CRÍTICA DE LIBROS

Una ficción con tintes autobiográficos de Juan Pablo Villalobos y una novela distópica de Richard Powers

El escritor mexicano afila su irreverencia en un libro breve pero grande en intenciones sobre la felicidad

El escritor norteamericano, premio Pulitzer, retrata un mundo azotado por el cambio climático y las pandemias

El escritor norteamericano Richard Powers.

El escritor norteamericano Richard Powers. / ARCHIVO

Sergi Sánchez | Ricardo Baixeras

Padre e hijo

 "¿Qué crees que es más grande? ¿El espacio exterior…? ¿O el interior?". Es una de las muchas preguntas que Robin le formula a su padre Theo, evocando a su vez la gran obsesión de la ciencia-ficción de pensamiento, que, desde clásicos como Hacedor de estrellas, de Olaf Stapledon, hasta Flores para Algernon, de Daniel Keyes, aquí citados explícitamente, atraviesa como una corriente de protones milenarios las páginas de la última, preciosa novela de Richard Powers. Ese cosmos plagado de planetas que son potencia de vida, y al que en el texto se puede viajar con simuladores astrofísicos, es, en realidad, el cosmos de nuestra conciencia, que, curioso e indignado, no para de deshacerse en sus propias emociones interrogándose por el fin del mundo y la belleza de la experiencia. Menos botánica, menos rizomática, más accesible en su práctica ecoliteraria que El clamor de los árbolesDesconcierto retrata un mundo que conocemos demasiado bien -azotado por el cambio climático y las pandemias, por el castigo a la inmigración ilegal y la calamidad de la salud mental-, enmarcado en la relación entre un padre y un hijo, ambos hechizados por el poderoso recuerdo de la que fue esposa y madre y murió en un accidente, que irradia una ternura infinita.

La columna vertebral de la novela es el diálogo que mantienen Theo y su hijo, que padece un trastorno psicológico diagnosticado que puede nombrarse a gusto de consumidor (TDAH, bipolaridad, autismo), y que su padre no quiere medicar. Un tratamiento experimental llamado neurofeedback le permite fusionarse con la conciencia de su madre muerta, y entonces se convierte en un ser iluminado por la calma y la sabiduría, capaz de controlar su ira. La novela está narrada desde el punto de vista de Theo, un astrobiólogo cuya voz Powers construye alternativamente desde el duelo, la incertidumbre, la fascinación y la angustia, siempre con una prosa transparente y poética. Es una feliz idea que las réplicas de su hijo estén escritas en cursiva, como si respondiera desde otra galaxia de las tipografías, como si cada palabra que sale de sus labios -y de su atribulada cabeza- fuera realmente significativa para entender un mundo que camina decidido hacia su autodestrucción.

Estructurada en base a capítulos de diáfana concisión, alternando viajes astrales, el recuerdo de un pasado rebosante de amor y el relato de una paternidad herida, esta es una novela distópica que parece estar ocurriendo ahora mismo. Tal vez por ello Powers decide empezarla y acabarla en un mismo viaje al corazón oscuro de la naturaleza, aquel lugar donde las estrellas brillan alérgicas a la contaminación lumínica y cada pájaro canta en su propio idioma; en fin, un lugar donde la vida y la muerte conversan mirándose a los ojos. La sombra de un icono ecológico como es Greta Thunberg está presente en buena parte del texto, aunque a Powers le interesa mucho más empatizar con la burbuja de la conciencia interior de su hermosa relación paternofilial que sucumbir a los paralelismos con la realidad que ya conocemos. En definitiva, Desconcierto es una novela de una intimidad hiriente en su pequeña desmesura. - Sergi Sánchez.

'Desconcierto'

Autor: Richard Powers

Traducción: Teresa Lanero

Editorial: AdN Alianza de Novelas

367 páginas. 18,50 euros.

VIAJE AL COSMOS INTERIOR

"Éramos felices y comíamos tacos, butifarras y feijoada. Éramos tan felices que yo me podía permitir escribirlo desvergonzadamente al inicio de un libro, como si fuera el final." Así se inicia Peluquería y letras de Juan Pablo Villalobos (México, 1973), cita que contiene el embrión de toda la historia que se va a narrar. Una ficción con tintes autobiográficos, que ya son una marca en su escritura desde, por lo menos, No voy a pedirle a nadie que me crea (2016), y con escenas pergeñadas desde la irreverencia, el humor hilarante y los repetidos equívocos y malentendidos. Un libro cuya delirante trama tensa el arco entre lo real y lo imaginario apostándolo todo no a un final feliz, que también, sino a ese inicio anclado en la alegría, algo menos corriente hoy día, como si lo que se quisiera narrar fuera, en realidad, lo que hay más allá del final del cuento, ese que promete "que fueron felices y comieron perdices".

Ha escrito Villalobos una novela sobre la épica doméstica, sobre los gestos banales que se van engarzando unos a otros para acabar componiendo un intenso cuadro familiar, personalísimo, repleto de escenas disparatadas, cuando no surrealistas, que parecen erigirse como nota a pie de página de Evasión de César Aira. Pero no debe confundir al lector esa liviandad y brevedad del libro porque este es el más personal del autor y tal vez el más incisivo políticamente. Es también una lección sobre la importancia de la digresión en la construcción de la trama y aquel que explicaría de manera más certera, como quería Raymond Roussel, cómo escribió Villalobos algunos de sus otros libros. - Ricardo Baixeras.

'Peluquería y letras'

Autor: Juan Pablo Villalobos

Editorial: Anagrama

104 páginas. 15,90 euros.