MÚSICA

No todo es Rosalía: en 2022, la música española se volverá folclórica y 'tiktokera'

Tras dos años marcados por la pandemia mundial en los que la industria musical se ha visto obligada a reinventarse para poder sobrevivir, se espera una explosión de creatividad, hedonismo y ganas de vivir

Está previsto que, este año, Rosalía publique 'Motomami'.

Está previsto que, este año, Rosalía publique 'Motomami'. / JUANJO MARTÍN

Alex Serrano

Tras dos años marcados por la pandemia mundial en los que la industria musical se ha visto obligada a reinventarse para poder sobrevivir, muchas son las preguntas que surgen con este recién aterrizado 2022. En su calidad de año en el que -por fin- se tiene que consolidar la vuelta a algo parecido a la normalidad, y el inicio real de los tan cacareados locos años 20 y de esa gran explosión de creatividad, hedonismo y ganas de vivir que vienen detrás de una gran crisis hay grandes esperanzas pero, sobre todo, muchos interrogantes. He aquí cinco apuestas sobre qué podemos esperar, musicalmente hablando, de 2022.

Los sonidos tradicionales se consolidan en la música pop


Yamaguchi, el madrugador sencillo publicado por Amaia el 2 de enero, con sus aires de jota navarra, rinde homenaje a su Pamplona natal y, de paso, consolida la corriente de reivindicación de los sonidos autóctonos españoles que baña a artistas de muy distintas tonalidades. Al mismo tiempo, el trío Tanxugueiras aspira a representar a España en Eurovisión con una propuesta cantada en gallego que conjuga folclore norteño con música electrónica. Una fórmula que ya ha convertido en éxito Baiuca, el proyecto de raíces y beats de Alejandro Guillán, cuyos directos por toda la geografía nacional se cuentan por sold outs, aunque ese runrún no le sirvió para que su colaboración con Rodrigo Cuevas avanzase en la competición de la que saldrá la canción española que irá en mayo a Turín a participar en el concurso europeo musical por excelencia, y en la que compiten Rigoberta Bandini, Varry Brava, o Luna Ki.

Cuevas, que lleva una década larga volcado en integrar sin complejos música tradicional con vanguardia , es quizás el rostro más insistente de una corriente transversal que busca poner en valor la copla, la jota y demás géneros que, hasta hace poco, eran como el agua y el aceite con nada que oliese a modernidad y que ahora reivindican y adoptan en su ideario sonoro artistas y grupos tan dispares como C. Tangana, María José Llergo, Ruiseñora o Vetusta Morla.

Los sintetizadores conviven con la vuelta de los siniestros


2022 parece destinado a ser el kilómetro cero de una tendencia que ha ido alimentándose a lo largo de casi todo el siglo XXI como es la convivencia de géneros musicales de lo más dispar, algunos recuperados tras una larga travesía por el desierto, otros creados a partir de la fusión de etiquetas ya existentes. Las luces y sombras que nos esperan a lo largo de este año se verán representadas por una generosa hornada de artistas nacionales que apuestan por el pop de sintetizadores como péndulo que permite oscilar entre lo intimista y lo vitaminado. Dani, Cabiria, Rebe, Xania, Carlota, Morreo o Chavales son solo algunos de los nombres destacados de un vivero inagotable de talento canalizado a partir de melodías (bailables o no) con cimientos electrónicos.

En el reverso tenebroso, una creciente hornada de grupos cuyos componentes no vivieron los 80 de primera mano, pero se mueven con solvencia en la onda siniestra impulsada por aquel entonces por The Cure o Bauhaus. Formaciones como Somos la Herencia, Depresión Sonora, Nueve Desconocidos o VVV [Trippin' You] cristalizan aquello que El Último Vecino o Antiguo Régimen recuperaron para el siglo XXI: electrónica tenebrosa, guitarras góticas, cuero negro y gafas de sol por la noche.

Ambos géneros se sitúan en los extremos de un collar lleno de cuentas en el que hay hueco para casi todo. Ya está aquí y ahora, por ejemplo, el retorno de pop punk comercial que eclosionó a principios de los 2000 con Blink 182, sum 41 o Simple Plan, convenientemente adaptado a la era de las redes sociales de la mano de éxitos eminentemente digitales como Olivia Rodrigo o Machine Gun Kelly. En España, los punks de radiofórmula Pignoise, ahora cuarentones, amenazan con volver a los escenarios y Aiko el grupo o Lisasinson asumen los parámetros de las guitarras hipervitamimadas y los estribillos pegadizos añadiendo una pátina de indie. La cosa no queda ahí, y pronto asumiremos etiquetas como amapiano (variante africana y enriquecida del sonido house) o hyperpop (pop electrónico aceleradísimo y bien cargado de filtros), que nos resultarán tan familiares como el trap o el k-pop.

La música está en Tiktok

los mil millones de usuarios en todo el mundostreaming

Pese a que el punto fuerte de esta red social es la creación de contenido por parte de los usuarios utilizando y poniendo de moda canciones de otros artistas, también se ha convertido en un trampolín hacia el éxito para cantantes-tiktokers. Loren Gray, Ashnikko, Dixie D'Amelio son nombres conocidos a escala global en Tik Tok. La española Carla Frigo, con sus 2,5 millones de seguidores, sigue de cerca a Lola Índigo o Rosalía en popularidad e influencia en esta red social y es solo cuestión de tiempo que un nuevo éxito viral entre a competir por el trono tiktoker.

Vuelven los conciertos. Todos ellos

salas de conciertos sin mascarilla y sin distancia de seguridad

Esa normalidad hará que aterricen en España todas aquellas grandes giras suspendidas durante los dos últimos años y que vuelvan con muchas ganas festivales como Primavera Sound, MadCool, Bilbao BBK Live o Tomavistas, con carteles repletos de grandes nombres (de Metallica a The Strokes, pasando por Nick Cave, The Killers, Pet Shop Boys o J. Balvin) y, como es el caso del Primavera, un ambicioso calendario que abarca dos fines de semana y un total de diez días de conciertos o el estreno por todo lo alto de recién llegados como Cala Mijas, que llevará a Málaga a Arctic Monkeys o Hot Chip.

Conseguir una fecha en uno de los grandes recintos de las principales ciudades españolas va a ser una tarea titánica. Por una parte, Red Hot Chili Peppers, Iron Maiden, Maluma, Guns N' Roses, Texas o Marc Anthony traerán sus giras a una o varias localidades de nuestro país a lo largo del año. Pero es que a ello hay que sumar giras como la de Fito y los Fitipaldis, C. Tangana, Vetusta Morla y Manolo García, o la que llevará a cabo Joan Manuel Serrat en su despedida de los escenarios. Todo ello unido al asalto a los grandes aforos de artistas indies como Sen Senra o podcasts como Estirando el chicle.

Las perspectivas de las salas de conciertos de tamaño medio y pequeño, al menos de las que han conseguido sobrevivir a meses de cierres y restricciones, pasan igualmente por un calendario cargado de actuaciones en el que el mayor interrogante es cuánto tardará el público en volver a sentirse cómodo compartiendo distancias cortas.

El disco no está muerto, ni mucho menos


La expectación por la llegada de Motomami, el tercer disco de Rosalía tras tres años de éxito, giras y salseos varios, es solo la punta de lanza de un año en el que el ritmo de publicación de nuevos discos de grandes nombres promete ser abrumador. A la espera de conocer en detalle el anunciado giro de la cantante catalana hacia sonidos abiertamente internacionales (Nine Inch Nails o Beastie Boys aparecen citados entre las influencias para las nuevas canciones de la autora de El mal querer), un rápido vistazo a las novedades discográficas para 2022 hacen que los melómanos se froten las manos y, en el caso de aquellos que se refugian en el vinilo como ejercicio de resistencia ante el streaming, teman por la salud de sus bolsillos.

Los Planetas, Nacho Vegas o Tigres Leones son algunos de los nombres patrios que lanzarán nuevas canciones durante los próximos meses en un terreno de juego global abarrotadísimo en el que publicarán discos nuevos Arcade Fire, Missy Elliott, Björk, Elvis Costello, Beyoncé, Michael Stipe, Arctic Monkeys, FKA Twigs, M83, MGMT, Animal Collective, Cardi B o The Weeknd, entre un casi interminable etcétera. Una cosecha tan apabullante que promete hacer de este un año de grandes éxitos, pero también de fracasos inesperados. Después de años predicando la muerte del disco de larga duración como formato musical, la realidad parece empeñada en volver a darnos una colleja.