A LA ESPERA DEL TSJC

El desenlace del juicio a Laura Borràs agita el Parlament

Si el tribunal condena a la líder de Junts, podría ser apartada definitivamente de la Cámara aunque la sentencia no sea firme al tratarse de delitos contra la administración pública

La presidenta de Junts, Laura Borràs.

La presidenta de Junts, Laura Borràs. / FERRAN NADEU

Carlota Camps | Sara González

"Se nos viene encima otra tormenta". Este es el pronóstico que hacen ya los diputados de forma transversal por los pasillos del Parlament mientras Laura Borràs, presidenta suspendida de la Cámara catalana, se sienta en el banquillo de los acusados. La inquietud se ha disparado especialmente a partir de la incriminación contundente que han hecho dos de los acusados contra la líder de Junts durante el juicio que se celebra en el TSJC. Porque a nadie se le escapa que, sea cual sea el sentido de la sentencia, la patata caliente se trasladará a la institución una vez concluya la carpeta judicial.

Si termina absuelta, la recuperación del mando del Parlament por parte de Borràs sacudirá de nuevo el tablero político, empezando por su propio partido, donde sus detractores esperan que la sentencia sirva para apartarla de cualquier cuota de poder. Y si acaba siendo condenada, los grupos se enzarzarán en una compleja negociación para poner fin a la interinidad y escoger una nueva presidencia en un momento en que la ruptura de bloques ha supuesto un cambio de rasante de la legislatura y que, por lo tanto, el intercambio de apoyos que hizo posible que Junts gobernara la institución no está ahora asegurado.

El regreso al Parlament en caso de absolución

Si es condenada, su carrera política se dará por finalizada. Pero si es absuelta, podrá volver a ocupar la presidencia del Parlament. Borràs fue suspendida de su cargo a finales de julio, cuando una mayoría de la Mesa del Parlament –formada por ERC, PSC y la CUP– decidieron aplicar el artículo 25.4 del reglamento, que prevé la suspensión de los diputados a los que se abre juicio oral por delitos vinculados a la corrupción. Nadie ocupó su lugar en el hemiciclo, ni tampoco en la Mesa, solo la vicepresidenta Alba Vergés asumió sus funciones provisionalmente. Por lo tanto, si es absuelta podrá regresar a la Cámara catalana.

Ahora bien, depende de cómo sea la sentencia puede no haber dudas jurídicas, pero sí políticas. Una absolución por falta de pruebas concluyentes –en caso de que no haya quedado suficientemente acreditada su supuesta culpabilidad–, puede provocar dudas entre algunos grupos. Ya este mismo martes, el portavoz de los ComunsDavid Cid, pidió su sustitución inmediata, sin esperar al fallo del tribunal, tras ser inculpada por los otros dos acusados en el juicio. Además, una absolución generará tensiones dentro de la familias políticas de Junts. Hay detractores de Borràs que esperan que el tribunal les haga el trabajo sucio.

El papel de la JEC si Borràs es condenada

¿Si hay sentencia condenatoria, qué proceso se activará para la salida definitiva de Borràs del Parlament? ¿Será el mismo que en el caso del 'expresident' Quim Torra y Pau Juvillà? Esas son las preguntas que hoy sobrevuelan el Parlament. El catedrático de derecho constitucional Xavier Arbós considera que, ante una eventual condena, aunque no fuera firme, operaría el artículo 6.2 de la LOREG si el delito que se le atribuye es contra la administración pública. La prevaricación está contemplada como uno de ellos y es uno de los que se imputa a Borràs. Según Arbós, está claro que debería dejar el escaño y apunta que el tribunal podría explicitar que debe hacerlo en su fallo. En caso de no especificar nada al respecto, considera que también podría ser la Fiscalía quien reclamara la ejecución de la sentencia.

En caso de ser absuelta, podría recuperar su escaño y volver a ostentar la presidencia de la institución, pero provocaría un nuevo terremoto político

También así lo ven otras fuentes jurídicas especializadas en la dinámica parlamentaria, que consideran que el caso sería muy parecido al de Torra o Juvillà. Si hay condena por prevaricación, sería apartada sin necesidad de llegar al Supremo y que haya sentencia firme, en aplicación del 6.2 de la LOREG. El Parlament podría aplicar el artículo de forma automática, al considerar que hay una situación de "incompatibilidad sobrevenida". Esta posibilidad, sin embargo, estaría poco justificada porqué en los otros casos, tanto en el de Torra como en el de Juvillà, la mayoría de grupos consideraron que no tenían que ser suspendidos hasta la sentencia firme. Aun así, también podría actuar la Junta Electoral Central (JEC). Hasta ahora siempre lo ha hecho a petición de un partido político, pero las mismas fuentes no descartan que lo pudiera hacer de oficio.

La elección de un nuevo líder de la Cámara y el fin de la interinidad

Desde el pasado 28 de julio, cuando Borràs fue suspendida, el Parlament vive una situación de interinidad que se ha acabado convirtiendo en rutina con Alba Vergés ejerciendo de vicepresidenta con funciones de presidenta. La incomodidad inicial con la que la dirigente republicana asumió la batuta por delegación se ha ido disipando a golpe de gestión del día a día, de la misma manera que los grupos han asumido con resignación que, ante la negativa de Borràs a dimitir era imposible forzar su relevo. Su presencia en el palco de invitados durante los plenos ha acabado integrado en el paisaje de una situación excepcional que no ha impedido que el engranaje de la institución continúe funcionando.

Pero una condena sí que supondría abrir la caja de los truenos en un momento de máxima división independentista y con las elecciones municipales como munición adicional para que el conflicto escale de decibelios. "A fecha de hoy, ni Junts tiene garantizado el apoyo de ERC para escoger un nuevo presidente ni por supuesto ERC tiene garantizado el apoyo de Junts para quedarse con la presidencia", explican fuentes parlamentarias de la bancada independentista. De partida, se necesita mayoría absoluta, e incluso en el caso de que ERC y Junts se pusieran de acuerdo tampoco podrían dar por seguro el apoyo de la CUP. Pero pasado un primer intento frustrado bastaría con tener más apoyos que el otro aspirante, una batalla que podría decidir librar el PSC.

Salvador Illa llegó a fijar a finales del verano pasado un ultimátum para relevar a Borràs. De poco sirvió y, cuando constató que no había vía reglamentaria viable para forzar la sustitución, se limitó a ofrecer su apoyo a ERC y Junts para intentar alcanzar un pacto que desencallara la situación. Pero mucho ha llovido desde entonces. Se rompió el Govern y llegó el acuerdo de presupuestos entre republicanos, socialistas y Comuns. Illa podría aspirar a aprovechar de nuevo la grieta entre independentistas para intentar conquistar un espacio más de poder.