Perfil
Chete Lera, ingeniero, piloto y actor autodidacta
El gallego se adentró en el mundo de la interpretación cuando cerca de los 40 comenzó a estudiar psicología y allí se juntó con un grupo de gente "rara" que leía y hacía teatro

El actor Chete Lera (dcha) y los músicos de la Slovack Sinfonieta, la orquesta de cámara del Festival de Salzburgo, durante el pase gráfico de La pasión según don Quijote, que el Lera interpretó en el Teatro de la Abadía, en Madrid. EFE/Gustavo Cuevas/Archivo
Chete Lera llegó tarde a la interpretación pero desde luego por una decisión muy meditada; antes de actor, el gallego fue ingeniero aeronáutico y piloto de aviación, y algunas otras cosas. Cerca de los 40 le dio por estudiar psicología y allí se juntó con un grupo de gente "rara" que leía y hacía teatro.
Al principio, Chete se tomó eso de actuar como una disculpa para ocupar el tiempo libre pero pronto se dio cuenta de que eso era realmente lo que le gustaba. Presumía de autodidacta y de lo que se aprende cuando no se sabe nada.
Su imagen, guapetón, bien plantado, desde sus primeras apariciones en el cine y en la tele luciendo una interesante barba canosa y una melenaza gris, unida al sonoro nombre que eligió para su vida artística hicieron que Chete Lera no pasara desapercibido.
Nació en A Estrada (Pontevedra), pero de casualidad, porque el parto sorprendió a la madre en casa de su hermana, aunque él era realmente de Corcubión (A Coruña).
Era amante de los animales y no se separaba de sus perros China y Pindo. Soñaba con interpretar al rey Lear, con más poderío y una edad avanzada. Decía que "estaba bien" cumplir años; era muy crítico consigo mismo y siempre veía en sus cosas más errores que aciertos.
Además de ingeniero y piloto, fue empleado de banca, medio psicólogo y finalmente actor, sobre todo de teatro, aunque también estuvo en más de setenta proyectos audiovisuales: casi cuarenta largometrajes, una decena de cortos y 'tvmovies' y otras tantas series de televisión, con apariciones más o menos constantes en populares series como "Médico de familia", 'Cuéntame cómo pasó'. 'El ministerio del tiempo', o más recientemente, 'Mira lo que has hecho'.
Después de su aparición en 'La ardilla roja', de Julio Medem, el gallego interpretó a Ventura, uno de los "parientes" de la disfuncional "Familia" (1996) con la que hizo su aparición en el cine español Fernando León de Aranoa; el madrileño contaría con él también en su segunda película, "Barrio" (1998).
Trabajó con los mejores
Luego trabajó con algunos de los mejores directores españoles, de Montxo Armendáriz ('Secretos del corazón', 1997), Alejandro Amenábar ('Abre los ojos', 1997), Imanol Uribe ('Extraños' y 'Plenilunio', ambas en 1999), Icíar Bollaín ('Flores de otro mundo', 1999), Gerardo Herrero ('El misterio Galíndez', 2003), o José Luis Cuerda ('Todo es silencio' 2012).
Pero fue la coral 'Smoking Room' (2002), dirigida por Roger Gual y Julio D. Wallovits, la que más econocimientos le dejó, compartidos con un espectacular elenco: Eduard Fernández, Antonio Dechent, Francesc Orella, Francesc Garrido, Juan Diego, Ulises Dumont, Manuel Morón, Juan Loriente y Pep Molina que se llevaron la Biznaga a mejor actor (premio grupal) en 2002.
Lera, cuyo nombre real era Ramón Mariano Fernández Lera, era el mayor de once hermanos, varios de ellos inclinados al mundo artístico, como el escritor Antonio Fernández Lera, el cantautor Héctor Lera, componente durante los años 80 de grupos como "Girasol o "Ventolera", y el también músico Joaquín Lera.
Precisamente Ramón se llamaba su último personaje para la tele, 'Mira lo que has hecho', la serie de Berto Romero para Movistar+. Chete era un secundario difícil de olvidar, no solo por su sonoro nombre, que se quedaba rápido, sino porque tenía una impronta curiosa de hombre cabal, un gallego que podía ser catalán o madrileño si hacía falta.
Carrera en los escenarios
Además del cine, desarrolló también una larga carrera en los escenarios y estuvo especialmente implicado en el teatro alternativo y de vanguardia, con creadores como Rodrigo García, con quien trabajó en varios de los montajes que en los años noventa le dieron fama internacional al autor, como "Protegedme de lo que deseo" (1998) o "Haberos quedado en casa, capullos" (1999).
Entre los noventa y los dos mil, el actor estaba en lo más alto de su carrera y compaginaba sus apariciones en el cine con los escenarios, donde trabajó con directores de la talla de José Luis Gómez, Lluís Homar o Gerardo Vera. Entre sus interpretaciones teatrales de la última década destacan "Subprime" (2012) y "La celestina" (2016).
Aunque habría estado bien, como él decía, seguir cumpliendo años, un accidente de tráfico se llevó la vida del actor en un barranco malagueño. A sus 72 años, seguía teniendo intacta su hermosa cabellera blanca.
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