LIBROS

Inmersión en la Francia negra y sangrienta

Hervé Le Corre hace una historia coral en 'Después de la guerra', ambientada en el Burdeos sin ley de 1957

El autor de novela negra francés Hervé Le Corre, en Barcelona, donde ha presentado 'Perros y lobos'.

El autor de novela negra francés Hervé Le Corre, en Barcelona, donde ha presentado 'Perros y lobos'. / RICARD CUGAT

Alejandro M. Gallo

James Ellroy (Los Ángeles, 1948) en la narrativa y Oliver Stone (New York, 1946) en la cinematografía, han querido reconstruir la historia de los Estados Unidos en los años posteriores a la II Guerra Mundial, cuando caminaba con paso firme a convertirse en la máxima potencia mundial. Ellos han querido dibujar y denunciar lo que Ellroy bautizó como "los malos rollos de una superpotencia". En esto se les parece Hervé Le Corre (Burdeos, 1955), que hace lo mismo con la historia de Francia, casi desde la Comuna de Paris de 1871. A este paralelismo se une el estilo, pues Hervé usa frases cortas, pocas subordinadas encontramos en sus novelas, y parece arrinconar los adverbios, al igual que Ellroy.

Le Corre se estrenó como novelista en 1990 con La Douleur des morts, en la prestigiosa Série noire de Gallimard. A partir de ahí, le otorgaron el Grand Prix de la Littérature Policière en 2009, el Prix Mystère en 2010 y el Prix Le Point du Polar Européen en 2014. Del conjunto de su obra, en España conocimos en primer lugar Perros y lobos (2018), un duro y asfixiante relato ambientado en un entorno siniestro que el autor situó en la zona sur de su natal Burdeos. En esta novela, nos trasladó al mundo de las drogas y la delincuencia más violenta, donde la vida humana carecía de valor, y lo mezcló con la marginación social y laboral.

La segunda novela fue Bajo las llamas (2020), donde utilizaba el escenario de la Comuna parisina de 1871 en su recta final, en los días en los que la esperanza había muerto y las tropas monárquicas, al mando del mariscal MacMahon, se encontraban a punto de asaltar las trincheras y eliminar los últimos rescoldos revolucionarios. En ese escenario, se produjeron unos misteriosos secuestros de varias jóvenes, entre ellas la prometida del líder comunero Bellec, que le permitirán mostrarnos las razones del triunfo de una revolución y, al mismo tiempo, su ocaso.

Ahora nos llega Después de la guerra, publicada en Francia en 2014. Una historia coral ambientada en 1957, en un Burdeos sin ley, donde domina el más fuerte y habitan un conjunto de fantasmas del pasado que se cruzan en el presente. Un lugar que nunca fue liberado ni por la Resistencia ni por las tropas de la Francia Libre, los nazis simplemente lo abandonaron. Una ciudad y una comarca en las que las grandes familias burguesas vinícolas frecuentaban los ágapes nazis. Al no haber liberación de la zona, todo se cubrió de un manto de silencio y es que, en este asunto, el propio Charles de Gaulle no fue partidario de purgar las fuerzas armadas ni la policía nacional ni la gendarmería ni la administración.

Sed de venganza

Denuncia la complicidad de franceses con la barbarie nazi

La trama de Después de la guerra comienza en el Hôtel les Vogayeurs, un hotelucho de mala muerte, donde policías corruptos, encabezados por el comisario Albert Darlac, torturan a ciudadanos detenidos ilegalmente. A las andanzas de Darlac, Le Corre opondrá la vida de Daniel, un joven aprendiz de mecánico que es llamado a filas para combatir en Argelia, en una guerra a la que se opone. A los dos se unirá, André Vaillant, un recién llegado a la ciudad en una moto Norton. Así, el autor nos fija tres personalidades a través de las cuales analiza lo que tanto le obsesiona en su narrativa: la violencia en sus diferentes facetas. El joven que se opone a la guerra, pero encuentra en ella un hábitat favorable para desarrollarse como adulto.

El superviviente de Auschwitz que regresa buscando venganza contra los delatores. Y la historia de una policía francesa que participó en la deportación de resistentes a la ocupación. No faltan las voces femeninas, pues son un contrapunto a esa violencia, en la esposa y en la hija del comisario Darlac, Annette y Élise; en la madre adoptiva de Daniel, Arlette Roselyne, y el gran amor del joven, Irène. Hervé Le Corre nos habla del colaboracionismo y del Holocausto, pero no se amilana al denunciar que hubo complicidad de cierta ciudadanía francesa en la barbarie nazi.