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Carla Antonelli: "Si no entendemos que existen realidades distintas, estamos perdidos"

Carla Antonelli

Carla Antonelli

Jorge Dávila

Activista y exdiputada socialista en la Asamblea de Madrid, Carla Antonelli (1959, Güímar) está convencida de que las persecuciones que sufren gays y trans proliferan porque los violentos se sienten invulnerables: “Quieran o no estas personas, por llamarlas de alguna manera, el futuro es trans”.

¿Debemos preocuparnos en España por episodios como la manifestación neonazi de Chueca?

Sí, mucho. Todo esto es un caldo de cultivo a la incitación al odio. Hace tiempo que se ha naturalizado y normalizado el discurso de ir a por el gay o el trans. Estas personas y personajes han estado ahí siempre, pero ahora se sienten respaldados por un partido político. Se han hecho fuertes en base a las mentecatadas de unos dirigentes que aseguran en público que “si yo tuviera un hijo gay no me gustaría que me diera un nieto”, y se quedan tan anchos.

¿Se ha producido una involución en el terreno político?

Lo que está ocurriendo en las calles y en las redes sociales con estos grupos de neonazis no surge por ciencia infusa. Estos “valientes” se sienten respaldados por alguien que, a su vez, percibe que es un ser poderoso. Lo ocurrido en Chueca está avalado por la extrema derecha, pero lo peor son las amenazas que recibimos todos los días. Esta gente se permite el lujo de tirar de luz y taquígrafos para amenazarnos con una demanda si decimos que son ellos los que están detrás de esta cacería.

¿La muerte de Samuel Luiz el pasado verano en A Coruña es una señal de odio creciente?

Rotundamente, sí. Si el Gobierno y el Estado de Derecho no ponen freno y paran en seco una situación que parece incipiente, pero que no lo es, nos vamos a encontrar en breve con una nueva noche de los cristales rotos. Si al final la Fiscalía no actúa con rigor ante lo que ocurrió en Chueca y no se tramitan unas leyes de ámbito nacional, le vamos a seguir dando alas a unos individuos que empiezan a sentirse invulnerables. Si no lo cortan de raíz y paran los pies a los violentos estamos en vísperas de una tragedia de mayor calado. 

En la izquierda ha habido choques por la Ley Trans. ¿Cree que ese documento es completo?

Le faltan cosas que ya estaban en el año 2019: el reconocimiento de las personas no binarias o el derecho de los menores en todas las franjas de edad y sin distinciones. Claro que echo de menos cosas, pero tras dos años de arduas batallas sí conseguimos que no se pasara el rodillo por encima del derecho a la autodeterminación. Eso ya es un triunfo. 

¿Qué papel tiene la Iglesia en el actual escenario del colectivo?

La Iglesia ha tenido sus periodos de claroscuros, pero en estos momentos la mayor amenaza del colectivo gay y trans son esos grupúsculos que ha vanagloriado la extrema derecha. Lo que pasó con Ratzinger no tiene nada que ver con lo que vino después con el Papa Francisco, pero también hay que decir que, poco a poco, el discurso aperturista y moderno con el que se inició este ciclo papal se ha diluido por las injerencias de quienes se oponen a un posicionamiento tan renovador. 

La valentía que exhiben los que cometen las agresiones en una calle es proporcional al miedo que tienen otros a hablar más claro"

¿Falta valentía a la hora de hablar del matrimonio homosexual?

La valentía que exhiben los que cometen las agresiones en una calle es proporcional al miedo que tienen otros a hablar más claro. La Iglesia hace tiempo que dejó de ser un problema porque lo que preocupa en estos días son los violentos, algunos de ellos blindados por su condición política. Ese es el problema, no respetar que estamos conviviendo en una sociedad diversa y plural en la que nadie se puede creer mejor que el otro. Si no somos capaces de entender que existen realidades distintas estamos perdidos.

¿Cómo ve el presente de este colectivo en España?  

Es un escenario de lucha en el que aún hay que caminar un largo sendero para que se cumplan las leyes autonómicas. El porcentaje de parados de este colectivo aún es bastante alto (70%) y eso es un problema añadido al ensañamiento y odio que nos tienen por el simple hecho de luchar por nuestros derechos, por una diversidad que no busca el enfrentamiento sino la integración.

¿Y el futuro?  

Con más esperanzas que certezas, pero quieran o no quieran estas personas, por llamarlas de alguna manera, el futuro es trans. 

¿Cree que podemos ser optimistas?

Hay un ambiente de tensión social en el que nos hemos acostumbrado a dar un paso hacia delante y, de repente, volvemos a retroceder a donde estábamos tiempo atrás. Que nadie piense que los ataques homófobos y tránsfobos van a cesar de la noche al día porque aún queda un largo camino que empieza en las aulas. Hay que fomentar una educación basada en el respeto a la diversidad para construir una sociedad donde todos tengamos cabida; un modelo en el que los niños y las niñas crezcan aceptando las diferencias. Lo extraño son los intransigentes que se reúnen en manadas para ir a la caza del marica por el discurso de odio que inyectan algunos políticos con discursos antidemocráticos y extremadamente peligrosos. Se creen intocables y eso es algo que no se puede consentir en una sociedad que quiere presumir de tener unos principios democráticos