Opinión | PREMIO CERVANTES

Doña Quijota Peri Rossi

La exposición sobre la escritora que se exhibe en la Universidad de Alcalá.

La exposición sobre la escritora que se exhibe en la Universidad de Alcalá. / M.Cruz Alba

Fue la crónica de una ausencia. Un premio sin la premiada. Una sensación de vacio que envolvió toda la ceremonia de entrega del premio Cervantes, aunque la actriz Cecilia Roth declamara con oficio el texto que le había escrito la poeta.

Hace años que los bronquios le pasan factura. Le dificultan a la hora de hablar con una respiración tranquila. La no presencia de la escritora enfrió la emoción del momento, a pesar de los buenos discursos. El de la ganadora ya se esperaba. Pero también la laudatio del ministro de Cultura, Miquel Iceta, vestido con chaqué y la de su Majestad el Rey. El de este último estuvo repleto de profundidad, como si conociera bien la obra de la premiada.

El contenido del discurso de la galardonada fue Cristina Peri Rossi en potencia. Concreta, fina, libre, extrañamente ausente de agradecimientos, cuando su forma de actuar siempre está repleta de amabilidad. También de firmeza.

Por ejemplo, en medio de la posterior copa, el ministro Miquel Iceta recibía en su móvil un nuevo agradecimiento de Peri Rossi, que mostró casi de inmediato al Rey.

El texto que preparó la galardonada tenía dos ideas centrales: el exilio y el feminismo. Sobre el primero utilizó el recuerdo de sus padres, y de la biblioteca de su tío, para retratar el sinsentido de la condición humana. Recordó una anécdota inspirada en dos de sus vecinos, uno judío polaco y el otro alemán. Preguntó por qué no se saludaban. Su madre respondió: “En Europa se habrían matado”. Y su padre prosiguió: “Europa no existe. ¿Has visto en el mapa algún lugar que se llame Europa?”

Pero en ese lugar que no existía acabó viviendo la poeta, y en él siempre se ha sentido cómoda, aunque se tuviera que casar con un amigo para que le dieran la residencia en 1975. Lo que se denomina un matrimonio en blanco, como explica la exposición que para la ocasión ha organizado la Universidad de Alcalá de Henares.

La otra cuestión fue el feminismo, pero desde el punto de vista que siempre le ha gustado tocar: el poder. El machismo como ejemplo de poder. Por ello era esperada su cita del mismo Quijote, que en este caso se convertía en Doña Quijota, sobre la pastora Marcela. Un personaje de la obra de Cervantes que renuncia a casarse y pronuncia el que es para la poeta el primer discurso feminista. Una critica a la belleza sólo por la belleza. “De este modo Cervantes desacraliza la belleza como atributo femenino y convierte a Marcela en una heroína de la novela”.

Todos los discursos tuvieron una larga ovación. Una sensación de las ganas que se percibían en el paraninfo de la Universidad de estar juntos en un mismo lugar. Nadie con mascarilla. Y volvieron los besos y los abrazos.

Quién recibió unos cuantos fue Lil Castagnet. Ha sido el soporte de la escritora durante los últimos 50 años. Allí estaba. Fue extraño que, aunque el discurso lo pronunciara la actriz, no fuera Castagnet quien recibiera el galardón de las manos de Su Majestad el Rey. Puede que fuera cuestiones de protocolo.