ENTREVISTA

Juan Baraja: una mirada construida en el espacio

Especializado en la fotografía de arquitectura, Baraja es un creador capaz de encontrar información, historias o significados nuevos donde el resto vemos solo una pared. Su obra se expone estos días en el Museo ICO 

El fotógrafo Juan Baraja, en su estudio madrileño.

El fotógrafo Juan Baraja, en su estudio madrileño. / Alba Vigaray

Jacobo de Arce

Jacobo de Arce

Una maqueta de 1,5x1,5 metros ocupa una de las esquinas del estudio que Juan Baraja tiene en el barrio de Carabanchel, en Madrid. El prototipo reproduce, con todo detalle, los espacios y las obras de la exposición que, bajo el título Contra todo lo que reluce: efectos del tiempo, el fotógrafo inauguró ayer en el Museo ICO. Ha sido él quien ha cortado y montado las planchas de cartón que conforman las paredes o las escaleras, quien ha recortado todas las miniaturas de sus propias fotografías que cuelgan de esos muros y también quien ha colocado, en medio de una de las salas, al pequeño Batman que hace de referencia ‘humana’ en ese mundo a escala 1/20. "Me gusta mucho el trabajo con las manos. Me saca de la pantalla, del ordenador, del trabajo. Y me lo paso muy bien haciendo maquetas", explica. 

Esa precisión en el modelismo deja claro que las fronteras entre fotografía y arquitectura son cada vez más borrosas para este artista -no acaba de sentirse cómodo con este término- que lleva casi una década fotografiando edificios y encontrando en ellos historias y significados que solo su cámara parece capaz de recoger. "La arquitectura siempre me ha interesado. Hubo un momento, cuando tenía 15 o 16 años, en que quise ser arquitecto", recuerda. "Luego, cuando estudié Bellas Artes y empecé con la fotografía, teníamos que hacer trabajos de curso de retrato, de foto de espacios… y descubrí que esta última era la que mejor se adaptaba a mí. Ahí empecé a interesarme más por la arquitectura, a leer sobre el tema y a estudiar el trabajo de arquitectos". Hoy, en la abultada biblioteca de su estudio hay empate entre los libros de ambas disciplinas. Por eso no resulta extraño que Baraja sea capaz de leer planos o de manejar escalas con la misma facilidad que su cámara de placas. 

La exposición del Museo ICO, que se enmarca en la programación de PHotoESPAÑA, surge de otra anterior que organizó la Fundación Cerezales Antonino y Cinia (FCAYC) en su sede de la montaña leonesa y que comisarió, como esta, Alfredo Puente. Baraja la ha ampliado para la ocasión con un nuevo encargo del propio museo, hasta completar ocho series de fotografías realizadas a lo largo de los últimos ocho años. 

Arranca con Norlandia, un trabajo sobre una empresa familiar de secado de pescado que llevó a cabo en 2014 en Islandia, y termina con el más reciente, Y Vasca / Euskal Y, en el que investiga los trabajos de construcción de la línea ferroviaria de alta velocidad que unirá Madrid con el País Vasco y su efecto en el paisaje. Entre ellas se suceden series dedicadas a una plantación de plátanos en Islandia, a la propia sede -ejemplo de arquitectura sostenible- de la FCAYVC, dos edificios modernistas utópicos en Portugal, el Hipódromo de la Zarzuela en Madrid y tres gigantescos complejos brutalistas de viviendas sociales en tres ciudades de Italia.  

Fotografía de la serie 'Utopie Abitative'.

Fotografía de la serie 'Utopie Abitative'. /

Recorriendo la exposición se aprecia la evolución que ha experimentado su trabajo. El leit motiv de la muestra es el paso del tiempo y la pátina que este deja en construcciones concretas o en el paisaje. Pero así como en los proyectos de hace unos años manda la foto de fragmento, muy concentrada en el propio edificio -una pared, un contrafuerte o el detalle de una barandilla, casi siempre en edificios racionalistas-, en los más recientes las obras están muy marcadas por el contexto de las construcciones o por la vida que transcurre en ellas. "Últimamente me interesa mucho el paisaje intervenido, y sobre todo el tema de la vivienda social. Mi campo de trabajo se está abriendo, desde esa fotografía de detalle, que te cuenta el edificio por fragmentos y que es más plástica, hasta una fotografía que te habla de la vida desde ese lugar donde se empiezan a construir historias y a salir capas". 

Fotografía de la serie 'Hipódromo' (2019)

Fotografía de la serie 'Hipódromo' (2019) /

Detalle vs. contexto

El contraste es muy evidente entre las series que disparó en Portugal y en Madrid, verdaderos estudios de la luz, del color y de los materiales, con mucho detalle de arquitecturas e ingenierías impolutas -el célebre voladizo del Hipódromo- y una textura casi pictórica, y su proyecto italiano Utopie Abitative. En este, la acumulación de basura, los coches abandonados o los migrantes que se han instalado entre sus muros son casi tan protagonistas como los propios edificios. Aunque para él tienen algo en común. "Todas son fotografías y, por lo tanto, documentos -apunta Baraja-. Una foto de la acción de la luz sobre una pared blanca te está hablando de materialidad, de cómo se ha aplicado el cemento". 

Las fotografías del edificio lisboeta Bloco das Águas Livres, de su serie 'Aguas Livres / Parnaso' (2019)

Las fotografías del edificio lisboeta Bloco das Águas Livres, de su serie 'Aguas Livres / Parnaso' (2019) /

Todos estos proyectos desarrollados a lo largo y ancho de Europa se han cocinado a fuego lento. "Cuando descubro o me cuentan un nuevo sitio que me puede interesar hago un primer viaje, saco fotos con el teléfono y tomo notas. Después viene otro viaje, ya con cámara, del que salen muchas imágenes, porque suelo llegar emocionado. A continuación llega el trabajo en el estudio, con los contactos, y ahí veo qué cosas faltan y sigo completando el proyecto". El de Bloco das Águas Livres, un edificio inspirado en la Unidad de habitación de Le Corbusier construido en 1956, tardó en completarlo casi dos años y le llevó a viajar unas diez veces a Lisboa

Juan Baraja pasó muchos fines de semana de sus años universitarios en Barcelona y en Cuenca encerrado en el laboratorio. Es un fotógrafo muy técnico. Además, no es frecuente encontrar personas en sus imágenes. Es algo con lo que no le gusta mucho trabajar. "No es lo mismo fotografiar un edificio, que te permite volver una y otra vez, que te envuelve, que puedes caminar, tocar y tienes todo el tiempo del mundo para trabajar, para mirar cómo la luz cambia, que cuando tienes un momento para hacer un retrato a una persona", explica. En su día hizo retratos comerciales, pero lo pasaba fatal. Hoy, en los pocos que dispara busca que sus personajes tengan el mismo aplomo que sus edificios. Por eso en los que hizo en Islandia, de los pocos que se ven en la muestra, la imagen es pesada, contundente, y los trabajadores de la factoría de pescado se colocan en posturas con una geometría muy estudiada. Porque, si no es con una aproximación arquitectónica, no parece fácil entrar en el objetivo ni en el universo de Juan Baraja.