CINE

Hasta 50.000 euros por cinta: los últimos coleccionistas de VHS hacen fortuna con los vídeos que tú has tirado a la basura

Su objetivo es claro: seguir alimentando sus estanterías con clásicos y ediciones especiales que se encuentran desperdigadas entre páginas de segunda mano y videoclubs abandonados

Aunque el formato murió en 2006, algunas empresas se dedican a reimaginar títulos actuales en este soporte para satisfacer el ansia de los seguidores más fieles

Sergio Colmenar lleva coleccionando VHS desde bien pequeño: en la actualidad, atesora más de 3.000 cintas.

Sergio Colmenar lleva coleccionando VHS desde bien pequeño: en la actualidad, atesora más de 3.000 cintas. / ZOWY VOETEN

Pedro del Corral

Pedro del Corral

1.300 euros. Esa es la cantidad que Antonio Soler acaba de desembolsar por un VHS de Cristal oscuro. La cinta de Jim Henson y Frank Oz viene un poco magullada, aunque conserva la pegatina original del precio. Es la número 4.356 de una colección que empezó desde bien pequeño y que, a sus 56 años, apenas le cabe ya en casa. En este tiempo, nunca ha escatimado en el dinero. Es un enamorado del formato y, como tal, ha invertido buena parte de sus ahorros para satisfacer su gran pasión.

“Me he pasado 12 años buscando esta edición concreta. Prácticamente, nadie la conocía... era como si jamás hubiese existido. Al final, apareció en una página web de segunda mano y no me pude resistir”, asegura orgulloso. “Es un clásico del cine fantástico. Revolucionó una época gracias a su particular manera de utilizar las marionetas para contar historias. Marcó mi vida a fuego”. Para él, es casi un tesoro. De ahí, el pastizal.

Ahora bien, esta cifra no es una de las más altas que pueden hallarse en internet. Ni de lejos. En portales como Wallapop o Ebay resulta habitual encontrar filmes a los que sólo una minoría podría acceder. Es el caso, por ejemplo, de los primeros lanzamientos de La Cenicienta (1950), Aladdin (1992) o Pocahontas (1995), que ascienden a 6.349, 1.766 y 1.289 euros. Los tres títulos de Disney forman parte de un pack que su vendedor ofrece por 15.615 euros.

¿Cuál es la razón detrás de estos números? Sencillo: se trata de artículos Black Diamond. Es decir, cuentan con el logotipo de la serie especial Los Clásicos en la parte frontal y lucen la figura de un diamante negro en el lateral. Ni más ni menos. “Los aficionados buscamos versiones muy específicas de las que, por regla general, se han lanzado muy pocas copias. Deben tener algo especial… si no, no merecen la pena”, añade Antonio.

Es un formato muerto, pero nos da igual. Los 5.000 euros que te puede costar una cinta compensan si te devuelve un trocito de tu vida”. Aunque satisfacer esta necesidad, en ocasiones, puede llegar a ser especialmente complicado. O, mejor dicho, costoso: en la plataforma Esty es posible localizar un ejemplar de La sirenita (1989) que supera los 36.866 euros. O uno de El rey león (1994) que alcanza los 47.402 euros. No obstante, no todo es Disney. Lawrence de Arabia (1962), por ejemplo, está disponible por la friolera de 50.000 euros.

Los videocassettes llegaron al mercado en 1976. Lo hicieron como todo producto estrella de una década: con el apoyo de las mejores marcas y bajo la promesa de conquistar a la masa. Y así lo hizo hasta que el DVD, el pen drive y el streaming lo noquearon de muerte: la última película editada en este soporte por un gran estudio fue Una historia de violencia (2006), protagonizada por Viggo Mortensen. De igual modo, sus reproductores dejaron de fabricarse en 2016, tras el cierre de la compañía japonesa Funai Electric.

Desde entonces, un pequeño grupo de nostálgicos lucha por evitar su extinción total. Y no sólo eso: también han creado fanzines dedicados al tema, comunidades virtuales de intercambio de vídeos, foros donde se comparten impresiones… Eso sí, todo ello circunscrito a un ambiente especializado, por no decir underground: se trata de personas interesadas en el cine de culto que acuden a mercadillos de segunda mano, anuncios en portales, antologías privadas y videoclubs abandonados para completar sus colecciones.

Tal es el caso de Sergio Colmenar, que atesora más de 3.000 títulos. “Crecí en los 80, una época en la que comencé a comprar compulsivamente cualquier caja que me llamaba la atención”, sostiene este joven, que pone especial énfasis en la calidad más que en la cantidad. “Ahora, sólo busco las que no pude conseguir en su día: mi apartamento es pequeño y ya tengo en mi poder la mayoría de las que siempre he querido”.

Sergio Colmenar, coleccionista de VHS

José Luis Roca

Vísceras y sangre

Una de sus favoritas es Zombie, el crepúsculo de los muertos vivientes, de George A. Romero. En concreto, la edición original que contiene dos portadas alternativas: la inédita de Hollywood y la dibujada por el icónico diseñador de carteles Mac. “Fue la primera película que me metió de lleno en el mundo de la sangre y las vísceras. Es muy especial para mí”, señala este director de cortometrajes.

También guarda un cariño especial por la primera producción de Maniac (1981), de William Lustig, que tiene firmada por la actriz Caroline Munro. Sin olvidar Demonios 2 (1989), de Lamberto Bava, que perdió y volvió a recuperar hace poco: “En ese momento, viví un reencuentro muy bonito. Me vinieron muchos recuerdos a la mente. Qué curioso: estamos hablando de estos materiales como si fuesen hijos”. Y no le falta razón, gran parte de su infancia reside en ellos. Su siguiente conquista será la caja grande de Posesión infernal (1982), dirigida por Sam Raimi. Aunque quién sabe... cuando se acude a alguna de las selectas quedadas que se organizan, resulta muy difícil resistirse a algún capricho. Además, en ellas se generan contactos que van informando de primera mano acerca de los últimos descubrimientos.

Los reproductores de videocassettes dejaron de fabricarse en 2016, tras el cierre de Funai Electric.

Los reproductores de videocassettes dejaron de fabricarse en 2016, tras el cierre de Funai Electric. / ZOWY VOETEN

Pura artesanía


El género que más deseos despierta en este sector es el terror, pero las antiguas producciones españolas e italianas también gozan de un extraordinario tirón. “Nos encantan las historias de zombies, casas encantadas, slasher, fantasía, posesiones, giallos…”, subraya Rubén Reyes, que lleva comprando VHS desde 1995 y ya tiene en su poder más de 800. “Sigo coleccionándolos no sólo por la película en sí, sino también por la propia cinta. Me apasionan la carátula, el tacto, el olor, la forma, el diseño...”.

El arte de las cajas es uno de los principales atractivos para estos expertos. De hecho, para una parte de ellos, éstas deben encontrarse siempre en buen estado, pero sin perder de vista un detalle: los ejemplares ganan valor si los estuches son originales. “Algunos son verdaderas maravillas, como los Select Vídeo o los KF Vídeo, que incluían imágenes en el interior”, añade Rubén. Para este maestro, estamos ante el formato más puro, artesanal y artístico de todos los que existen. A diferencia de lo que ocurre con el DVD o el Bluray, no hay nada artificial en él: está hecho para satisfacer al cliente y no tanto para vender. Él guarda sus vídeos en una estantería donde no llega la luz solar y donde no hay humedad, pues hay que tener en cuenta que estos están fabricados con un material sensible y pueden desmagnetizarse con el paso del tiempo. Por eso, las cuida con mimo.

Rubén lleva buscando cintas desde 1995 y ya tiene en su poder más de 800.

Rubén lleva buscando cintas desde 1995 y ya tiene en su poder más de 800. / EPE

Reliquias pop


“Para algunos nunca pasarán de moda, como es mi caso. Estaré con mis videocassettes hasta que me canse, no voy a abandonarlos nunca por temor a que no se vean bien”, avisa Rubén. Algo que se antoja complicado en la época del consumo inmediato que han impuesto Netflix, HBO, Amazon Prime, Hulu, Filmin, Disney+… De ahí que, a día de hoy, haya quienes los han llegado a considerar como auténticas reliquias pop.

Esta consideración abre la puerta a otro posible negocio: el de las reediciones. En 2020, saltó la noticia de que Mandy (2018), dirigida por Panos Cosmatos y protagonizada por Nicolas Cage, se iba a comercializar en este soporte. La información se cogió entonces con pinzas, pues prácticamente nadie vislumbró ninguna trascendencia. Sin embargo, aquel septiembre, la página oficial de Witter Entertainment la puso a la venta en distintas versiones, incluyendo una con ilustraciones de Vasilis Zikos y Cristopher Shy. Asimismo, el filme se pasó al sistema 4:3, se le otorgó la licencia oficial de RLJE Films y fue aprobado por los productores de SpectreVision. A las pocas horas, se agotó. Ésta no es la primera vez que la empresa pone a la venta películas bajo esta campaña. Entre sus últimos lanzamientos se encuentran Patchwork (2015), Red Christmas (2016), Nightmare Cinema (2018), Portals (2019) o Willy’s Wonderland (2021).

¿El nuevo vinilo?


Dicho esto, la pregunta se vuelve más que evidente: ¿se volverán a poner de moda como ya ha ocurrido con los vinilos? Antonio, Sergio y Rubén lo tienen claro: no. Por un lado, a día de hoy, resulta muy difícil localizar aparatos que permitan reproducirlas con garantías. Y, por otro lado, se trata de un material que se va deteriorando a lo largo de los años. Dos motivos que les hacen pensar que, si acaso, resucitarán de forma muy puntual… aunque sin mayor recorrido.

Al menos, en España. Pues, en Estados Unidos, se ha puesto en marcha un movimiento que pretende recuperarlos a toda costa. Se llama Free Blockbuster, que debe su nombre a la antigua cadena internacional de locales de alquiler de vídeos. Su objetivo es convertir las antiguas cajas de venta de periódicos en minibibliotecas a las que cualquiera pueda acudir, de manera gratuita, para tomar prestados viejos videocassettes. Este sistema, que se fundó en 2018, está sustentado por los propios aficionados. “Me gusta mantener vivo el hardware antiguo”, explicó Brian Morrison, su fundador, a The Wall Street Journal. Tal ha sido su empeño que, en la actualidad, esta iniciativa ya cuenta con su página web y ha abierto 69 puntos de intercambio en Estados Unidos, Canadá y Australia. Lo que no está tan claro, por ahora, es si la magia de lo analógico será lo suficientemente fuerte como para volver a engatusarnos a todos como ya lo hizo hace más de cuatro décadas. El amor dirá.