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Juliana Reyes: "En este momento, lo que puede salvar algo a la Humanidad es un poco de silencio"

Dramaturga y directora teatral colombiana, presenta en las naves del Matadero, en Madrid, del 9 al 12 de junio, y el día 18 en San Sebastián, La mirada del avestruz. Al frente de la compañía de danza L´Explose, que fundó y dirigió el asturiano Tino Fernández, fallecido en 2020, el espectáculo es una mirada sobre la violencia en Colombia, la tierra, el desplazamiento y las víctimas

La dramaturga Juliana Reyes.

La dramaturga Juliana Reyes.

¿Qué cuenta La mirada del avestruz?

Las huellas que deja la violencia en un país como Colombia, donde se ha vuelto parte de la cotidianeidad. Esta obra la montamos en el 2002. Entonces no había proceso de paz ni nada. El conflicto fundamental era el desplazamiento forzado de las personas, en el que las mujeres soportaron una agresión múltiple, tanto por el conflicto mismo, en el que muchas participaron y sufrieron violaciones, como por la cantidad de ellas que quedaron solas, al perder a sus padres, a sus hijos, a sus maridos. 

¿Y tanto drama cómo se baila?

La tierra es el germen del conflicto. Y en el caso de Colombia, que es un país tan rico, su gran diversidad natural ha generado gran parte de ese conflicto. La tierra se convierte en un elemento conceptual, pero también en un elemento estético. El escenario es completamente de tierra, y eso le da físicamente al cuerpo algo muy interesante, porque por un lado los bailarines empiezan completamente limpios, impecables, y la tierra va manchando, va generando todo un trabajo sobre sus cuerpos. Cuando montamos esta obra, el primer mes trabajamos sobre un suelo de madera y el segundo sobre la tierra. Y era muy interesante ver cómo el trabajo coreográfico que se había montado para la estabilidad de la madera al pasarlo a la tierra convertía a los bailarines en unos desplazados de su lugar de estabilidad. 

Desplazamiento, agresión, desestabilización. Son conceptos presentes en muchos países de América Latina.

En Colombia el conflicto empezó siendo ideológico: había unas guerrillas que peleaban por una mejor distribución de la tierra. Pero eso empezó a mezclarse con el narcotráfico, y éste empezó a generar el valor de la tierra y de los canales de comunicación con el exterior para sacar la cocaína. Y les quitaron las tierras a los campesinos, los desplazaron para quedarse con grandes territorios en los que plantar. Esa confusión entre lo ideológico y lo económico que produce el narcotráfico hace del conflicto colombiano algo muy específico. 

Dice que su espectáculo representa imágenes de esa violencia “aunque muy lejos de cualquier denuncia literal o partidista”. ¿Tiene miedo a marcar perfil, a mojarse?

Con esta obra no pretendemos marcar un perfil ideológico, sino poner en evidencia la pérdida que hay. Una mujer baila entre zapatos y lo que vemos es la gran masa de ausentes. Eso no nos permite tomar partido. El partido es por las víctimas, por las personas que sufren el desplazamiento. La realidad no es blanca o negra. Citaría una frase de Arturo Pérez-Reverte que me parece muy diciente: “No tengo ideología porque tengo biblioteca”. En la medida en que conoces más y que ves más matices de una misma cosa te poner menos de un solo lado.

Danza de compromiso, danza de tesis. ¿Giselle, El lago de los cisnes, el ballet clásico le parecen una frivolidad? ¿Le dan alergia las zapatillas de puntas?

No. Tiene que haber belleza. Además, El lago de los cisnes no es de color de rosa, tiene contradicción. En mi labor artística no hago solamente trabajo político. Me interesa mucho el arte que habla de la vida, de las contradicciones humanas, de la belleza. Vengo de una cultura de mezcla, donde conviven lo negro, lo indígena, lo blanco. Creo en las mezclas. 

Se ha dicho que su trabajo está muy influenciado por el expresionismo alemán. ¿Tiene la foto de Pina Bausch en la cabecera de la cama?

La tengo dentro de la cabeza [ríe], sí. Creo que el expresionismo alemán y el trabajo de Pina han influenciado gran parte de la danza del siglo XX y del XXI. Y en esta obra, ya solo con la tierra la imagen de La consagración de la primavera llega muy nítida. Pero la obra llega a ser muy colombiana. Los cuerpos alemanes y colombianos son diferentes. Colombia es un país donde la gente baila desde todas las emociones, se expresa y seduce bailando. Por eso allí hacer cosas mediante la danza es algo muy distinto a la danza puramente placentera. 

En tiempos de guerra como los que atravesamos, ¿qué pueden contarnos el cuerpo, el baile, la poesía, la metáfora?

El lugar donde ocurre la vida es el cuerpo. Por eso creo que la danza tiene muchas cosas que decir. Puedes hablar de los conflictos desde la palabra. Pero cuando vuelves a tener noción de que tocar a otro, agredir a otro, ver que las cosas pasan en esta carne, en estos huesos, ves que la danza es una gran herramienta para hacerlo sentir, para hacernos conscientes de que, cuando hablamos de guerras, pensamos en tanques. Y se nos olvida que cuando hablamos de guerras hablamos del cuerpo.

¿La política tiene que ver con el arte?

Yo creo que la política tiene que ver con todo. Hasta con lo que comemos. Y también es arte, aunque el arte de la política creo que se está perdiendo en este momento, no solo en Colombia, ante las elecciones, sino en todas partes. Estamos viendo confrontaciones entre políticos que han perdido el arte del diálogo y no piensan en la búsqueda del bien común, sino del suyo. 

¿Tiene miedo al silencio?

No, al contrario. Creo que en este momento lo que puede salvar algo a la Humanidad es un poco de silencio. Siento que estamos en una sociedad del ruido. Y para poder pensar mejor y escuchar a los demás requerimos un poco de silencio.

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