PREMIOS DE CINE

En las entrañas de Les Arts, el escenario que acogerá la gala de los Goya

Nos adentramos en los órganos vitales del edificio que acogerá la gala de los Goya, un laberinto de pasadizos, plataformas, tuberías, máquinas y bastidores revestido de hormigón

Les Arts, escenario de los Goya 2022, desde dentro. / GERMÁN CABALLERO

Les Arts, escenario de los Goya 2022, desde dentro. / GERMÁN CABALLERO / GERMÁN CABALLERO

Voro Contreras

El próximo sábado el Palau de les Arts de Valencia acogerá la gala número 26 de los Premios Goya. Es un lugar "magnífico", dijo el pasado miércoles el presidente de la Academia de Cine, Mariano Barroso, aunque también "reducido" para poder acoger al gran número de autoridades, patrocinadores, académicos y, claro, nominados y familiares que quieren participar en este evento.

En total, la sala principal del auditorio operístico diseñado por Santiago Calatrava cuenta con 1.412 localidades, aunque una parte de ellas desaparecerá el día de la gala para que las ocupen las cámaras de RTVE que retransmitirán el evento. Será una de las pocas veces que un medio televisivo público mostrará ante una audiencia de varios millones de personas el interior de este hito arquitectónico y cultural.

Pero lo que no se verá en esta gala serán las entrañas de ese edificio, sus "órganos vitales", como califica Ignacio Alcañiz Serra, responsable de Infraestructuras y Servicios del Palau, al impresionante conjunto de maquinarias, tuberías, computadoras, cuerdas, tramoyas e infinidad de elementos más que se esconden en Les Arts.

Un laberinto que Levante-EMV, diario que pertenece a este mismo grupo, Prensa Ibérica, pudo recorrer el pasado martes mientras los operarios desmontaban los decorados de ‘Les Contes de Hoffmann’ y dejar paso a los de la Academia. Los guías fueron Ignacio Alcañiz y Joan Falcó, jefe de escenario y responsable de coordinar, organizar y supervisar al equipo de 30 personas entre iluminadores, maquinistas, logísticos y utilleros que trabajan en la tramoya del teatro tanto cuando hay representación como cuando no.

Falcó lleva trabajando en este departamento desde la primera representación en Les Arts. Es, reconoce, un espectador privilegiado pero no sabe contestar si le gusta la ópera. "No es lo mismo verla desde una butaca que desde donde la veo yo. Escuchar a una cantante a unos pocos metros de ti es impactante, pero también ver la cara de sufrimiento de los bailarines cuando salen de escena. Desde aquí el directo lo vives de una forma muy emocional".

El lugar de trabajo de Falcó y su equipo va mucho más allá de los 15 x 15 metros que mide el escenario. La plataforma principal de Les Arts está flanqueada por tres plataformas gemelas a derecha, izquierda y detrás. Y frente a ella -y por delante del patio de butacas- tiene el foso de la orquesta, que en los Goya permanecerá cubierta para situar encima la escalinata que actuará como elemento principal del decorado de los premios.

Que las plataformas que no se ven tengan el mismo tamaño que el escenario principal tiene una explicación lógica. La plataforma trasera suele acoger la escenografía del primer acto cuando este acaba y las laterales albergan los decorados de varias toneladas de peso que se han de mover en cuestión de minutos. Por eso, como los músicos, los operarios de escenografía también han de ensayar las actuaciones. "Y por mucho que ensayemos, siempre hay muchos cambios y mucha tensión", reconoce Falcó.

57 metros de altura y hormigón

"caja escénica"

"Es el elemento estructural más importante de todo Les Arts -explica Alcañiz-. A partir de él se vertebra el resto del edificio y por eso está en el centro de todo". Los muros de hormigón que conforman caja, se inician en la cuota menos 14,30 y llegan hasta los 43 metros. En total, llegan a medir 57 metros.

Ingeniero de profesión, Alcañiz gestiona una plantilla de 18 trabajadores de mantenimiento, 17 de limpieza y 16 de seguridad, y un enorme llavero en el que va abriendo las infinitas puertas de las entrañas de Les Arts. "No nos encargamos del producto final pero sí de que ese producto final le pueda llegar a la gente. Sin la electricidad, la climatización o los grupos contra incendio, no hay óperas", presume.

La zona inferior de Les Arts está por debajo de la cuota de nivel freático por eso la red de saneamientos y filtraciones es tan importante, apunta Alcañiz. El edificio dispone una red formada por alrededor de un centenar de bombas de extracción de agua y 9 pozos de recogida de aguas residuales y fecales que desembocan en un único pozo de mayor tamaño.

Al abrir una de las puertas nos topamos con el cuadro general de baja tensión que alimenta al Palau tras transformar la electricidad que llega de media tensión desde fuera. Les Arts consume cada año 7,8 gigavatios (gwh) de electricidad. Que el cuadro eléctrico se aloje en el sótano del edificio tiene un problema, tal como apunta Alcañiz: una inundación puede averiar el sistema y, con él, inutilizar el edificio, tal como ya ocurrió en 2007.

Tras otra puerta situada en el sótano encontramos otros sistema, el de protección contra incendios de Les Arts. Dos aljibes de 160 metros cúbicos suministran a los BIE y rociadores que se reparten por todo el edificio. Tres enormes bombas tienen que impulsar el agua desde la planta menos tres (donde se encuentran lo aljibes) hasta la 15, situada a más de 60 metros de altura. El edificio cuenta además con cinco escaleras protegidas ante posibles incendios, que están dotadas además con un inyector de aire que permite sobrepresionar el espacio para que no entre el humo.

Y tras la tercera puerta encontramos otro órgano vital de Les Arts, algo así como los pulmones. Es el sistema de climatización, que utiliza agua que procede directamente del mar -y regresa después a él- para disipar el sobrante de calor o frío producido. Este sistema cuenta con cuatro enfriadoras que pueden aportar hasta un millón de frigorías cada una.

La cubierta móvil sin usar

infraestructuras y serviciosópera valenciana

Para los revestimientos se han usado 62.000 metros cuadrados de granito en los suelos y 10.000 de vidrios para los cerramientos verticales. En todo el edificio hay 40.000 metros cuadrados de trencadis. Hay 10.000 metros cuadrados de suelos industriales, 300 metros cúbicos de listones de madera para la acústica de las salas y 8.000 metros cuadrados de suelos de madera para las salas de ensayo y las principales. Y se han utilizado 1,5 millones de kilos de placas embebidas para los apoyos de las estructuras metálicas.

Como techo de la sala principal se puede ver uno de los elementos más singulares y calatravescos del Palau. El arquitecto valenciano se inspiró en las grandes lámparas de los teatros operísticos de Europa para diseñar un techo móvil realizada a partir de un sistema de lamas que, como las arañas de cristal, se bajaría hasta la boca del escenario cuando no hubiese función. Pero este mecanismo es tan caro y costoso de utilizar que la cubierta solo se ha movido un puñado de veces para garantizar su funcionamiento.

Un poco más arriba, entre los pisos 9 y 10 del Palau, se divisan perfectamente los bastidores y el centenar largo de varas que atraviesan horizontalmente la caja escénica y que sirven para colgar y sostener todos los elementos que se pueden ver muchos metros más abajo durante la representación: telones, focos, cortinas, pantallas o incluso cantantes si hace falta. La misma lógica que obliga a tener dos escenarios gemelos a los lado del escenario principal para los decorados, impera aquí para situar a tanta altura las varas. "Si tienes un telón de 17 metros necesitas otros 17 metros encima de él para levantarlo, ya que no se puede enrollar", indica Alcañiz.

La última parada de este recorrido por las entrañas del edificio que el próximo sábado acogerá la gala de los Premios Goya está en el piso 15. Y más que de las entrañas, hemos de hablar de la epidermis de Les Arts, un lugar al que no llega el ascensor y al que hay que subir por una estrecha escalinata. Aquí es donde se cierra la caja escénica y donde encontramos el único punto de apoyo que tiene la enorme pluma que Calatrava diseño para rematar la cubierta del Palau, de más de 200 metros de longitud, 100 de ellos volados sin ningún apoyo.