PREMIOS DE CINE

Kodi Smit-McPhee, el joven actor de 'El poder del perro' nominado al Oscar como secundario

El intérprete, consolidado con el personaje aparentemente vulnerable de la película de Jane Campion, es uno de los favoritos en los premios de la academia estadounidense

El actor Kodi Smit-McPhee.

El actor Kodi Smit-McPhee.

Juan Manuel Freire

Kodi Smit-McPhee es un actor tremendamente versátil, capaz de convencer en múltiples modalidades, pero ha dejado particular huella cuando ha explotado su aura vulnerable en historias melancólicas o catastrofistas. En 'El poder del perro', de Jane Campion, esa fragilidad oculta una fortaleza inesperada y hace desembocar la historia en una (no tan) ambigua catarsis. Su matizada interpretación le ha valido el Globo de Oro y un reconocimiento con algo más de significado, el de mejor actor secundario del año según los críticos de cine de Nueva York. 

Hijo de padre actor (y exluchador profesional de lucha libre), Smit-McPhee debutó en el cine en 2007 con 'Romulus, mi padre' y llamó la atención dos años después como el hijo de Viggo Mortensen en 'La carretera (The road)', una carretera, recordemos, cubierta de cadáveres: el fin del mundo tal y como lo concibió Cormac McCarthy. En 2010, reincidió en la tristeza con el 'remake' estadounidense de 'Déjame entrar', dirigido con mano maestra por Matt Reeves, con quien repitió tiempo después en 'El amanecer del planeta de los simios'

Dolor crónico

Por mejorar, quizá, su estado de ánimo, se apuntó a poner voz al protagonista de la fiesta animada 'El alucinante mundo de Norman'. Movido por la curiosidad, Smit-McPhee ha probado en realidad con toda clase de proyectos, desde wésterns indies ('Slow West') a un par de discutidas entregas de 'X-Men' ('Apocalipsis' y 'Fénix Oscura', en las que su Rondador Nocturno brillaba pese a todo), pasando por la miniserie 'Gallipoli', nueva visión de la determinante batalla entre tropas aliadas y otomanos que ya dio pie en 1981 a una imborrable película de Peter Weir.

En una entrevista con 'The New York Times', el actor hablaba de su espondilitis anquilosante –una clase de artritis que afecta a los huesos y articulaciones en la base de la columna y puede fusionar las vértebras–, que le diagnosticaron a los 16 años, como un acicate para la inquietud cultural. "Usé el dolor crónico y las emociones para aliviar todavía más mi empeño en la curiosidad", decía. "Acababa a menudo e bibliotecas; encontré un montón de libros sobre cosas que hacían transmutar la apatía en un sentido del control o libertad".

Y lectura tras lectura, trabajo tras trabajo, Smit-McPhee se convirtió en el actor preciso y con libertad de movimiento que conocemos. Con solo veintitantos, todavía tiene tiempo para dar muchos giros insólitos. Este verano, en principio, disfrutaremos de uno realmente importante: su transformación en el cantante Jimmie Rodgers para el 'biopic' de Elvis a cargo de Baz Luhrmann.