ENTREVISTA A DOS

Elizabeth Duval y Vicente Monroy, frente a nuestra historia reciente: "El mercado cultural español se basa en el olvido"

Son dos de los pensadores jóvenes con mayor repercusión en nuestro país, siempre combativos en sus posicionamientos, y ahora ambos debutan en la novela con sendos ‘Episodios nacionales’: uno sobre los atentados de La Rambla y el otro sobre el ascenso de los movimientos de ultraderecha.

Duval y Monroy acaban de publicar 'Los Alpes marítimos' y 'Madrid será la tumba', respectivamente.

Duval y Monroy acaban de publicar 'Los Alpes marítimos' y 'Madrid será la tumba', respectivamente. / ILUSTRACIÓN: ISABEL M. RUIZ

Eduardo Bravo

Cuando el 25 de agosto de 2021 Elizabeth Duval comentó en sus redes sociales que era su cumpleaños, muchos pensaron que había una errata. Era evidente que donde ponía veintiuno, debía poner treinta y uno. Parecía imposible que una de las intelectuales más brillantes surgidas en España en los últimos tiempos acabase de rebasar la veintena. La edad, sin embargo, era la correcta. A pesar de su juventud, Duval era capaz de compaginar sus estudios de Filosofía en la universidad París 1 Panteón-Sorbona y Letras por la universidad Sorbona Nueva con la participación en antologías como Asalto a Oz, estrenar la obra de teatro Y el cuerpo se hace nombre y publicar los libros Excepción, Reina y Después de lo trans, ser una de las participantes más destacadas del programa de Televisión Española Gen Playz y convertirse en la bestia negra de formaciones reaccionarias como Vox y ser objeto de los ataques furibundos de los trolls de Twitter.

En esa renovación del pensamiento y el panorama cultural español actual, Duval no ha estado sola. Le ha acompañado, entre otros y otras Vicente Monroy (Toledo, 1989), poeta y ensayista que, tras licenciarse en arquitectura y trabajar en el mundo del cine, se ha convertido en una de las voces más interesantes en lo que respecta a la teoría literaria y cinematográfica. Fruto de esa labor es su libro Contra la cinefilia, un texto iconoclasta en el que pone en cuestión muchos de los mitos sobre el cine y que, tras su éxito editorial en España, acaba de ser editado en Argentina.

Actualmente, Duval y Monroy continúan avivando la escena cultural española con sus nuevas obras, Los Alpes marítimos y Madrid será la tumba, respectivamente, dos novelas que forman parte de la colección Episodios Nacionales de la editorial Lengua de Trapo. La primera es una novela alrededor del atentado islamista de las Ramblas de 2017 contada a través de la mirada de un joven artista que, harto de su trabajo precario en Madrid, decide regresar a la casa familiar en Barcelona para poner orden en su vida. Por su parte, Madrid será la tumba relata el ascenso de los grupos de ultraderecha, utilizando para ello una historia de amor entre un militante de izquierdas y un neofascista. Dos libros que se alejan conscientemente de la épica tan presente en las ficciones históricas al uso y apuestan por la literatura como herramienta para conformar la memoria histórica de un país. La conversación, con Duval en París, se produce vía Zoom.

Después de haber publicado poemarios y libros de ensayo, Madrid será la tumba y Los Alpes marítimos son dos primeras novelas. ¿Cómo ha sido la experiencia en el campo de la ficción?

VICENTE MONROY: En mi caso no hay mucha diferencia entre escribir ensayo y ficción. De hecho, creo que, tanto el libro de Elizabeth como el mío, son ensayos novelados. Hemos elegido un hecho que tiene que ver con nuestra generación y lo hemos elaborado desde el punto de vista de la novela, pero no hubieran sido muy diferentes si se hubieran planteado como ensayos.

ELIZABETH DUVAL: Creo que es más una diferencia de modo. La novela permite esa polifonía o esa contraposición de ideas que tiene que ver con los distintos personajes, pero que no aseveran una tesis o no la exploran como lo podría hacer un ensayo. Por otra parte, en los últimos tiempos se ha prostituido un poco la idea de «novela filosófica» o «novela de ideas», lo que ha provocado que cualquier novela que contenga ideas ya es una novela filosófica. En todo caso, y aunque ahora pensamos el ensayo como un paper muy alargado porque está muy influido por las publicaciones académicas, novela y ensayo son géneros bastante libres, que admiten mucha diversidad dentro de ellos, como demuestran los Pensamientos de Pascal o los Ensayos de Montaigne.

Además de esa la diversidad de voces de los personajes, en ambas novelas hay fragmentos intercalados en la narración principal, que emplean diferentes códigos lingüísticos. Por ejemplo, panfletos neofascistas, manifiestos de izquierdas, charlatanería de marchantes de arte o posts de redes sociales.

E.D.: En su libro Mímesis, Eric Auerbach explica que la diferencia entre los textos de la antigüedad o medievales y la literatura moderna —cuyos cambios se consuman en la literatura realista francesa— es la introducción del tiempo histórico, del tiempo social y de la condición social. La representación de la realidad en la antigüedad no es la misma que la de Balzac, que va a introducir excursos que no tienen que ver con lo que se entiende como narrativo como, por ejemplo, una tabla de las deudas de un personaje o un documento sobre sus datos financieros. Eso permite que se cuelen por las rendijas de ese mundo ficcionado, partes de esa realidad a la que se está refiriendo. Por eso me interesaba la construcción a través de esos manifiestos o los foros de 4chan y que, en el caso de Vicente, tiene su paralelismo en la incorporación de las fotos de gatitos de Twitter cuando se producen los atentados de Las Ramblas.

Madrid será la tumba y Los Alpes marítimos forman parte de Episodios nacionales, colección de Lengua de trapo inspirada en la obra de Galdós, que aborda la historia reciente de España desde 1978 hasta la actualidad. ¿Estos libros servirán para que las generaciones futuras entiendan cómo se vivió en las primeras décadas del siglo XXI?

V.M.: Elizabeth y yo hemos elegido los hechos más recientes de los publicados en la colección hasta el momento: el caso de Hogar Social y el atentado de las Ramblas, unos eventos históricos que, aunque han ocurrido hace solo dos o tres años, parece que ya han quedado atrás. En ese sentido, como individuos estamos muy presentes en la narración y eso nos distingue de esa idea del Episodio nacional como algo mítico sucedido hace muchos años. Además, los dos libros son sendos posicionamientos de izquierdas sobre la memoria histórica, lo que no deja de ser importante en un mercado cultural como el español, que se basa en el olvido cuando, en principio, la literatura es una forma de crear memoria. Ahora hay mogollón de escritores produciendo supuesta memoria histórica y lo que en realidad están produciendo es épica, cuando la historia española no ha tenido nunca épica y tampoco la tiene ahora. Por eso, la labor de un novelista contemporáneo comprometido con el arte y con su tiempo es luchar contra esa inflación histórica e intentar convertir todo ese material no en nostalgia, sino en memoria.

E.D.: Estoy totalmente de acuerdo con lo que dice Vicente. Gran parte de los libros actuales parecen objetos ahistóricos, que falsifican la historia porque, aunque se proyectan al pasado, se construyen radicalmente desde el presente reaccionario para dar una imagen ficcionada de aquella época con una clara intencionalidad política. Nuestros libros, por el contrario, dan testimonio sentimental de la época y muestran cómo se construyen determinadas subjetividades en un momento histórico particular, aunque sin afirmar que esta ficción histórica deba ser tratada como se tratan los documentos históricos.

Cuando se planteó esta entrevista, se hizo pensando simplemente en que ambos eran debutantes en la novela. Sin embargo, tras la lectura de sus libros se descubren en ellos más paralelismos de los que pudiera parecer en un primer momento, tanto en la forma como en el fondo de lo que proponen.

V.M.: Es cierto que nuestros libros se pueden leer juntos o uno después del otro, como un plano y su contraplano porque, si bien las formas de afrontar los temas son distintos, hay preocupaciones comunes. Por eso, aunque somos personas muy diferentes, nos auguro una larga amistad, y no solo literaria, porque tenemos muchos puntos en común.

Hablando de esa buena relación que mantienen, en Los Alpes marítimos hay un personaje, la fascinante joven que que asiste a una fiesta en un chalé de Sarrià y fuma en boquilla, que recuerda a Elizabeth Duval, ¿es casualidad?

V.M.: Fue un guiño a posteriori. El personaje ya estaba escrito y me pareció simpático hacerlo, aunque no se parece tanto a la Elizabeth de la realidad.

En todo caso y más allá de este guiño, en ambas novelas aparecen trasuntos de personajes reales. Por ejemplo, el artista en el caso de Los Alpes marítimos o La Capitana en Madrid será la tumba.

V.M.: Efectivamente, Abel Azcona es una figura muy reconocible de mi libro, pero hay más personajes porque casi todos parten de experiencias reales. En el caso de Eli, creo que todavía hay más.

E.D.: El personaje de Santiago lo concibo como si desdobláramos al de la Capitana, que tiene un correlato muy evidente, porque es Melisa [Domínguez, líder de Hogar Social Madrid] y se basa en hechos históricos de su vida. El personaje de Lidia, esa burguesa que vive en el barrio de Salamanca, también tienen trasuntos en la vida real, aunque menos evidentes. Otros personajes están basados en cosas que una ve en los ambientes comunistas. En los ambientes neofascistas no tanto, porque una los conoce menos.

Usted nació en Alcalá de Henares, localidad donde la ultraderecha ha tenido una importante presencia incluso antes del apogeo que disfruta en la actualidad. ¿Surge de ahí su conocimiento de los movimientos de esa ideología?

E.D.: Sé que Alcalá de Henares fue uno de los primeros sitios en tener concejal de España 2000, también sé que los padres dicen eso de que si son las fiestas de Alcalá no vayas porque va a haber nazis por las calles. No obstante, me fui de Alcalá muy pronto y no tengo recuerdos suficientes. Creo que mis principales modelos para los fascistas proceden de Twitter.

Otro de los elementos que comparten ambas novelas es el papel que juega en la narración el territorio. Además de ser casi un personaje más, tanto una como otro muestran un gran conocimiento de las particularidades geográficas y urbanísticas de Madrid y Barcelona.

V.M.: Aunque podamos divertirnos escribiendo, nuestros libros tratan de eventos serios y, para abordarlos, hay que comprometerse con la geografía y con el tiempo. En mi libro, por ejemplo, cuando hay luna llena es porque ese día de 2017 había luna llena. También he tenido mucho cuidado de que todos los lugares de los que hablo existan. Las ciudades es donde se encarna la manera que de vivir de los últimos siglos y Madrid y Barcelona son dos buenos ejemplos de cómo se ha generado la memoria del pueblo y la memoria de la burguesía.

E.D.: El tema del urbanismo y los espacios, especialmente la construcción del espacio madrileño, me pareció muy importante. Este interés surgió por vivir en París, una ciudad que, por cómo están estructuradas sus calles o sus barrios, es radicalmente distinta a Madrid. Quise mostrar cómo esas decisiones urbanísticas se reflejan en las conciencias políticas de los ciudadanos y en las acciones que se pueden llevar a cabo. La lucha de guerrillas que aparece en la última parte de mi libro, por ejemplo, solo se puede dar en Madrid porque es una ciudad que tiene muchos recovecos. En París, con grandes avenidas, el espacio no da para ello. También me interesaba la transformación urbana a lo largo del tiempo y hablar de las familias que construyeron el Madrid actual. La literatura de hoy en día no suele señalar quiénes son los responsables de ese desarrollo urbanístico. Al hablar simplemente de «la burguesía» o de «los ricos» sin dar los nombres y apellidos de, por ejemplo, la familia Reyzabal, da la sensación de que son fuerzas abstractas que no tienen correlato en la realidad, cuando lo cierto es que se trata de personas, incluso de dinastías.

Por las características de la colección, todo invita a pensar que ninguno de los dos libros existía hasta que Lengua de trapo les propuso escribirlos. Habitualmente, la obra por encargo está un tanto desprestigiada, olvidando que encargos fueron la Capilla Sixtina o el Moisés. ¿Encuentran diferencias entre el libro que surge de forma espontánea y el de encargo?

E.D.: Creo que hay que poner en valor el encargo. Hay que despojarse de esa visión negativa de que el encargo es un arte menor. De hecho, creo que el lector español no es consciente de cuántas obras surgen de un encargo. En nuestro caso, además, hemos tenido mucha libertad. La única premisa fue que los hechos narrados fueran posteriores a 1978 y, por lo que a mí respecta, aproveché esa libertad para trolear a mis editores y crear, para una editorial podemita, una historia donde el protagonista es un neofascista cuya voz lleva todo el peso de la historia.

V.M.: Hemos tenido muy buena suerte con los editores. En mi caso, me propuse que el atentado de las ramblas ocupase solo tres páginas del libro y, sinceramente, pensaba que, cuando mandase el manuscrito, me dirían que me había pasado, pero no fue así. Creo que esto demuestra que no sabemos realmente lo que es la memoria histórica ni la historia de España. Probablemente un editor de Planeta sí sepa lo que quiere cuando le pide a Pérez Reverte un libro sobre Trafalgar, pero si somos finos, cautos y reflexivos, es difícil saber cómo funciona la memoria de un pueblo y de un país. Por eso, los escritores tenemos que dar cuenta de lo difícil que es generar memoria, una memoria que nos ayude a construir vínculos para el futuro. Eso es más difícil que hablar de épica, de bandos o de quién lo hizo bien y quién lo hizo mal.

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