Erupción en Canarias

Las coladas del volcán de La Palma se detienen mientras sus ‘signos vitales’ se debilitan

Si no vuelve la actividad volcánica, se tomará el 14 de diciembre como fecha oficial del fin de la erupción

Preocupa la concentración de partículas en el aire

Una de las coladas del volcán de La Palma.

Una de las coladas del volcán de La Palma.

I. Durán

Sin tremor ni emisión de lava, gases esporádicos y niveles bajos de dióxido de azufre. Los signos vitales del volcán de Cumbre Vieja se apagan mientras avanza la cuenta atrás de diez días para decretar el fin de la erupción. Si el volcán no se reactiva, se tomará el 14 de diciembre como la fecha oficial en la que cesó su actividad. En las últimas horas la preocupación se ha centrado en la alta presencia de partículas menores a 10 micras (PM) en el aire de Los Llanos de Aridane. El cono no emite ya ceniza, pero el material acumulado en la zona se removiliza debido al paso del tráfico rodado, a las labores de limpieza en el área cercana a la estación de medición y a la acción del viento.

El margen de diez días estipulado por el comité científico del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca) es necesario "por precaución", pero también por los antecedentes volcánicos de La Palma, según explica la portavoz del comité científico, María José Blanco, quien recuerda que durante la erupción del San Juan, en 1949, se registró un cese de actividad y jornadas después el volcán se reactivó en un centro diferente.

"Nuestra historia corta sobre la actividad volcánica de la isla habla de parones de varios días y en Cumbre Vieja hemos vivido en varias ocasiones parones en parámetros como el nivel de tremor", explica Blanco y añade que "es muy fácil decir cuándo empieza una erupción, pero su fin siempre se determina en pasado". La directora del Instituto Geográfico Nacional (IGN) asegura que dentro del comité científico no hubo discusión sobre la necesidad de establecer un periodo prudente de espera, aunque sí se debatió el número de días que había que esperar y se acordó que fueran diez.

El vulcanólogo Juan Carlos Carracedo considera que "con toda probabilidad asistimos al final de la erupción y cree que el plazo de diez días "es más burocrático que científico". Por su parte, el vulcanólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Vicente Soler indica que ese periodo es "una forma de ser precavidos" y de dar tiempo a que "el magma comience a solidificarse en su parte más somera", lo que excluiría por completo una hipotética reactivación del volcán. Ambos científicos, en declaraciones a Efe, coinciden en que el comenzó a mostrar "signos de debilidad" hace semana y media. Soler apunta que la fase de explosividad del pasado fin de semana fue una especie de "despedida y cierre" y Carracedo los describe como "último estertor".

Soler recalca que hace trece días que no se observa la sismicidad que preconiza una posible realimentación del sistema volcánico y que en este tiempo ha ido evacuando la sobrepresión de magma en su zona más superficial hasta que el tremor bajó a niveles preeruptivos. La deformación de la superficie persiste, y el vulcanólogo del CSIC cree que será permanente, como sucedió hace diez años en el volcán submarino Tagoro, en El Hierro. Además, destaca que los drones no han detectado flujos de lava, "ni siquiera remanentes. Solo se ven incandescencias". Si bien, apunta Soler, "no es descartable que se produzca una pequeña sobrepresión y genere un pequeño pulso de actividad de corta duración. Pero no hay nada que haga pensar en una reactivación del volcán".

Carracedo corrobora esta tesis, al reparar en que todos los parámetros que miden la energía de la erupción han remitido o cesado. El vulcanólogo añade que si hubiera magma en el sistema volcánico, conforme pasan los días "se enfría, se vuelve más pastoso y se solidifica", con lo que se produciría un tapón que requeriría de una gran energía desde abajo para destaponarlo. "No hay ningún síntoma de que eso pudiera suceder. Lo lógico es pensar que la erupción ha terminado", asevera.

El comité científico trabaja ya en un documento que recoja las pautas para actuar una vez se de por finalizada la erupción volcánica, así como los tiempos que hay que respetar para iniciar los estudios posteriores y la reconstrucción, las carencias a paliar y los peligros a los que habrá que enfrentarse. Blanco adelanta que las coladas tardarán meses en enfriarse y detalla que, según la medición que pudo realizar ayer el IGN, la temperatura de la lava en el borde del cono principal era de 196 grados. Aunque no se ha podido recabar información sobre la temperatura a la que se mantienen las coladas, Blanco destaca que en superficie no se están detectando movimientos. 

"Las temperaturas van bajando diariamente, se va enfriando el material y se reduce el área cubierta por las anomalías térmicas", explica la directora del IGN, quien detalla que el único punto en el que el dron puede captar si se sigue desplazando la lava es en uno de los jameos –cueva producida por el hundimiento del techo de un tubo volcánico– que se han creado, pero las condiciones impidieron saber en que estado se encontraba su interior. Los drones no han detectado flujos de lava, ni siquiera remanentes, y solo se ven incandescencias.

La emisión de dióxido de azufre (SO2) a la atmósfera sigue baja y, según Blanco, no está relacionada con la salida de lava sino con el proceso de solidificación del magma superficial que se mantiene en los conductos del centro eruptivo. El tremor está a nivel del ruido de fondo y la sismicidad sigue en niveles muy bajos en todas las profundidades y debido al cese del tremor se ha localizado más sismicidad en la zona intermedia.

Según la última actualización del Catastro, el avance de las coladas han destrozado 1.676 edificaciones, de las que 1.345 son de uso residencial –41 más que en el último registro–, 180 de uso agrícola, 75 de uso industrial, 44 de ocio y turismo, 16 de uso público y 16 de otras actividades. Los satélites del programa europeo de vigilancia terrestre, Copernicus, calculan que el número de infraestructuras dañadas son 3.126, de las que 2.988 son edificaciones destruidas y 138 están en situación de riesgo o parcialmente dañadas. Respecto a los cultivos agrícolas, la lava han cubierto 369,95 hectáreas, de las que 228,58 estaban destinadas plataneras; 68,05, a viñas; y 27,43, a aguacateros. A esto hay que sumar otras 72,2 hectáreas de plataneras que han quedado aisladas, así como 2,26 hectáreas de viñas. Las lenguas de roca fundida han arrasado más de 73 kilómetros de carreteras, lo que incluye calles y zonas públicas del viario.

El registro único para las familias damnificadas ha registrado ya 3.555 solicitudes de ayudas, ha analizado 3.391 expedientes y, de éstos, ha firmado el 41% (1.391), según detalló el viceconsejero de la Presidencia del Gobierno de Canarias, Antonio Olivera, tras el Consejo de Gobierno. De las solicitudes presentadas, un total de 2.130 manifiestan daños en vivienda, 1.367 en enseres, 1.143 en el sector primario y 271 en establecimientos industriales o servicios. Olivera considera que se trata de cantidades "muy relevantes" que demuestran la agilización de los trámites desde que se incorporó más personal y sistemas informáticos a la oficina de la Casa Massieu, en Los Llanos de Aridane.

Ventilar las viviendas

El director técnico del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca), Miguel Ángel Morcuende, ha solicitado a quienes realicen tareas de limpieza en las casas próximas a las coladas dentro de las zonas evacuadas que adopten todas las medidas de precaución posibles. Insistió en la importancia de que acudan acompañadas por personal que pueda realizar mediciones previas de los gases. Además, si la zona está libre de emisiones, Morcuende aconseja airear el interior del domicilio como mínimo durante 15 minutos, para dar salida a los vapores tóxicos que pudieran estar acumulados. Como medida de precaución se ha pedido a la población sensible y a los grupos de riesgo que eviten las estancias prolongadas al aire libre, y en general que se reduzca toda actividad en el exterior.