BEBIDAS

Sí al gimlet, un clásico olvidado por la coctelería moderna

Encontrar esa bebida con solo dos ingredientes entre los equilibristas de la coctelería moderna es tarea de espeleólogos

El gimlet de la coctelería Boadas.

El gimlet de la coctelería Boadas. / / PAU ARENÓS

Pau Arenós

Los ‘bartenders’ han olvidado el gimlet tal vez porque su brillante sencillez impide el lucimiento.

Encontrar esa bebida con solo dos ingredientes entre los equilibristas de la coctelería moderna es tarea de espeleólogos.

No sé decir el por qué de la ausencia y del desprestigio porque cócteles básicos como el negroni y el dry martini, y que también juegan en la Liga del Menos es Más, viven una revitalizadora juventud. Puede que sea porque el gimlet no tiene quien lo cante después de que Raymond Chandler lo sirviera en ‘El largo adiós’ (1935). Han faltado bardos y han sobrado borrachos.

En mi adolescencia, Chandler atizó el deseo por el dúo de ginebra y lima, que cumplí sobradamente, ya de aprendiz de periodista, en el Gimlet de la calle Rec, entre estrecheces y la habilidad del jugador en la melé para que la copa no saltará de un codazo.

En 1981, apareció una publicación 'negra' con un subtítulo esclarecedor: ‘Revista policiaca y de misterio’. Tomaba el nombre del cóctel y la dirigía Manuel Vázquez Montalbán. No es posible una combinación más adecuada. Guardo algún ejemplar para arqueólogos de lo pequeño.

En Boadas, pregunté a Marc Álvarez, uno de los mayores talentos de la coctelería contemporánea, sobre esa muerte por olvido y la respuesta fue: “Necesita de un paladar evolucionado”. En lugar de complacerme, me confundió. ¿Quería decir que el bebedor actual desconfiaba de la esencia si no iba envuelta en excusas? Parece que los trucos y los humitos dan seguridad, aunque debería ser lo contrario.

El día de Boadas lo volví a tomar según la formula elemental: “Cordial de lima por dos partes de ginebra”. Este domingo lo repetí en casa con un cordial casero y exprés. Fiel a Chandler siempre había usado el producto industrial llamado Lima’s Rose.

Agoté mi entusiasmo por la novedad con la defensa de la cocina tecnoemocional por lo que ese movimiento aplicado a la coctelera, y a sus agitaciones, me deja frío. Creo que todavía se encuentra en el periodo del pantalón corto, así que el granujilla convive con el barman honesto, estudioso y sincero. Hay un exceso de fuegos artificiales para consumidores poco críticos.  

‘Gimlet’ significa berbiquí y, de repente, me parece un nombre estupendo para una bebida. ¡Un berbiquí muy frío, por favor!