PAREJA POP

Maria Rodés y La Estrella de David cantan a la paciencia y el sacrificio en tiempos de poliamor

El tándem recorre las estaciones de una relación de pareja, en clave de amor romántico, en el álbum Contigo, evocando los clásicos duetos del country.

David Rodríguez (La Estrella de David) y Maria Rodés.

David Rodríguez (La Estrella de David) y Maria Rodés. / SERGIO ALBERT

Jordi Bianciotto

El roce de la amistad hizo que Maria Rodés y David Rodríguez se vieran componiendo canciones a cuatro manos y decantándose, sin pensarlo mucho, por una temática que acaso iba a contracorriente: “La exaltación de la paciencia en el amor, de aguantar carros y carretas, eso que se lleva tan poco en la actualidad”, cuenta él a propósito de ese álbum llamado Contigo, que recorre la relación de pareja desde la ilusión inicial hasta el, según parece, inevitable divorcio.

Contigo contiene un cancionero simpático y sentido, sin distanciamientos sarcásticos, con esbeltas soluciones melódicas resaltadas por un tratamiento sonoro que mira sin rodeos hacia el country, con su mandolina, su lap steel y sus violines campestres. Es el despierto debut de ese tándem creado por sendos catalanes en Madrid: Rodés, cantautora de Cabrera de Mar, y Rodríguez, músico y productor de Sant Feliu de Llobregat, que en los 90 se prodigó como artificiero indie -Bach is Dead, Beef- y que desde hace más de una década ejerce como copiloto de La Bien Querida.

¿Un disco de sonoridad extemporánea para hablarnos de una manera antigua de entender el amor? “Más que antiguo, lo nuestro es extraño, porque nadie defiende ya el amor romántico”, musita, a título informativo, sin tono acusatorio, Maria Rodés, a quien le pareció buena idea tirar del hilo conceptual de su primer fruto conjunto, Hacer el amor, que abre el disco. “Es un tema más de David que mío, y nace de poner el ojo en lo contrario de lo que ahora está en auge, el poliamor, reivindicando esa idea del amor a largo plazo y del sacrificio que a veces implica la relación de pareja”, explica. “Más que nada para equilibrar un poco”, añade. “Porque no queremos ser abanderados de nada, y no estamos ni a favor ni en contra del poliamor”.

Cuando elaboraron las canciones “no había salido todavía ese debate en torno al poliamor de Ana Iris Simón”, observa David Rodríguez, y en cualquier caso proyectaron en los textos su ascendiente educativo. “A lo mejor, alguien de 20 años ya no se plantea lo del amor para toda la vida, pero nosotros todavía tenemos esa educación”, concede Maria Rodés. Aunque el disco transite puertos tan dulces como la muy pop Venga va, con cita a Eurovisión y todo (“una canción que hice para una boda, la cantó ahí Amaia y la recuperé para el disco”, informa David Rodríguez), nada evita que el repertorio concluya con un buen batacazo: cierra el álbum Nos vamos a divorciar, balada fatalista, quizá algo liberadora, donde ambos juntan sus voces en versos como ”Mañana tú no estarás / Y el mundo se acabará / Ahora vendrá otro mejor”, envueltos en radiantes acordes mayores. “Porque, aunque reivindiquemos una idea, al final nuestra experiencia se impone y por eso todo queda en un divorcio”, ilustra Rodés. “Feliz, pero divorcio”.

Exigencias distintas

Ambos se encontraron envolviendo las canciones en esos mimbres country tras descartar “alguna idea más modernita”, revela Rodríguez, en la que no se acabaron de ver. Se dieron cuenta de que podían sacar partido de las dinámicas pop, “muy sencillas”, jugando con las dos voces, “chica y chico”, como en tantos diálogos propios del country. Una tradición, apunta, en la que “ella casi siempre canta mejor que él”, y pone como ejemplos a Dolly Parton frente a Willie Nelson. Materia de debate. “A ellas se les suele exigir que canten mejor”, sostiene, opinión a la que se acoge Rodés. “En España eso se ve mucho: hay una exigencia estética mayor en la mujer en todo, hasta en eso”. Dicen estar poco al tanto de duetos modernos tipo She & Him, aunque ella menciona a Bonnie ‘Prince’ Billy. “Esos discos de country en los que hay intervenciones femeninas importantes".

Aunque ambos han producido o coproducido álbumes, prefirieron ponerse en manos de un tercero, Sergio Pérez -Svper, Joe Crepúsculo-, que a su vez trajo a cuatro músicos: Alberto Martínez del Río (guitarrista de orquestas de baile), Marc López Hortet (batería de Medalla), su suegro Gabriel della Villa (banjo) y el cuñado de Rodríguez, Joan Díez (violín). Delegar era la mejor opción, estiman ambos. “Como músico soy bastante limitado”, alega David Rodríguez. “Alberto es un musicazo y sus solos no puedo hacerlos”. Y se trataba de “buscar una sonoridad nueva”, alejada de sus respectivos proyectos.

Acústicos, no; festivales, sí

Pero no hay planes definidos para llevar ‘Contigo’ a los escenarios. Descartan presentarlo en formato reducido, a dos guitarras acústicas. “Eso sería desvirtuarlo”, advierte David Rodríguez. Pero estarán atentos a si “algún festival propone presentar el disco en condiciones”, desliza Rodés, que dice disponer de un nuevo disco propio ya grabado “para sacar no sé cuándo”. También él apunta a un álbum de La Bien Querida (“lo que me da de comer”) y otro con Junco y Diamante, su alianza con Joe Crepúsculo.

Y, desde Madrid, miran a Catalunya con sentimientos encontrados. “Cuando vuelvo a Sant Feliu, cada vez me siento más ajeno a aquello, porque la gente ha cambiado, y la ciudad la hace la gente”, reflexiona David Rodríguez, ‘exiliado’ desde hace años, en contraste con la mirada de Rodés. “Cuando vives fuera te vuelves más de donde eres, y ahora entiendo más lo que es ser catalán: tengo cierta nostalgia, echo de menos cosas que antes no tenía presentes y siento un poco que la tierra me llama”.