UN GÉNERO COMPLICADO

Los musicales triunfan en la Gran Vía, pero se estrellan en el cine

La insólita acumulación de nuevos ejemplos del género en las salas durante 2021 se ha encontrado con el rechazo mayoritario del público. Pérdida del hábito, escasez de ideas, auge del streaming… ¿está el musical cinematográfico en peligro de extinción? 

Fotograma del remake de 'West Side Story' que Spielberg estrena estas navidades.

Fotograma del remake de 'West Side Story' que Spielberg estrena estas navidades.

Carlos Megía

Es una anomalía que no se veía desde hace décadas. Más de media docena de musicales coinciden en la cartelera en la segunda mitad del año, aspirando a revitalizar un género en crisis crónica, emular los escasos éxitos recientes y subir el ánimo a un público que lo necesita más que nunca. Los hay de todo tipo: adaptaciones procedentes de Broadway En un barrio de Nueva York, Querido Evan Hansen–, del West End londinense –Todos hablan de Jaime–, obras de autor –Annette–, con estrellas milénicas –Cenicienta–, o biopics de iconos pop –Respect. Y todavía quedan por aterrizar aspirantes a Oscar como tick, tick… Boom!, Encanto o el West Side Story de Steven Spielberg.

Pero, aunque la industria de Hollywood parezca empeñada en recuperar a los espectadores perdidos por la pandemia a base de coreografías y duetos conmovedores, los musicales estrenados este 2021 han saldado su paso por taquilla con recepciones frías y recaudaciones lejanas a recuperar al menos el presupuesto invertido en ellas. Annette, con Marion Cotillard y Adam Driver como estrellas, apenas amasó tres millones de euros cuando había costado hasta cinco veces más. Una tendencia totalmente opuesta a lo que ocurre con sus homólogos en vivo. ¿Nos hemos cansado de cantar en una proyección?

Marion Cotillard en Anette.

Marion Cotillard en Anette. / Cedida

Alejandro Largo, guionista y técnico teatral, no recuerda la última vez que vio un musical en la gran pantalla. La crisis sanitaria provocada por la Covid-19 le hizo perder un hábito que todavía no ha recuperado y las plataformas de streaming han cubierto sus necesidades con una celeridad cada vez mayor. Además, la presión social no ayuda a la hora de disfrutar de su género predilecto. “Siempre que pregunto a mis amigos si quieren unirse al plan compruebo que los musicales son las películas que más rechazo generan. Por eso entiendo que la gente acabe viéndolas a solas en casa”.

Cines fríos, teatros calientes

Los números ratifican su experiencia. Si bien es cierto que las cifras de taquilla del último año se han visto gravemente afectadas por la crisis sanitaria –hasta un 70% de caída recaudatoria solo en España respecto a 2019­–, hay que descender al puesto 55 en la lista de las películas de mayor éxito del año a nivel global para toparse con el primer musical. El honor es para En un barrio de Nueva York, producción basada en la obra teatral de Lin-Manuel Miranda que cosechó excelentes críticas. Los datos son igualmente desalentadores al repasar las cuentas de otras cintas que podían presuponerse como exitosas. A pesar de contar en su reparto con estrellas de la talla de Ben Platt, Amy Adams y Julianne Moore, la adaptación cinematográfica del musical Querido Evan Hansen apenas recaudó la mitad de su presupuesto (15 millones de dólares frente a los 28 que había costado) y los resultados no son mejores en el caso de Respect, biopic musical de Aretha Franklin, en el que se invirtieron 55 millones y que solo ha logrado recuperar 31.

No ocurre lo mismo en la Gran Vía madrileña, epicentro de los musicales en nuestro país, donde se retoma la actividad escénica tras los meses de obligado parón. Yolanda Pérez Abejón, directora general de Stage Entertainment España, productora responsable del montaje de espectáculos tan aplaudidos como El Rey León, asegura que el público está volviendo al patio de butacas con muchas ganas. “Aún no estamos recuperados del todo ni hemos alcanzado cifras anteriores a la pandemia, porque este no es un año normal, pero por ejemplo El Rey León está prácticamente lleno, a un aforo del 95 o 97%, y Tina también está dentro de las previsiones”, comenta. Para ella, el éxito de los musicales en vivo jamás puede ser extrapolable a la gran pantalla porque “la magia es vivir la experiencia en directo”. Además, Pérez Abejón señala la gran acogida que tienen entre el público joven, una generación nacida entre pantallas que, precisamente por eso, valora más el riguroso directo. “Llevamos más de dos décadas haciendo en España un género que antes era casi inexistente y muchos chavales se han criado con él. Son verdaderos expertos que demandan calidad y eso hace que el mercado funcione”, termina.

El musical escénico El Rey León.

El musical escénico El Rey León. / Ángel Díaz - EFE

Sin embargo, la acumulación de coreografías en la cartelera es histórica y Lin-Manuel Miranda, el último fenómeno parido por Broadway gracias al celebrado Hamilton, se erige también en gran protagonista de la misma con hasta tres proyectos: las producciones de animación Vivo y Encanto (a las que pone música y letra), y su primer largo como realizador, tick, tick… Boom!, que acaba de aterrizar en Netflix entre rumores de estatuilla. Este biopic-exploración del proceso creativo con aroma noventero del dramaturgo Jonathan Larson, creador de incunables como Rent, ya emerge como uno de los favoritos en la carrera para triunfar en la temporada de premios. Tanto es así que revistas especializas como Variety especulan sobre si Andrew Garfield, conocido por películas como La red social o The Amazing Spiderman, podrá acabar con la maldición del género en la categoría de mejor actor en los Oscar, que se prolonga ya 55 años.

El ejemplo 'La La Land'

“Nos hace falta un Lin-Manuel en el cine”, observa Fernando De Luis-Orueta. Este periodista y productor de la compañía La Tropa produce anhela una actualización del género similar a la liderada sobre las tablas por Hamilton para dar la vuelta a los augurios más pesimistas. “Hace falta una generación que conecte con el nuevo público, que renueve los códigos y los transforme. El cine necesita generar sus propios musicales originales, y eso fue parte del éxito de La La Land”.

El triunfo hace cinco años de la película protagonizada por Emma Stone y Ryan Gosling, sumado al de otros hitos recientes como El gran showman, Ha nacido una estrella o Bohemian Rhapsody, tiene responsabilidad directa en este overbooking de proyectos que se materializan ahora en las pantallas. Aquella cinta dio nuevos bríos al género, pero ningún título ha conseguido seguir su estela. El director uruguayo Nacho Álvarez, que estrenó el pasado año su ópera prima Explota Explota, basada en las canciones de Raffaella Carrà, es testigo –y beneficiario– del efecto contagio que tuvo la película de Damien Chazelle en los despachos de los ejecutivos. “Cuando le planteé a la productora de Tornasol Mariela Besuievsky que quería hacer un musical, me confesó que desde que vio La La Land se había quedado con ganas de producir uno. Nunca habían rodado ninguno en 30 años de vida”, explica a El Periódico de España.

La productora de Tornasol me confesó que desde que vio 'La La Land' quería producir un musical. Nunca habían rodado ninguno"

Otro de los factores que, según los expertos, hacen de los musicales productos tan difíciles de vender a grandes audiencias es la heterogeneidad intrínseca del género. Es decir, la amplia gama de temáticas y tonos que lo conforman. “Cuando vas a ver una comedia sabes que vas a conseguir risas. Con una de terror sabes que vas a conseguir sustos. Pero los musicales pueden abarcar tantos asuntos y estados de ánimo que los espectadores no siempre saben en qué se están metiendo exactamente”, sostiene en The Wrap Paul Desgarabedian, uno de los analistas de referencia en la meca del cine. Largo se suma a su análisis –“cuando vas a un musical solo sabes que la gente va a cantar y esa es parte de su magia”– y Nacho Álvarez lo vivió en primera persona tras el discreto paso de su filme por una cartelera lastrada por la segunda ola de contagios en otoño del pasado año: “Me he dado cuenta de que es un género polarizante. No hay punto medio, es tan amado como odiado”.

¿Spielberg al rescate?

El próximo 22 de diciembre, el West Side Story de Steven Spielberg también probará suerte buscando reunir a varias generaciones en la misma sala aprovechando el espíritu navideño. Los encargados de intentarlo son Ansel Engort y la desconocida Rachel Zegler, que consiguió el papel tras erigirse en fenómeno viral en Twitter en 2008, con solo 17 años, al subir a la red social un video versionando Shallow, tema principal de la banda sonora de Ha nacido una estrella. Tres años después, la nueva intérprete del personaje de María ni siquiera ha tenido que esperar al estreno de su debut cinematográfico para convertirse en una de las jóvenes mas reclamadas de Hollywood y hacerse con el papel de Blancanieves en la próxima adaptación que Disney prepara de uno de sus mayores clásicos.

A la espera de saber si Spielberg clavará el triple salto mortal de convertir su versión en un taquillazo navideño, lo que es seguro es que seguiremos oyendo cantar en las pantallas, ya sean de gran o pequeño formato. Adaptaciones de Broadway como Wicked, El color púrpura, Chicas malas o Matilda, de clásicos Disney como La sirenita, de iconos románticos como Cyrano y de mitos modernos como Elvis Presley, Whitney Houston o Carole King están en camino y tratarán de revertir la tendencia. Y hasta en clave nacional moveremos los pies con Voy a pasármelo bien, basada en los éxitos de los Hombres G, y Érase una vez… Pero ya no, primera serie musical de Netflix España con Manolo Caro (La casa de las flores) como director.

Las plataformas de streaming, que han puesto en jaque la supervivencia del género en las salas de exhibición, pueden acabar convirtiéndose en sus salvadoras a corto plazo. La cantidad ingente de contenido nuevo que ofertan en sus catálogos garantiza la "obligación" de tener que alimentar a ese nicho de público que disfruta con cada número coral. “Tengo clarísimo que van a hacerse muchos musicales en los próximos años porque las plataformas necesitan producir para suscriptores. Si eso va a llegar o no a las salas… está por ver”, sostiene De Luis-Orueta. Pese a que el interés por el género no deja de crecer a nivel teatral –“en España tenemos hasta 19 espectáculos de gran formato funcionando ahora mismo”, confirma el productor–, el cambio de modelo de explotación cinematográfico ha atomizado su público objetivo. “Lo que está pasando no es algo específico del musical, es parte de un contexto. El cine ya no se consume solo en salas, ahora también hay unos operadores que atienden a esos espectadores”.