación?

E. P.: (Largo silencio) Cordial.

V. B.: Es una coexistencia normal que ha favorecido no solo a los festivales, sino a las industrias auxiliares, profesionales, autónomos. Hemos hablado antes del 'hub' digital, pero creo que la industria del directo es capital en esta ciudad. Y en eso hemos ganado todos.

¿Tienen alguna espina clavada en forma de artista o proyecto que no pudieran tirar adelante?

R. R.: A Depeche Mode nos habría gustado mucho traerlos. Y a Talking Heads, a Prince... Se habló alguna vez de Bowie. Pero eran cosas difíciles de conseguir.

S. C.: Falta que nos contesten los marcianos cuando se cumplan los 50 años del festival.

E. P.: Nuestra vocación principal es el rastreo del talento más emergente. No pensamos en espinas del pasado cuando nos identificamos más con presente y futuro. 

Nos dedicamos a potenciar que sucedan cambios. Pero cuáles serán estos cambios es difícil imaginarlo"

— Enric Palau, codirector del Sónar

¿Han visualizado cómo será el Sónar de, digamos, 2049?

S. C.: Cada diez años, más o menos, hacemos cambios. Ahora toca. Hace diez años creamos el Sónar+D. Y ahora, con los 30 años, la idea es que manche todo el festival. Empezamos este año, con escenario nuevo, y el año que viene habrá todavía más.

E. P.: No nos dedicamos a las profecías como John Negroponte. Nos dedicamos a acompañar, o a promover, o a potenciar que sucedan cambios. Pero cuáles serán estos cambios es difícil imaginarlo.

¿Ha corrido peligro el festival durante los mil días sin Sónar de verano?

S. C.: Ves los números, la gente que tienes, y es muy 'heavy'. En dos años sin facturar puedes tomar la actitud de deprimirte e inflarte a Trankimazin o empezar a hacer mucho trabajo. Hemos aprendido mucho en este tiempo.