LIBROS

Àngel Casas: "Voy superando cosas por las que otros ya estarían muertos"

El escritor, que presentó programas como 'Àngel Casas Show', ha sobrevivido a una enfermedad rara que le ha arrebatado las piernas, pero no sus ganas de escribir

Acaba de publicar 'L'agonia de Bakunin' (Univers), un libro de seis relatos en el que retrata la Barcelona actual y habla de sexo y religión

JOAN CORTADELLAS

JOAN CORTADELLAS / ARCHIVO

Inés Álvarez

La última vez que se le entrevistó estaba preocupado por un virus que empezaba a llegar a España --"el corona ese", decía--, ya que un mes antes le habían trasplantado un riñón y su sistema inmunológico estaba frágil. Era febrero de 2020. Poco iba a imaginar Àngel Casas (Barcelona, 1946) que en pleno encierro eso sería lo de menos, ya que recibiría la visita de otra enfermedad rara, la calcifilaxia, que entre otras cosas derivó en la amputación de ambas piernas. Aunque cuando podas un árbol recio, enseguida le salen brotes. El suyo tiene forma de libro, L' agonia de Bakunin (Univers).

P. Cuántas cosas le han pasado desde aquel febrero de 2020.  

R. Entonces aún tenía piernas. Ha sido terrible, pero lo pasas. El ser humano está capacitado para adaptarse a muchas circunstancias. Cuando tuve un cáncer, la doctora me dijo que haríamos un 4.000. Y lo hicimos. Lo he superado todo. Como dice Xavier Trias, soy un superviviente. Y yo digo como Oriol Regàs: "Tengo una mala salud de hierro". Porque voy superando cosas por las que otros ya estarían muertos. Tuve seis infartos de mayo a septiembre. Y cuando me sacaron del hospital, tuve otro. Y la amputación fue muy dura, porque me dijeron que no haría falta...y el día de Sant Joan de 2020, en la verbena, ¡pam! Pero la familia me ha dado mucha fuerza. Por ella tenía que salir adelante como fuera.

P. Escribió en Facebook un texto demoledor: Medical Mistery Tour. Parecía que se rendía. 

R. Y eso que no sabía lo que me pasaría. Me entregaba a las manos de los médicos. Lo más sano que tengo es el riñón, que es de mi señora. Pero sufrí una calcifilaxia, enfermedad que solo es de señoras, que es muy dolorosa. Aunque ya está. Bueno, nunca sabes cuándo está. Pero por ahora me encuentro bien y empiezo una promoción dura.

P. ¿Cuándo pudo volver a escribir?

R. Era imposible concentrarme del dolor que tenía. Pero este libro está escrito hace tres años. Aunque los retoques y los cambios los hice después. Por eso no sale la pandemia. Es la vida cotidiana de Barcelona antes de la pandemia.

P. Se le quebró la norma de escribir libro por año.

R. El encierro me ha roto todo, no solo el físico. Ahora escribiré cuando el cuerpo me lo pida. Que nadie me aprieta ni me pide un libro cada año... Cuando sacas un libro nuevo, siempre es el mejor. Pero este es muy especial. Si haces una lectura superficial, puedes reír mucho, porque tiene sentido del humor latente, pero hay más que eso. Hay temas de fondo que se tratan de esta manera, porque es mi manera de entender las cosas. En el fondo hablo del celibato, de la corrupción, de los políticos, de las soluciones políticas que se sacan de la manga... A mí L'agonia de Bakunin me gusta mucho porque es un retrato de esta situación. 

P. Es uno de los seis relatos, el que da título al libro.

R. Cada historia podría ser una novela por sí misma. Pero he pensado que en estas páginas ya lo he explicado todo. Cuando veo esas series que duran 13 capítulos y hablan poco a poco para alargarla....

P. En el primero pone cara a cara a burgueses y antisistema.

R. Intento ser muy creíble en la cosas más inverosímiles. Porque la historia del inspector está escrita como una novela negra, tú te la puedes creer aunque sepas que en el fondo es imposible. Soy hiperrealista en los diálogos, detallo mucho la situación, porque como es todo mentira, ficción, y lo exagero, si no es creíble cuando se habla... Pero la de Bakunin para mí es emblemática, porque es la Barcelona actual. Y como hay una alcaldesa de Barcelona que lo arregla todo a su manera, está dedicada a ella. Por eso al final de cada relato pongo las colaboraciones especiales.

P. Junto a una descripción de los personajes.

R. Se me ocurrió hacer eso porque a mí me pasa que, a veces, cuando leo una novela, no recuerdo quién es un personaje. Así puedes ir al final y ves quién es. Y si hay un señor que es un fan de Lluís Llach, se le tiene que citar. Y a Antonio Banderas. Es un tributo de agradecimiento a la gente que me ha ayudado.

P. Aparece la Barcelona de los disturbios.

R. Nadie lo creerá, pero eso lo escribí antes de que pasara.

P. Pues parece apoyar la teoría de que los disturbios acabaron cuando las grandes compañías amenazaron con irse.

R. Quizá. Tampoco servían para nada. Muy bien, hacemos la revolución, pero quemando contenedores los únicos perjudicados son los comerciantes, la gente que se queda allá atrapada... Cuando se hacen manifestaciones, que respeto mucho, lo único que logran es que la gente que está deseando llegar a casa quede atascada o que se queme la moto del pobre chico que la acaba de pagar. Ha habido unos años de buenismo en Barcelona en los que entraron todos los antisistemas de Europa que venían a quemarla. Y que vengan unos árabes que se tiren contra la Sagrada Família con un avión, dices, pues vale. Pero que quemen las calles… Si lo hacemos, lo hacemos bien (ríe).

P. Hay dos temas muy recurrente en sus novelas: la religión y el sexo. Una historia contiene los dos. Y su habitual irreverencia.

R. ¿Se refiere a sursumcorda.com? Pero es muy bonita. Es el principio de una historia de amor entre una monja y un cura. Habrá quién pensará que es una irreverencia. Pero si lo miras con buenos ojos, te está explicando un problema: el del celibato en la Iglesia.

P. Y esos personajes luchan contra el celibato en la cama…  

R. Pero me gusta porque es tierna cuando habla de Jesuscrito. Ya sé que parecerá una blasfemia, pero está escrita para denunciar esa situación que está machacando a esos religiosos.

P. Lo que sí debería provocar espanto es la pederastia.

R. Y los edificios que se están quedando la Iglesia de gente que compra así el cielo. Es absolutamente contrario a la doctrina que predican. La pederastia existe en todo el mundo, pero los delitos de sexo, follarse a monjas porque te crees superior, se evitará cuando se puedan casar. Como pasa a los evangélicos. Pero ellos, que son los más pecadores del mundo en el cuanto a lo engonal, tienen una obsesión con el sexo de los demás... De papas que han tenido hijos está la historia llena. Y algunas mayordomas que cuidadaban a los curas, ya se sabe... Porque un hombre tiene unas necesidades. Es algo fisiológico.

P. En La dona que havia follat poc, ¿es usted el escritor del que habla?

R. Es una novela dentro de una novela, una metanovela. Pero no soy yo. Es un escritor que no sabe escribir desde el punto de vista de la mujer. Hasta que se acuerda de una amiga suya que cuando murió su marido le dijo: "Es que yo considero que he follado poco". Y se le enciende la luz y la llama. Yella le explica su vida y ya tiene la línea de la historia. No soy yo porque la suya es una técnica inventada. Pero está bien: ir por la calle retratando personajes para inspirarse físicamente. Igual la acabaré utilizando. Lo que sí es cierto es que en el libro hay mucho sexo y religión. Son mis obsesiones. Solo falta la muerte.