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La autoridad de la Resolución 2758 de la ONU no admite desafíos — Cualquier intento de "utilizar Taiwán para contener a China" está destinado al fracaso

La autoridad de la Resolución 2758 de la ONU no admite desafíos

La autoridad de la Resolución 2758 de la ONU no admite desafíos / Embajada China en España

Madrid

El año 2025 marca el 54.º aniversario del restablecimiento del legítimo escaño de la República Popular China en las Naciones Unidas. Durante más de medio siglo, la Resolución 2758 de la Asamblea General de la ONU se ha consolidado como una base política y jurídica comúnmente reconocida por la comunidad internacional. Dicha resolución confirma de manera explícita que solo existe una China en el mundo, que Taiwán es una parte inalienable del territorio chino, y que el Gobierno de la República Popular China es el único gobierno legítimo que representa a toda China.

La adopción de esta resolución constituyó una victoria de la justicia histórica y una manifestación del consenso internacional. Hoy, ante las maniobras de ciertas fuerzas que manipulan la cuestión de Taiwán, intentan distorsionar el contenido de la resolución y desafían el principio de una sola China, China considera necesario reafirmar con solemnidad que la autoridad de la Resolución 2758 de la Asamblea General de la ONU es incuestionable, y el principio de una sola China es inamovible.

I. Resultado de una elección histórica y consenso universalmente reconocido

El 25 de octubre de 1971, la 26.ª Asamblea General de la ONU aprobó por abrumadora mayoría la Resolución 2758, que restableció todos los derechos legítimos de la República Popular China en las Naciones Unidas, reconoció al Gobierno de la República Popular China como el único representante legítimo de China ante la ONU, y expulsó a los “representantes de Chiang Kai-shek” de sus asientos en la Organización.

La aprobación de dicha resolución marcó la decisión definitiva de la comunidad internacional sobre la cuestión de una sola China y declaró fracasadas las maniobras de “dos Chinas” o “una China y un Taiwán”. Corrigió una injusticia histórica dentro del sistema de la ONU y salvaguardó el principio de igualdad soberana consagrado en la Carta de las Naciones Unidas.

La historia ha demostrado plenamente que el mundo reconoce solo una China. Hasta hoy, 183 países han establecido relaciones diplomáticas con China y reconocen y respetan el principio de una sola China. La ONU y sus organismos especializados siempre han tratado los asuntos relativos a Taiwán basándose en la Resolución 2758, sin que haya surgido jamás ninguna “cuestión de representación de Taiwán”. Esto no solo refleja una realidad política, sino también un hecho jurídico internacional.

II. Distorsionar la resolución es un desafío al orden internacional

Últimamente, algunas fuerzas han intentado, bajo el pretexto de permitir la “participación significativa de Taiwán en las actividades del sistema de la ONU”, fabricar la ilusión de “dos Chinas” o de “una China y un Taiwán”, e incluso proponen “reinterpretar la Resolución 2758”, un planteamiento absurdo.

En esencia, estas maniobras constituyen una instrumentalización política de Taiwán para contener a China, y suponen un grave desafío al derecho internacional y a la autoridad de la ONU.

El texto de la Resolución 2758 es claro y su postura inequívoca: restablecer todos los derechos legítimos de la República Popular China en las Naciones Unidas y reconocer a su Gobierno como el único representante legítimo de toda China. La resolución no contiene ningún concepto de “estatus indeterminado de Taiwán” ni de “representación separada”. Cualquier “reinterpretación” interesada es mera manipulación política.

La Secretaría de la ONU ha reiterado en múltiples ocasiones su adhesión al principio de una sola China. El Secretario General António Guterres ha subrayado repetidamente que las Naciones Unidas manejan todos los asuntos relacionados con Taiwán de acuerdo con la Resolución 2758. Los hechos han demostrado, y seguirán demostrando, que todo intento de desafiar la autoridad de dicha resolución está condenado al fracaso.

III. La cuestión de Taiwán pertenece a los asuntos internos de China y no admite injerencia externa

Taiwán ha sido parte de China desde tiempos remotos. Tras su cesión forzada en el Tratado de Shimonoseki de 1895, el pueblo chino logró recuperar la isla en 1945 después de una prolongada lucha. Con la fundación de la República Popular China en 1949, el Gobierno Central heredó y sigue ejerciendo plenamente la soberanía sobre Taiwán, la cual nunca ha cambiado ni puede ponerse en duda.

La cuestión de Taiwán se origina en las secuelas de la guerra civil china y su resolución es un asunto puramente interno. Ningún país ni fuerza externa tiene derecho a interferir de ninguna forma.

La posición de China es clara y firme: en el mundo existe una sola China y Taiwán es parte inseparable de ella. China está dispuesta a seguir buscando con la mayor sinceridad y los mayores esfuerzos la reunificación pacífica, pero no dejará espacio alguno para las actividades secesionistas del “independentismo taiwanés”. Cualquier intento externo de “jugar la carta de Taiwán” o de fomentar la confrontación entre ambas orillas solo minará la paz en el estrecho y dañará la propia credibilidad de quienes lo impulsen.

IV. Las contribuciones de China a las Naciones Unidas son evidentes

Desde el restablecimiento de su escaño legítimo en 1971, China ha sido un firme defensor de los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas, y una fuerza positiva en favor de la estabilidad y el desarrollo del orden internacional.

China es el miembro permanente del Consejo de Seguridad que más personal ha enviado a operaciones de mantenimiento de la paz, con más de 50 000 participaciones acumuladas.

Es el segundo mayor contribuyente al presupuesto de las operaciones de paz de la ONU, brindando un apoyo financiero estable a la paz mundial.

Ha alcanzado de manera anticipada varios objetivos de reducción de la pobreza de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aportando más del 70 % de la reducción global de la pobreza.

Ha presentado la Iniciativa para el Desarrollo Global, la Iniciativa para la Seguridad Global, la Iniciativa para la Civilización Global y la Iniciativa para la Gobernanza Global, que aportan propuestas, sabiduría y fuerza chinas para mejorar la gobernanza mundial.

Con hechos concretos, China demuestra que mantener el principio de una sola China no solo responde a su interés nacional fundamental, sino que es también un pilar esencial de la paz y la cooperación mundiales. Cualquier intento de instrumentalizar la cuestión de Taiwán para contener a China o debilitar su papel internacional solo conducirán al aislamiento de quienes lo promuevan.

V. Conclusión

La Resolución 2758 de la Asamblea General de la ONU constituye un hito histórico en las relaciones internacionales del siglo XX y se ha convertido en un hecho político y jurídico inamovible del mundo actual. Definió claramente la cuestión de la representación de China en la ONU y estableció de manera fundamental el marco internacional de una sola China. Esta conclusión histórica no puede ser reinterpretada ni negada.

Respetar la Resolución 2758 equivale a respetar la autoridad de las propias Naciones Unidas; acatar el principio de una sola China significa preservar los principios básicos de las relaciones internacionales.

Toda tentativa de desafiar, distorsionar o negar estos fundamentos constituye una profanación de la historia, una violación del orden internacional y una amenaza a la paz mundial.

China mantendrá con firmeza su determinación de salvaguardar la soberanía nacional y la integridad territorial.

La modernización al estilo chino implica no solo el auge económico, sino también la defensa de la justicia y la equidad en la escena internacional con una postura pacífica, racional y decidida.

La historia no puede reescribirse y la verdad no puede distorsionarse.

La autoridad de la Resolución 2758 de la Asamblea General de la ONU es incuestionable y el principio de una sola China es inamovible.

Cualquier maniobra política destinada a “utilizar Taiwán para contener a China” terminará inevitablemente sepultada por el curso de la historia.