CRÍTICA DE LIBROS

El libro donde las gallinas no son lo que parecen y una ficción criminal sin argumento definido

La escritora estadounidense Jackie Polzin construye una envolvente novela en torno a la historia de una mujer, sus cuatro gallinas y un reciente aborto

James Sallis, de novela criminal construye a una sheriff llena de matices, dudas e preguntas

La escritora estadounidense Jackie Polzin.

La escritora estadounidense Jackie Polzin. / ARCHIVO

Mauricio Bernal | Marta Marne

Audaz y bello artefacto

Gallinas es uno de esos libros que podrían pasar desapercibidos, lo cual sería injusto. No puede pasar desapercibida una obra tan respetuosa del arte de escribir, tan finamente trabajada, tan elegante. Gallinas (Libros del Asteroide) debería entregarse envuelta en papel de celofán y con una etiqueta advirtiendo que es un objeto delicado. Es una pieza de orfebrería, un ejercicio de filigrana, pura delicadeza literaria. Los varios premios que se ha llevado Jackie Polzin con su primera novela certifican el éxito de un ejercicio en el que la autora ha triunfado sobre su propia osadía, que es la de escribir un libro en el que todo el tiempo habla de gallinas. No es figurado, es literal. Gallinas, sí. Todo el tiempo gallinas.

La historia tiene lugar en Minnesota y la cuenta en primera persona una mujer que vive con su pareja, que cría cuatro gallinas, que se dedica a limpiar casas y que recientemente ha sufrido un aborto. Las gallinas, la limpieza y esa pérdida dolorosa son las tres piedras angulares del relato, y una de las virtudes de las que Polzin hace gala consiste en convencer al lector de que criar gallinas, haber desarrollado una serie de teorías sobre la limpieza y llevar a cuestas el vacío de un aborto no deseado son los vértices de un extraño triángulo, y que en medio de ese triángulo se esconde una suerte de verdad. Al mismo tiempo, Polzin permite que cada quien, libremente, establezca los parámetros de dicha relación. A ningún lector inteligente se le ocurriría pasar por alto la invitación, y a ningún lector curioso dejar de elucubrar con asociaciones que van más allá de su primera intuición. Puede que sea el momento de decir que el título original en inglés es Brood, que traducido al castellano hace referencia al hecho de empollar.

¿Hay muchas páginas de gallinas? ¿Se habla demasiado de gallinas? Es la queja de algunos lectores, y no cabe duda: de las tres piedras angulares, es la que se come la parte del león de la narración. Pero es que no son solo gallinas. Y no son solo los huevos que ponen, o el pienso que comen. En el universo de Polzin están concebidas para hablar más que de sí mismas.

Y luego está la forma. Como todo es forma y contenido, y Polzin lo sabe, este bocado lo envuelve en una prosa cuidada al extremo, mimada como debe serlo –como debería serlo siempre– la materia prima de la literatura, que es la palabra. Sin haber leído Gallinas en su versión original, uno intuye que en el castellano de Regina López palpita perfectamente el inglés contenido, preciso, musical y bello de Polzin. "Es junio y los árboles están cargados de hojas, lo que provoca que las sombras también tengan hojas, y los dos tipos de hojas se mueven con el viento, creando una sombra del viento". Por ejemplo. O bien cuando uno alumbra un cálido y literario agradecimiento por lo bien escogidos que están los nombres de los animales: Gam Gam, Señorita Hennepin County, Gloria y Tiniebla. Por fortuna, no hablan, se dedican solo a ser gallinas, y gracias a Polzin, a servir de espejo, de trasunto, a ser la metáfora de algo más. Es un libro raro, sí, pero eso es virtud, y no es tan raro como para no poder aspirar a un público amplio. - Mauricio Bernal

'Gallinas'

Autor: Jackie Polzin

Traducción: Regina López Muñoz

Editorial: Libros del Asteroide

226 páginas, 19,95 euros.

UN PUZZLE LLAMADO ALMA HUMANA

A Sarah Jane Pullman su padre la llama "bonita" a pesar de no ser guapa. En el colegio era conocida por Chillona y en la iglesia por S.J. o la Hija. Las personas somos un cúmulo de miradas y de reflejos, pequeñas piezas de un puzzle que no siempre es necesario completar para intuir la imagen que esconde tras él.

Sarah Jane no tiene un argumento lineal ni definido. En ese aspecto se asemeja más a la vida que muchas otras ficciones que tratan de desgranar los entresijos del alma humana. Parece no pasar nada, y sin embargo se relatan tantos fragmentos de experiencias vitales que se podrían construir varias tramas con ellos. Sarah es hija de un criador de pollos, ha pasado una temporada en el ejército, y termina como sheriff en la pequeña ciudad de Farr. Y ninguna de estas cosas la definen como persona.

A través de una narración desordenada —pero en absoluto de forma casual— conoceremos a una larga lista de secundarios que cobran el mismo protagonismo que Sarah o su antecesor en el cargo en la policía, Cal. Todo está contado por medio de una especie de diario en el que Sarah reflexiona sobre la identidad y cómo nuestro lugar de procedencia puede llegar a condicionar tanto nuestra vida como los sucesos a los que nos vemos expuestos.

Aunque no estamos ante una historia triste en sí la melancolía y el desaliento tiñen de gris el libro mediante el tono y la cantidad de preguntas —más que respuestas— que se dejan en el aire. Sarah Jane rompe con las normas de lo que conocemos como ficción criminal y, gracias a ello, es mucho más negra que la mayoría de las obras que se etiquetan como tales. - Marta Marne

'Sarah Jane'

Autor: James Sallis

Traductor:  Eduardo Iriarte

Editorial: RBA

224 páginas. 20 euros.