ENTREVISTA

José Luis Gómez: “Los hombres no estamos programados para hacer el bien”

Una charla con uno de los grandes nombres de nuestra escena en torno a la guerra y a la permamente trifulca política, dos asuntos muy humanos de los que el arte no puede escapar

El actor y director teatral José Luis Gómez.

El actor y director teatral José Luis Gómez. / David Castro

Juan Cruz

Juan Cruz

En el día más nublado de Madrid, cuando aun no se había llenado el cielo de la calima roja, hablamos con José Luis Gómez (Huelva, 1942) del drama de la guerra. El actor que ha llevado a escena las metáforas de Kafka y que ha sido La Celestina, que ha dirigido durante años el Teatro de La Abadía y se sienta en un sillón de la Academia de la Lengua, estaba triste como las lágrimas de los árboles, y se fumó tres cigarrillos sin boquilla que dejaron su hermoso ático con el aire de sus camerinos. Siempre ha habido guerras, y en todas partes han sido crueles: Irak, Birmania, Siria. “Y la nuestra, qué decir de la nuestra”. Y ha habido destrozos, muertes, en accidentes de la naturaleza, “como el que hubo en La Palma, los que ha habido en tantos países y con tantos muertos”.

En cuanto a este momento de España, habla del odio que sustituye a la discrepancia y, cómo no, para hablar de la guerra evoca a Unamuno y a Azaña, también compañeros suyos de escenario y de vida. Ahora prepara, por cierto, su versión del Poema de Mío Cid, que representará el próximo 11 de junio en la Catedral de Burgos, la sede donde se rinde tributo al guerrero.

P. ¿Y de esta guerra?

R. Siento el horror, pero, al mismo tiempo, si miro atrás… La vida colectiva es una sucesión de acontecimientos tremendos, de guerras. Una tras otra. Es como si no progresáramos, lo cual es altamente preocupante. Un maestro, al que yo sigo desde hace tiempo, me mandó una serie de apuntes en los que dice que el hombre está determinado biológicamente para evitar el dolor y buscar el placer. Para lo que no estamos programados es para hacer el bien.

P. Terrible, ¿no?

R. Para hacer el bien tenemos que programarnos nosotros. Y eso es un trabajo personal. Los taoístas hablan siempre de prolongar la vida humana y, para eso, recurren a varios procedimientos o ejercicios, como no eyacular… ¿Y eso para qué? Pues para prolongar la vida humana. Porque llegar a ser persona requiere mucho tiempo. Eso es una verdad absoluta. Hace poco leí una entrevista que le hicieron a Javier Solana, a quien respeto, y él se preguntaba a quién se le ocurrió sugerir que Ucrania ingresara en la OTAN, tomando en cuenta lo que Ucrania significa para el mundo eslavo. Digamos que… nos hemos metido en una situación incontrolable. Me pregunto si no hay alguna manera de que Ucrania se convierta en un país neutral.

P. Como Austria.

R. En un país no alienado pero respetado. No sé, no soy experto en política, pero eso pienso.

P. Además de las consideraciones políticas que conlleva, lo que ocurre es una evidencia de maldad.

R. Sí. Es algo terrible, destructor. En la mera contemplación ya hay una destrucción. Es un despertar de lo peor del ser humano. Algo de eso tenemos todos, eh. Pero es importantísimo reconocerlo a tiempo. Saber que el mal ahí está y que hay que neutralizarlo.

P. Esto ocurre 80 años después de nuestra propia guerra. Llama la atención la escasez de paralelismos entre lo que ocurre en Ucrania y lo que nos pasó a nosotros. Lo que sí hay es una disidencia dentro de la izquierda sobre si acudir o no en ayuda de Ucrania.

R. Yo siento que eso está dentro de una contienda política cortoplacista. En nuestra Guerra Civil nos dejaron solos y bien lo supo Europa después. Pero, como te he dicho, las guerras han estado acompañándonos todo el tiempo.

Dentro del debate político parecería que todo fuera lícito. Y eso es un pésimo ejemplo. Debería prevalecer la amistad cívica

Gómez, en su casa de Madrid el día de la entrevista.

Gómez, en su casa de Madrid el día de la entrevista. / David Castro

P. ¿Cómo ve a este país respecto a lo que sucede? Se requiere solidaridad pero la gente no deja de insultarse.

R. Se sigue insultando a la clase política. Una clase política que carece de templanza. No parece existir el político templado. Y dentro del debate político parecería que, al existir ese comportamiento constante de mentir, agrandar, difamar… todo fuera lícito. Y lo peor es que eso es un pésimo ejemplo para toda la ciudadanía. Debería prevalecer la amistad cívica, algo que se impuso en lo peor de la pandemia. O eso parecía.

P. ¿Y por qué la clase política no practica esa amistad cívica?

R. No acierto a entenderlo. Quizás la política siempre ha sido así. Quizás el político por definición no puede decir toda la verdad, sus intereses y los de su partido se lo impiden, no lo sé. Pero yo siento que ahora, por fin, tenemos un gobierno de coalición.

P. Parece Alemania.

R. No, no. Aquí no hay una gran colación. Alemania ha cometido demasiados errores a lo largo de la Historia, con muchos aciertos, por supuesto, y yo creo que ha aprendido mucho. En la posguerra, el país de dedicó a rehacerse. Por eso ha tenido tantas coaliciones de gobierno. Dicho esto, este país, España, no es el mejor pero tampoco el peor. El país funciona razonablemente bien. Los españoles tenemos el vicio de criticarnos cruelmente y no sé si deberíamos hacerlo. Yo cojo el metro casi siempre. Bueno, pues no conozco otro metro en Europa como el de Madrid. Nuestro sistema de salud funciona razonablemente bien, en poco tiempo se ha conseguido un record de vacunación. ¿Que nuestra seguridad social podría estar mejor? Pues sí. Pero, oye, yo voy a un hospital público y funciona bien.

P. Entonces, José Luis, a lo mejor la oposición, sea una o sea otra, sólo vive de criticar por criticar y de tratar de imponer eso de manera dictatorial.

R. Yo creo que hay un alma de dictadura en todos. Por lo menos una tendencia a tener un alma así. Y eso no tiene más remedio que combatirse a partir de la amistad cívica. No queda otra.

P. ¿El arte va por su lado o también está afectado por los temporales actuales?

R. El arte, en general, ha dicho Antonio López en alguna ocasión, es una expresión de lo sagrado. Ahora bien, las manifestaciones artísticas sí están siempre afectadas por todo lo que ocurre. Yo me dedico a la interpretación, algo que, en España, tiene un paro del 85%. En el teatro es donde mejor se emite la lengua de un país. Pero en España no es así. Porque su teatro no tiene la correspondencia que debería tener.

El arte es una expresión de lo sagrado. Ahora bien, las manifestaciones artísticas sí están siempre afectadas por lo que ocurre

P. Dos personajes que ha hecho suyos, Kafka y Unamuno, siempre hablaban de lo que ocurría. ¿Qué enseñanzas nos darían esos personajes sobre el comportamiento humano en tiempos de crisis?

R. Kafka escribiría parábolas de unas exquisiteces y de una crueldad en la expresión… ¡abrumadoras! Y Unamuno no dejaría de levantar la voz continuamente. Unamuno estaba obsesionado con la idea de no ser después de la muerte, que la vida se acabase aquí. Yo no me he podido hacer amigo de esa convicción. Porque tengo la esperanza de que podamos seguir siendo de otro modo después de la muerte. El hecho de vivir es de tal magnitud que a mí me parece un regalo. Existes, sufres, gozas. ¡Estás! Eso es un regalo extraordinario. Por eso no he podido hacerme amigo de eso que decía don Miguel. Sí de otras cosas: pensar el sentimiento, sentir el pensamiento, por ejemplo.

P. A Unamuno lo mató la guerra.

R. Sí. Así fue.

P. Bertolt Becht decía que también se puede cantar en los tiempos oscuros. ¿Usted qué cantaría ahora?

R. La solidaridad. Piedad y solidaridad. Paz, piedad, perdón. Cuánto me viene a la memoria don Manuel Azaña. Algunas canciones que tuviesen y transmitiesen eso. 

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