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Crítica de 'And Just Like That…': y de pronto, regresa la inspiración

Aunque se echa en falta a Samantha, el 'reboot' de 'Sexo en Nueva York' recoge los aciertos cómicos y emocionales del original de los 90

Sarah Jessica Parker en ’And just like that…’.

Sarah Jessica Parker en ’And just like that…’. / HBO MAX

Juan Manuel Freire

¿Dónde nos habíamos quedado? Oh, bueno, quizá sería mejor olvidarlo. En aquella Sexo en Nueva York 2 con Carrie (Sarah Jessica Parker), Charlotte (Kristin Davis), Miranda (Cynthia Nixon) y Samantha (Kim Cattrall) de excursión privilegiada por un Marrakech disfrazado de Abu Dabi. La película, menos que un pálido reflejo de la serie original, recibió el varapalo de la crítica, pero recaudó tres veces su presupuesto y allanó el camino para una tercera película. Pero la eterna rivalidad entre Parker y Cattrall detrás de la pantalla, unida al aparente desinterés de la segunda por volver a ser Samantha, dio al traste con ese cierre de trilogía.

And Just Like That…, y de pronto, era el conector más usado por la escritora y narradora Carrie para anunciar los cambios de la vida o los giros de guion forzados. Es ahora el título elegido para disfrazar misteriosamente lo que es, básicamente, una séptima temporada tardía de Sexo en Nueva York. El giro forzado: Samantha está fuera de la ecuación. Este reboot en forma de miniserie (hasta nuevo aviso) quiere vendernos que la publicista ha querido poner océano de por medio entre ella y Carrie por un simple problema profesional. No la han atropellado con un tren, como hicieron con Charlie Sheen en Dos hombres y medio, pero esta explicación no resulta del todo creíble ni coherente con el personaje.

Tampoco es que Michael Patrick King y su equipo quieran sacar pronto al elefante de la habitación: la ausencia de Samantha late de forma persistente en los dos primeros capítulos, escritos con mano hábil y tan efectivos a nivel de comedia como, sobre todo, drama. Desde el principio, los diálogos se avanzan y adelantan a las reacciones de los espectadores echando mano de la autoironía. La Samantha de la que hablan puede ser algo irreconocible, pero Carrie, Charlotte y Miranda siguen siendo las mismas, igual de poco remilgadas a la hora de sacarse los defectos o las sonrisas entre ellas.

Personajes racializados y/o 'queer'

Solo cambian las edades: ahora las amigas superan los 50, con los matices que eso presenta. Y también los tiempos: estamos en un 2021 en el que no colaría un Manhattan tan blanco como el de la primera serie, ni tanta insistencia heteronormativa. Y de pronto, en las vidas de Carrie, Charlotte y Samantha se entrecruzan con fuerza hasta cuatro personajes racializados y/o queer. Por ahora hemos conocido a tres: la documentalista Lisa Todd Wexley, alias LTW (Nicole Ari Parker como especie de equivalente negro de Charlotte); la profesora Nya Wallace (Karen Mittman), que da clases a Miranda en un máster en Derechos Humanos, y la cómica de stand-up Che Diaz (Sara Ramirez), que presenta un pódcast sobre roles de género y sexuales con Carrie como colaboradora. Hemos dicho "con fuerza": los autores de la serie insisten, como queriendo demostrar que no se trata de creaciones simbólicas, en dar a estos nuevos personajes todo el relieve posible. Para hacerles espacio, se salta de los 30 a los 43 minutos por capítulo, pero no se pierde agilidad.

En tiempos tan raudos como los que vivimos, quizá cuando lean estas líneas ya sabrán que algo importante sucede al final del primer episodio. Ignorarlo sería lo ideal, pero tampoco es que saberlo vaya a amortiguar el impacto. Es el clímax emocional más devastador y mejor diseñado de una serie a tomar en serio. 

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