LIBROS

En busca de la identidad de la señora March y llenando el vacío con poesía

La escritora madrileña Virginia Feito debuta con éxito en EEUU con una historia que ahonda en los aspectos más perturbadores del alma humana y que ahora se traduce al castellano

El catedrático y crítico barcelonés Juan Antonio Masoliver Ródenas firma un impresionante libro de poemas con temas como el amor, la muerte y la vejez

La autora madrileña afincada en Estados Unidos, Virginia Feito.

La autora madrileña afincada en Estados Unidos, Virginia Feito. / EDITORIAL LUMEN

Marta Marne | Juan Cruz

SIN IDENTIDAD

La señora March visita su pastelería favorita. En las calles de Manhattan los árboles han perdido sus hojas y las flores de Pascua decoran los escaparates. La señora March se pone nerviosa al situarse al final de la cola, porque interactuar con la gente le provoca una cierta aprensión. Patricia, la dependienta, celebra su llegada y le comenta cuánto le está gustando la última novela de su marido George. También, lo orgullosa que debe sentirse porque se haya inspirado en ella para crear al personaje principal, Johanna.

La señora March no acaba de comprender a qué se refiere. ¿Qué le ha hecho pensar a Patricia que ella, una dama elegante y refinada del Upper East Side, con sus guantes de cabritilla verde menta y su ropa distinguida, puede tener alguna similitud con una desgraciada, débil, patética y antipática prostituta de Nantes?

La señora March (Lumen) es una rara avis dentro del mundo editorial. El primer libro de Virginia Feito, madrileña de nacimiento, ha sido escrito en inglés y publicado en Estados Unidos con gran éxito de crítica y público antes de traducirse al castellano por Gemma Rovira. La protagonista, por si quedaba alguna duda, es esta señora March sin nombre. Una mujer de clase alta que siempre ha hecho lo que los demás esperaban de ella, que no solo teme que sus conocidos crean que Johanna está basada en su persona sino que sospecha que su marido puede ser un asesino.

Uno de los elementos más destacables reside en la habilidad de Feito para generar inquietud a través de sus descripciones y en la selección de los adjetivos escogidos para enfatizar el texto en un sentido contrapuesto al de sus sustantivos ("blanco repugnante", "amenazadoramente optimista", "los sucesos de los últimos días la incomodaban como moscas cebándose en un cadáver"). Este recurso, empleado de un modo constante, genera un desasosiego que acompaña al lector capítulo a capítulo. Tanto es así que, a pesar de que en algunos capítulos la acción se ralentiza para perfilar en detalle a la protagonista, la sensación de desazón no desaparece en ningún momento.

El foco se centra de manera persistente en la señora March hasta el punto de que podríamos afirmar que nos encontramos ante una falsa tercera persona. Es a ella a quien escuchamos, la que nos transmite a cada instante su estado de ánimo. Desde su percepción de la gente que la rodea hasta las razones de por qué determinados acontecimientos la perturban.

No importa que vista ropa cara, viva en un apartamento de lujo y tenga asistenta. La señora March es un fiel reflejo de la sociedad actual. Estamos ante una mujer tan preocupada por las apariencias o por lo que otros opinen sobre ella que se ha perdido en ese abismo y en el fondo no se reconoce en el espejo. Una espectadora de su propia vida, como les ocurre a tantos que viven bajo el yugo del número de likes, el alcance de sus publicaciones o las estadísticas que les indican el día y la hora a la que deben parar su mundo para mostrárselo a los demás.

'La señora March'

Autora: Virginia Feito  

Editorial: Lumen

Traducción: Gemma Rovira Ortega

328 páginas. 19,90 euros

BIENVENIDA A LA VEJEZ

Impresionante libro de poemas de Juan Antonio Masoliver Ródenas (Barcelona, 1939). La plenitud del vacío (Acantilado), lleno de dolor y de luz. La muerte, la edad como un hacha de Richard Dadd, la sombra y también la alegría de descubrir en la ventana el rostro y la desnudez del amor que permite su sueño. Es la expresión minuciosa de un léxico familiar que hablan sus antepasados, sus padres, sus hermanos, sus amigos desaparecidos que vuelven a los bares antiguos, y la luz de Sònia, la novia, la mujer, la plenitud que no hubo y que también espera. 

La poesía es un arma del alma; Masoliver la atrae como para no morir nunca, y el libro es eso: una luz minuciosa sobre la sospecha terrible de que esa plenitud que busca se llene alguna vez de vacío. Desde San Juan de la Cruz o Pedro Salinas a los boleros o a José Alfredo Jiménez, este trotamundos quieto mira hacia adentro y halla todos los estadios de su vida marcados por la felicidad y su contrario. La muerte es casi siempre la desembocadura de los poemas, pero la ventana, hay tantas ventanas en este libro, le deja esa rendija de mar que puede ofrecerle una música eterna, tantas veces servida por la presencia desnuda del amor.

Es una bienvenida a la vejez, y también la expresión que merece ese desdén del cuerpo. "Le pido a la vejez/ que me deje regresar por un instante/ al delirio de la juventud/ (...) Le pido a la vejez/ que me acepte tal como soy,/ un ser eternamente insatisfecho/ desde el día en que el tiovivo/ dio vueltas sobre mi". Habitan el viejo y el niño, ambos animados por la misma exigencia de la ternura, que te da la mano para que no te caigas en el parque y para que no tropieces en la vereda que te lleve a la playa, de arena o de guijarros, que es también la muerte. 

‘La plenitud del vacío’

Autor: Juan Antonio Masoliver Ródenas 

Editorial: Acantilado

144 páginas. 14 euros