MUERE A LOS 81 AÑOS

Los músicos que sí amaban a Georgie Dann: "Era un clarinetista excepcional"

Compañeros de trabajo, artistas y expertos repasan la carrera de Georgie Dann, un artista que venía del jazz pero prefirió hacer canciones que todo el mundo pudiera cantar y bailar.

Georgie Dann, rey de la canción popular y veraniega.

Georgie Dann, rey de la canción popular y veraniega. / ARCHIVO

Jacobo de Arce

Georgie Dann murió este miércoles en el Hospital Puerta de Hierro de Madrid debido a las complicaciones ocasionadas por una operación de cadera, esa parte del cuerpo que él hizo mover como nadie a varias generaciones con algunas de las melodías más populares y pegadizas que ha conocido este país. Con él se marchaba no solo un artista único, sino también todo un concepto musical y de marketing que durante décadas fue fruto de adoración y de mofa a partes iguales: la canción del verano. Un género en sí mismo que él contribuyó a crear y consolidar, y que en los últimos años, con la progresiva decadencia de su carrera y un mercado musical completamente distinto al que a él le había aupado, prácticamente había dejado de existir. 

Joan Ramón, un músico y manager musical que formó parte de su banda en la temporada 1974-1975, evoca los orígenes artísticos de Dann, que además de maestro de escuela era "un musicazo de jazz, premio de clarinete en el Conservatorio de París", y también su llegada a España, allá por 1964. "Georgie formaba parte de una orquesta francesa en la que era segundo cantante. Esa agrupación vino a un Festival de la Canción Mediterránea, y como el cantante principal se puso enfermo, le tocó a él encabezarla. Fue todo un éxito. Enseguida se instaló en Barcelona". 

Dann, en su salsa.

Dann, en su salsa. / ARCHIVO

Después de algunas idas y venidas a Latinoamérica, donde se empapaba de ritmos y estilos musicales, y con el traslado progresivo de la industria discográfica de Barcelona a Madrid, Dann también se mudó. Desde la capital, el artista francés cimentó un éxito creciente, de las salas de fiestas a la televisión, de las verbenas a los grandes recintos. La veterana periodista musical Patricia Godes recuerda que, cuando era niña, "Georgie Dann era un músico de prestigio, seguramente porque era extranjero y aquí todo lo extranjero parecía mejor. Sus primeros discos contenían temas de Henri Salvador o de Serge Gainsbourg. Él había ido a ver a James Brown cuando actuó en París en el 62 o el 63, y aquel concierto le inspiró: los trajes, las luces, un cantante estrafalario que baila, que toca el teclado, la batería... ¡Era el mismo show que el suyo!", explica. 

DEL JAZZ A LA VERBENA

Aunque no es muy devota de su música, Godes le reconoce "un inmenso respeto". Cuando en una ocasión le entrevistó, descubrió a un hombre de modos elegantes y refinados que vivía en una casa muy agradable en Pozuelo de Alarcón. En su jardín cultivaba unas coles que se comían en ese hogar que compartía con su mujer, Emy, que primero fue su bailarina y después su manager. También descubrió que Dann "era un músico con una gran formación que, en un momento dado, eligió divertir a la gente: provocar una sonrisa, juerga, verbena, baile, sin ningún tipo de pretensiónes". Y así fue como nacieron las primeras canciones del verano, que arrasarían en la televisión y en las radios españolas en los 70 y 80, con hits como El Bimbó, Macumba o El chiringuito

Pero aunque a menudo se olvida, en sus directos no estaba solo eso. Joan Ramón cuenta que "si tú ibas a uno de nuestros conciertos, aparte de las canciones populares, había momentos en los que Georgie se ponía a tocar el clarinete o el saxofón de una manera extraordinaria. Yo le decía: ‘¿Por qué tocas esto si la gente quiere todo el rato las más comerciales?’. Pero él quería demostrar que era un gran músico: hacía temas soul, canciones de King Curtis… Y las otras, claro". 

Miqui Puig, cantante de Los Sencillos en su día y profesor en la academia de OT, además de DJ y gurú musical, no hace diferencias entre esas dos facetas, y defiende el rol de Dann como adalid de lo popular. "Este señor hacía canciones pop. Y el pop no es solo un estilo musical, el pop es una música popular y populista. Si escuchas el wah wah de El Bimbó, no está muy lejos de lo que hace hoy en día un artista como Ortiga. En un momento que estamos reivindicando el dancehall, el perrero… todo eso viene del hedonismo, del baile del fin de semana. El rock y otros estilos han intelectualizado la música en exceso. Georgie Dann fue un señor que venía del jazz y se inventó un género en sí mismo. La canción del verano. Todo eran hits". Está de acuerdo Borja Prieto, antiguo músico y ejecutivo musical, además de toda una enciclopedia de la cultura pop. "Te podía gustar o no, pero hay que reconocerle una capacidad inaudita para construir estribillos diabólicos, de esos que se te adhieren al cerebro y difícilmente olvidas. Eso no lo hace cualquiera".

Georgie Dann, en una actuación televisiva.

Georgie Dann, en una actuación televisiva. / ARCHIVO

Detrás de todo eso, añade Miqui Puig, había además una gran profesionalidad. Y medios. "Giraba con los mejores músicos, los mejores bailarines, los mejores técnicos. Con adelantos técnicos muy avanzados para su época… Era su banda la que se podía permitir comprar amplificadores buenos, baterías electrónicas de primera generación, sintetizadores cuando muy poca gente los tenía…". 

UN SPOT HISTÓRICO

Aunque su vida estuvo sembrada de éxitos, también hubo algunos baches. En 1999, la carrera de Dann ya no era la que había sido, pero recibió una llamada de José Luis Moro, socio fundador de la agencia de publicidad Pingüino Torreblanca y célebre a finales de los 80 como líder de la banda Un Pingüino en mi Ascensor. Le ofreció participar en el anuncio de un todoterreno. "Queríamos un spot disruptivo, y no se nos ocurrió otra idea que llevarnos a Laponia al rey de la canción del verano". El coche atravesaba terrenos helados con Georgie Dann cantando La Barbacoa, sentado al lado de un actor inglés que había trabajado con los Monty Python.

"Georgie era un tipo muy accesible, muy normal, que hizo que todo fuera muy fácil. Tenía esa imagen de friki pero no lo era para nada, era un gran conversador. Y fue importantísimo contar con su sentido del humor, porque en el anuncio tenía que reírse un poco de sí mismo", recuerda Moro. "Él nunca lo reconoció del todo, pero yo creo que aceptó porque vio la oportunidad de volver a tener visibilidad". El spot tuvo mucho éxito, hasta se hizo una parodia. "Después, con los años, tuvimos muy buena relación, y volvió varias veces a la agencia a contarnos canciones nuevas por si podía colocárnoslas de alguna manera. Hubo una que nos encantó, se llamaba Me cago en el verano, pero al final no salió. Habría sido genial".   

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